Los fervorosos y empedernidos amantes de la cocina andaluza –aquí me tienen como un gustador siempre impenitente e incansable e imbatible de nuestros guisos caseros- sabemos apreciar la autenticidad y el inalterable conservadurismo de algunas determinadas recetas. Verbigracia el menudo de toda la vida de Dios (ulteriormente denominado callos con garbanzos). ¿Recuerdan el menudo de mediados de los setenta del bar Paco en la –entonces y ahora- coetánea calle Arcos? Quienes conservamos en la arborescencia de los recuerdos el sabor de entonces, no deben perderse –apurando ya los últimos coletazos diurnos de nuestra Feria- el menudo de la Caseta de la Hermandad de la Candelaria. El jueves anduvimos de cónclave cofradiero. Bonísima tertulia y renovación de afectos al punto. Gente de acá y de allá reunida en torno de la diversidad institucional. Cofrades del Lunes Santo, del Miércoles Santo, de la Madrugada Santa… ¡Que hombre más cabal –dicho sea de paso- el actual máximo representante de la Candelaria, mi queridísimo Antonio! ¿Verdad que sí, Manolo Montenegro Flores?