Salida Extraordinaria de la Virgen del Patrocinio
Colofón de oro –como mandan los sagrados cánones cofradieros- para clausurar (siempre bajo palio) el cincuentenario fundacional de la Hermandad de Santa Marta. Aunque la amenaza de lluvia –esa iracunda visita indeseada e indeseable según los memoriales de nuestra Semana Santa y, por ende, de las salidas extraordinarias de las hermandades- se cernía sobre la expectación creada y pese a que el factor climatológico predecía la suspensión del acontecimiento, finalmente el pasado domingo amaneció con un sol de justicia a favor de la ilusión de los hermanos del Cristo de la Caridad y de Madre de Dios del Patrocinio. Precisamente su Amadísima Titular partiría en su paso de salida –bambalinas de mecida corta bajo un cielo de abiertas promesas- desde San Marcos hasta San Mateo. “Un regalo casi inesperado”, nos confesaba a pie de procesión el Hermano Mayor Manuel Marín. Estaba la corporación del Miércoles Santo al completo. Y en las aceras saludamos a Pedro Larraondo, José Antonio Casas Gómez, Emilio González Velázquez, Paco Narváez o Elvira Castro Soto. Un dato para la posteridad: apenas unos segundos después de recogido el paso de palio comenzó a gotear con cierta insistencia la presencia de una lluvia tan pasajera como desconcertante. Epílogo dorado para una conmemoración que bien merece nuestro enérgico aplauso.
Colofón de oro –como mandan los sagrados cánones cofradieros- para clausurar (siempre bajo palio) el cincuentenario fundacional de la Hermandad de Santa Marta. Aunque la amenaza de lluvia –esa iracunda visita indeseada e indeseable según los memoriales de nuestra Semana Santa y, por ende, de las salidas extraordinarias de las hermandades- se cernía sobre la expectación creada y pese a que el factor climatológico predecía la suspensión del acontecimiento, finalmente el pasado domingo amaneció con un sol de justicia a favor de la ilusión de los hermanos del Cristo de la Caridad y de Madre de Dios del Patrocinio. Precisamente su Amadísima Titular partiría en su paso de salida –bambalinas de mecida corta bajo un cielo de abiertas promesas- desde San Marcos hasta San Mateo. “Un regalo casi inesperado”, nos confesaba a pie de procesión el Hermano Mayor Manuel Marín. Estaba la corporación del Miércoles Santo al completo. Y en las aceras saludamos a Pedro Larraondo, José Antonio Casas Gómez, Emilio González Velázquez, Paco Narváez o Elvira Castro Soto. Un dato para la posteridad: apenas unos segundos después de recogido el paso de palio comenzó a gotear con cierta insistencia la presencia de una lluvia tan pasajera como desconcertante. Epílogo dorado para una conmemoración que bien merece nuestro enérgico aplauso.
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Publicado en el periódico 'La Voz' - Sección 'La Sacristía'