Letras a granel

La literatura no precisa de ningún plus de sobreactuación. Siempre renace genuina en su propia mismidad. No imposta –aunque sí importa- la voz de la pluma que la derrama. En su elaboración interviene siempre una génesis de libertad, de catarsis interior, de juego estilístico, de heterodoxia del yo. Mario Vargas Llosa certifica en ‘La verdad de las mentiras’ que la literatura nos procura la vivencia de mundos más interesantes y menos mostrencos si los comparamos frontalmente con nuestra realidad cotidiana y corriente y moliente. En cualquier caso se trata –per se- de un acto creativo stricto sensu. La Navidad –ese tiempo por lo común acorchado de importaciones americanistas y asimismo acolchado de incardinadas tradiciones incluso consuetudinarias- nos propone incondicional e indistintamente dos cabos atados, dos constantes ¿vitales?, dos inmutabilidades: horas de asueto y la propensión al regalo. Es decir: horas libres y la necesidad de regalar. En ambas opciones cabe por entero la literatura. El consumo y la propuesta literaria. Valga constatar a modo de consejo volandero: leamos a destajo durante estas semanas de turrones y regalemos a granel lecturas el próximo 6 de enero. Es cierto que el mercado editorial nos propone una serie de títulos más o menos ajustados a un específico plan de marketing. Los pingues beneficios mandan. Pero yo –sin comerlo ni beberlo y sin que tampoco nadie me ofrezca vela en este entierro- propongo el rescate –la rotunda extracción de la nebulosa amnesia colectiva- de autores ilustres en su prosa sin prisa. Verbigracia: César González Ruano (un escritor de periódicos a la antigua usanza que respondía a la máxima lírica de Baudelaire: ser sublime sin interrupción). O León Felipe: el poeta destinatario (“Calentad al rojo vivo los hierros, / id a las fraguas, / y que os pongan en la frente el sello de la Justicia”). O Julio Camba: el gastrónomo de piel de metáforas. O Eugenio: el inventor de la glosa como género de síntesis y economicidad del lenguaje… Cualquier obra de estos autores es un regalo que no tiene parangón, que no tiene contrapartida, que no tiene precio.

(Artículo publicado en el último número editado del periódico GRC. En la fotografía, dos maestros del noble arte de las buenas letras: Azorín y César González Ruano)

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