Carnaval, anoche, en Jerez: “nadie en lo oscuro podrá darte distancias”

Cuando ahora me siento al ordenador resuena en mi genovesa conciencia la falseta de un tango. Si Ramón Díaz Gómez ‘Fletilla’ -¡ay aquellos pegadizos cuplés rompedores!- levantara la cabeza –sí, su chispeante cabeza romana de apego trimilenario al compás del tres por cuatro-, ni imagináis cuánto hubiese disfrutado codo con codo este pasado sábado noche en el Alcázar. En el Alcázar de nuestro aún todavía no del todo revisitado Jerez, naturalmente. Porque Fletilla –así ‘el brujo’ Paco Alba- amaba a voz en grito, a vuelapluma, la metáfora cosificadora –la metáfora que convierte en objetos a seres vivos-. Granazón literaria de los significantes del porqué del día a día de las cosas sencillas de la gente del procomún. Nada más catártico para el alma de la sociología local –para el ínterin del pueblo- que travesear con figuras literarias, que reinterpretar la cotidianidad sin desarraigos, y así explicar y explicitar de nuevo el sentido de la idiosincrasia nunca chovinista. La realidad siempre contiene diversas lecturas. Cuando el silencio desconsuela, la música reaviva. Cuando la impotencia se planta en barras, el soniquete impera. Pongamos que hablamos de Cádiz y sus coplillas como periódico intermitente que se imprime a diario en las galeradas del pasodoble. Si el Carnaval –aparquemos sus ulteriores y hodiernos y posmodernos trampantojos de subrepticios intereses creados- es aguijoneado y siempre palpitante periodismo cantado, entonces la delegación de Turismo, Cultura y Fiestas del Ayuntamiento de Jerez y la Asociación Coordinadora del Carnaval nos concedieron hace apenas veinticuatro horas una lección magistral de letrillas rubricadas por los próceres escribanos de la Tacita de Plata. Anoche hubo salubre alegría cerca de la Catedral. De la Catedral de Jerez, insisto. ¿Casi seis horas de disfrute por apenas diez euros? No existe Campo de Agramante entre Jerez y Cádiz cuando comparsas como la de Tino Tovar eclosionan de afinaciones –de gargantas rotas por mor del desahogo- en la Alameda Vieja. El espectáculo de anoche –con su abanico de agrupaciones de primeros premios oficiales y morales del Concurso del Falla 2014- constituyó de entrada un acto de generosidad de parte de los grupos participantes. Ninguno desballestó la recogida de armas antes de tiempo. Alargaron los minutos, alargaron la vivaracha estancia encima de las tablas, alargaron el discurso de la cercanía. Jerez y Cádiz –siempre lo he defendido a pies juntillas- son hermanas de sangre (que irriga también bombeo de humor –ya sentenció Ralph W. Emerson que la percepción de lo cómico es un lazo entre los hombres-). Anoche existió concordancia ad sensum, concatenación de empatías. Ya lo cantó el poeta en Nueva York: “Pero nadie en lo oscuro podrá darte distancias / sino afilado límite: porvenir de diamante / … que no desemboca”. Quizá menos público jerezano del previsible en el patio del Alcázar. La risa se derramó incontinenti a borbotones (el Morera nos mantuvo más de una hora a mandíbula batiente). Prodigiosas actuaciones de la comparsa ‘La canción de Cádiz’, la chirigota de los ministros del PP ‘Esto sí que es una chirigota’, el dúo Morera-Carlos y la siempre entrañable Antología del Sheriff’. Hasta las tres de la madrugada entre picos y micos. Apenas nadie abandonó sus posaderas del patio de butacas. Realismo, fantasía, evasión, divertimento… Así sí.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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