Tres filmes para mi solaz y coleto

El tiempo corre a velocidad de relámpago. Mi frecuencia cinematográfica no se corresponde ni de lejos ni de cerca con las constataciones críticas que aposento en la superficie de este blog de recortes sueltos. Procuraré sin embargo adecuar el visionado a la escritura: un maridaje de condimentos periodísticos que salió a flote durante mi recentísima conversación con Javier Paisano, presidente de ASECAN (Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía). Este fin de semana ha dado para una pragmática parada y fonda delante de la cuadratura de la pantalla. Con decir que de sopetón –y de una sola tacada- alquilé tres películas y las tres resultaron creaciones solventes… está todo dicho y redicho. Permítaseme apenas un par de frases por filme. Helas aquí. NO-DO: el clásico y omnímodo Noticiario y Documentales Cinematográficos de la época franquista también desprendió sus laderas sombrías, sus versiones prohibidas y sus inflamables censuras impublicables. Amor, odio y viceversa: una película magistral en cuanto al dable y viable potencial que nos endosa la verosimilitud de su guión (todo puede acontecer a partir de la coincidencia astral y abisal de dos sueños concomitantes). Y Morrison y yo: amor a la enésima potencia (no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita) que al cabo se consume y se consuma bajo la execrable férula adictiva de las drogas. Tres filmes que elegí al tuntún y que, contra todo pronóstico, me ha deparado unas sesiones de fotogramas de plata. Para mi solaz y coleto.

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