Andrés Trapiello y la greguería de los pasos perdidos. Un diario microscópico. Del sacapuntas sale siempre un abanico


Me bebo a sorbos los diarios de Andrés Trapiello. Su literatura de microscopio contempla la quietud de lo miniado. Es un orfebre de la minúscula universalidad que ensancha la detención del tiempo en los relojes del privativo devenir cotidiano. Se detiene en una vida, la suya, cuyas constantes define como aburrida e intrascendente. Sin embargo su espejo, su autorretrato, su cristal circunflejo, muestran las curvaturas secretas de cualquier otra vida no tan aburrida ni intrascendente. Por imantación, por decantación. Quizá porque los diarios de Trapiello abordan al hombre en su vagabundaje interior. O sea: en el océano generalista de la condición humana. Ajusta su estilográfica –de escritura menuda y monocorde- al ojo de cerradura de los secretos propios. Y los describe y destapa como quien descorre la cortina de una ducha ocupada. ‘Salón de pasos perdidos’ –sus tomos inconmensurables- desnudan la voz interiorizada de pensamientos libres como el canto de los pájaros sempiternos de Juan Ramón Jiménez. Del tomo 6 extraemos algunas frases sueltas, deshilachadas, curiosas y nunca extrañas al fin y a la postre. Sumerjámonos en su didáctica:
-          “En el momento en que empiezan a ocurrirle a uno cosas, el diario pasa a un segundo lugar. Eso me lleva también a otra consideración que me deja muy melancólico, la certidumbre de que la plenitud emocional y personal del escritor de diarios habría que buscarla en el vacío que queda entra anotación y anotación, entre entrada y entrada, pues al contrario que un libro de registros, con deberes y haberes, el diario no suele ser más que un asentamiento de pérdidas y ausencias”.
-          “Los diarios pierden tan tempranamente su flor, que todos ellos tienen algo de póstumo”.
-          “Era también un hombre de una ignorancia irritante, solo comparable a la impertinencia con la que hablaba de las cosas de las que no sabía una sola palabra”.
-          “Desde el tren el rebaño de ovejas en los campos yermos: la posibilidad de que eso sea todo cuanto nos haya quedado de Cervantes”.
-          “Etc. suele ser la manera elegante de poner bla, bla, bla”.
-          “En realidad si el olor a tierra mojada, en el verano, es tan penetrante es porque nace siempre de muy atrás, de nuestra infancia”.
-          “El blindaje es siempre envoltura de una debilidad. Se blinda lo débil, Valle-Inclán, Lorca”.
-          “De los sacapuntas sale siempre un abanico”.    


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