Llamadlo Ismael. Un artículo de Fernando Sánchez Dragó


Hace unos días, a poco de haber pasado yo por unas cuantas casetas de la Feria del Libro de Madrid, me llegó la carta que voy a reproducir... Sé a lo que me arriesgo. Es elogiosa hasta la hipérbole. ¡Qué le vamos a hacer! Estoy, en efecto, hasta la coronilla, como aventura su autor, tanto de los elogios como de los reproches. Mi indiferencia hacia los unos y hacia los otros es glacial. No faltarán, de seguro, lectores y comentaristas que interpreten la inclusión de este texto en mi blog como un gesto de vanidad. Sea. Corro con los gastos. Estoy acostumbrado a pagar esa cuenta.
Lo que en esta carta me importa, aunque no voy a negar que me conmueve lo que en ella se dice sobre mí y sobre mi obra (que son lo mismo), es su calidad literaria, su nobleza moral, su arrojo, su agudeza, su sentido de la oportunidad y su asombrosa puntería. El autor, donde pone la palabra, pone la bala. En la mili que yo hice, y que, por desgracia para las víctimas de la Logse, ya nadie hace, lo habrían nombrado tirador de primera. Yo también lo fui. Busque quien lo dude los registros del Regimiento de Zapadores de Madrid, año de 1960.
Estoy de acuerdo al ciento por ciento en todo lo que Ismael -así se llama el remitente- denuncia y anuncia. Léanlo, sáltense (si así lo desean) lo que escribe sobre mí, olvídense de las ideas recibidas, pongan coto a cualquier tentación de sectarismo, apuesten por el libre pensamiento y reflexionen...   
Admirado  Dragó:
 Se rompió un hechizo. El misterio es magia, la magia es misterio. Me prometí a mí mismo que jamás profanaría el espacio existente entre aquellos a quienes admiro y el mío. Por respeto a ambos. No suelo confundir la obra con su autor, cosas muy distintas aunque en el fondo se complementen. Porque una obra con alquimia sólo se consigue cuando somos capaces de ensamblar ambos polos. Siempre creí que era uno de los pocos autores en castellano que cumplía con esta gracia. Y lo sigo pensando. La sinceridad es esquiva para muchos, y aún más en estos tiempos tan pobres para el espíritu. Solo es en el autoengaño donde encontramos reposo, si es que se le puede llamar reposo. Pues es el desasosiego quien nos gobierna y mutila.
Siempre leí sus libros con entusiasmo y verdadera devoción. La del alba sería, El camino del corazón, El sendero de la mano izquierda... Son una pequeña luz en el fondo del túnel de la vida.

Sé que estará hasta la coronilla de los elogios, tanto como de los reproches -ambos terribles-. Pero existen cosas sin las cuales no seríamos lo que somos. Signos que se cuelan sin saber muy bien de dónde proceden,... "Lo que no cabe es ignorarlas. Eso estaría en contradicción con el enorme efecto que causan", dijo Jünger.
Con respecto a Gárgoris y Habidis, la considero ya tan mía como suya. Cuando algo lo transformamos en un símbolo particular deja de pertenecer a alguien en concreto para pasar a formar parte del Kosmos. Los lectores representamos la conciencia necesaria para que la obra encarnada en forma de libro pueda por fin regresar a su punto de origen. Sigamos manteniéndola viva, porque cuantos más años perdure, mayor será la fuerza con la que nos alumbre.

No es una excusa, pero siento que estoy en deuda con usted. Más si cabe después de tropezar sin querer ante su presencia. Pues me vi arrastrado de alguna manera por mi querida novia, por mi compañera de viajes, que me la jugó hábilmente, para que aterrizáramos en la caseta donde se encontraba en el parque de El Retiro -nos firmó Esos días azules. Memorias de un niño raro, aunque usted estaba presentando su último libro, el de Roldán, que leeré en un futuro próximo-. Jamás creí caer tan bajo, pues no soy de los que van por ahí para que les firmen libros, ya que lo considero una auténtica memez. No soy fanático de nada ni de nadie. Dios me libre. Lo que me asombró es descubrir la forma con la que os prostituyen las editoriales... Cosa de publicistas. En fin, todos esos rollos que se hacen para que la gente lea. El mismo fanatismo cultural del que habla Gustavo, pero cuyo efecto, en realidad sirve más bien para lo contrario. Porque las cosas cuando no salen de uno mismo no sirven para nada. De ahí que la mayor parte de la gente lea por puro pasatiempo. Qué lástima.

Nunca había estado en la feria del libro, pues no soy de Madrid. Coincidió que me encontraba por allí, y la curiosidad hizo que me adentrara en sus fauces. Y de repente me vi ahí, expuesto frente a un escritor que había leído desde pequeño. Quien me abrió las puertas a tantos otros escritores que me han marcado poderosamente: Mishima, Rilke, Miller, Jünger, Jodorowsky, Hesse, Escohotado, Luis Martos Hervás, Daniélou, Ramiro Calle, Castaneda, Stanislav Grof, Ken Wilber, y tantos y tantos otros. Perdería la cuenta si tuviera que nombrarlos a todos.
Y yo, allí, sin saber qué coño decirle. Mis entendederas obnubiladas por el ruido. Un calor insoportable. Las muchedumbres agolpadas frente a los expositores. Qué mal lo pasé tras romper lo que para mí era un tabú inquebrantable.
Ya me había cruzado anteriormente con usted. Y siempre fiel con mi silencio. Ni siquiera un saludo. Y por qué debería, cuál sería la razón, la finalidad, qué pretensiones se ocultarían tras el implacable guiño...
Una fue en la plaza de toros de Badajoz. Pero quisiera resaltar otra, digna de mención. Tendría unos veintidós o veintitrés años -hace unos cinco años aproximadamente-, andaba embutido con el dichoso Gárgoris y Habidis, destripándolo con obsesión. Me fui a Madrid con lo puesto, para hacerme con varios de los libros a los que de vez en cuando aludía: Tocqueville, Pico della Mirandola, Ramon Llull... Y, como no podía faltar, la Vida secreta de Salvador Dalí. Me planté en la mismísima plaza Cibeles, con la finalidad de comenzar mi peregrinación por cada una de las librerías del centro. Fue justo después de plantar los pies sobre la acera, tras bajar del autobús, cuando se cruzó en mi camino. ¿Fue un signo del Kosmos, una señal de la diosa madre que me animaba a no desesperar en mi propia búsqueda? A saber. Cosas que pasan.
Sus libros son lo verdaderamente importante, y esto debe quedar claro, para evitar malos entendidos.
Visto lo visto, me lo pensaré dos veces antes de volver a pisar la feria del libro. Quién me mandaría poner un pie allí. Para eso están las librerías, las bibliotecas,... Así que lo considero un pequeño desliz por mi parte, una jugarreta desafortunada. Pero como la lengua se la tragó el gato, y rectificar es de sabios, tengo la extraña corazonada y el deber de transmitirle estas raras impresiones. Para zanjar el asunto de una vez por todas, y poder así continuar con mi viaje de forma más holgada. Decir lo que no pude, culpa del encontronazo. Al menos, agradecerle la valiosísima labor que ha hecho por y para los libros, la literatura, y el saber en general. ¡Ya quisieran las universidades, y los de las RAE -esos mentecatos académicos con tricornio-, acercarse a la punta de sus zapatos! ¿Alguna vez comprenderán que el lenguaje no forma parte de institución alguna? Las generaciones futuras deberíamos construir esfinges inspiradas en su rostro. Es inconcebible -y se lo digo muy sinceramente-, que no volvamos a ver y sentir ningunas noches blancas en este país de trolls. ¡Tendremos que exiliarnos a San Petersburgo para poder revivirlas!

La heroicidad parece haber perdido su poder de convocatoria. Nadie lee, ni nadie leerá. ¡Cómo demonios vamos a desaprender si previamente no hemos aprendido! ¡Cómo vamos a deshacernos de un alma y de un ego, si no sabemos dónde coño se encuentran! Parece como si la curiosidad se hubiera esfumado. ¡Y sin curiosidad la Imaginación se estanca, y sin Imaginación no hay nada, tan sólo desiertos humanos, escombreras, y sed de tiranía! Todos esos barbitúricos progresistas con los que fuimos imbuidos los jóvenes. La LOGSE. Esa cretina, esa embustera, ese espantapájaros. Basura pedagógica donde las haya. Aún estoy convaleciente de semejante herida. Qué gran suburbio para el alma. Qué enorme grieta abierta en la tierra, la cual jamás se conseguirá cerrar del todo.

Qué futuro tan perturbador. Temo a mi generación como a nada en este mundo. Somos muy peligrosos. Toda una masa de psicópatas en potencia. Licenciados para matar. Especialistas en todo tipo de fechorías. No existirá un solo dictador gobernando la tierra. Existirán tantos tiranos como habitantes, cada cual en su pequeña jaula. Creo en el infierno, y éste se aproxima. Poco a poco vamos descubriendo su hocico. Es difícil fiarse de nadie, hemos llegado al desenlace del Kali Yuga. En mi generación todos somos animales políticos. ¡Qué pánico, qué desastre, qué confusión! ¡Las consecuencias de la LOGSE, con todos sus rencores y resentimientos inconscientes listos para la batalla! ¿Desde cuándo la discordia ha sido buena consejera? El control gubernamental es un pulpo que no para de crecer y crecer... La Seguridad Social, Hacienda,... Un mundo feliz para trepas y soplagaitas. ¡Sobreprotección reclamando sobreprotección! ¡Hormigón armado sobre hormigón armado! ¡Qué claustrofobia! ¡Qué malos tiempos para la Imaginación! No puedo hablar con nadie sobre nada. Todo el mundo parece estar enganchado a la morfina que les suministra el Estado. Pero el cuerpo huele a cadáver, y contra la muerte poco se puede hacer. Tan sólo esperar y que el tiempo dicte sentencia. Los políticos no cambian nunca. Éstos siempre fueron el problema, y nunca la solución. El mundo siempre perteneció a una minoría silenciosa, un puñado de hombres libres y honrados que a través del fuego de la Imaginación logran convertir la mierda en oro. Lao-Tse, Platón, Da Vinci, Baudelaire, Freud, Einstein, Mandelbrot....

No existe mayor autoridad que la de ser uno mismo. Y el único arma que se necesita es la del ingenio. ¡Y ésta jamás se impone! ¿Qué clase de moral estamos presenciando? ¿Tantos doctorados y masters para llegar a semejante incapacidad de discernimiento? Pero se asustan en cuanto lo oyen. Como si fuera cosa de chiflados. ¡Cuántos complejos rezuman por todas partes!

No creo en ninguno de los valores que me propone esta sociedad rencorosa, brutal y egocéntrica. El poder de la Imaginación se encuentra en estado catatónico. Y sabemos perfectamente que tipo de desgracias trae a la tierra cuando ésta se ausenta.

La honradez, demasiado audaz y sincera para que cualquiera repare en ella. Por eso le desprecian. Porque muchas de las verdades que repite con insistencia no son alimento digerible para cualquiera. Se ha adueñado de nuestras insípidas conciencias un nuevo tipo de puritanismo. Deglutimos narcóticos por un tubo. ¡Bienvenidos a la era Somatocrática! Soy testigo. He presenciado mil y una veces su lapidación en la plaza pública. La envidia. Esa hija de puta que ha trastornado este país hasta límites inconcebibles. Se envidian incluso las cosas menos envidiables. Las ratas de cloaca son insaciables con el prójimo. Ese miedo patológico hacia los hombres singulares. Nos aterrorizan los lobos solitarios, los emboscados y demás desertores de la convención... Héroe de la antigüedad, convertido en enemigo público. Este arcano de la Naturaleza, del Kosmos, y de los misterios más profundos del alma, deformado por los medios tras su abyecta equiparación con los del sórdido psicópata de masas, que es el resultado, canal y transmisor de toda la basura que está corroyendo la psique humana. Al menos antes existían bosques donde refugiarse. Pero siempre nos quedarán las alcantarillas. ¿Utilizaremos las mugrientas cañerías del subsuelo para esconder los libros olvidados? ¿Se encuentra bajo el pavimento el futuro de la raza humana? Lo luminoso está pidiéndonos a gritos que la liberemos del sótano donde permanece cautiva. La esperanza no hay que perderla, por muy oscuro que esté el pasillo. Porque siempre estará ahí esa luz, esperando a que nos decidamos a partir en su búsqueda. Los sueños, decía Borges, no son un problema; el problema lo tienen quienes carecen de ellos.

Y aprovecho la ocasión para preguntarle. Si hoy fuera joven, sin compromisos, y con ganas de vivir, para morir como un perro, quiero decir, con dignidad, ¿hacia dónde partiría? ¿Qué camino tomaría? ¿Qué emboscadura elegiría? ¿Quedan aún lugares que no hayan sido asfaltados por la opulenta e insaciable mano del hombre?
 Y no le aburro más. Siento mucho mi falta de gramática y sintaxis. No soy escritor ni pretendo serlo. Lo mío es el pincel. Azules entonces, azules ahora.
 Un muy cordial saludo.
 Nos veremos por el Kosmos.

Ismael
     
Sólo tres cosas, amigo... O cuatro.
La primera es: gracias. Lectores como tú justifican mi vocación y la alientan.
La segunda... Corren por ahí rumores de que a alguien se le ha ocurrido la posibilidad de que se organice una Feria del Libro paralela a la de Madrid en la que sólo tengan cabida los escritores de verdad, sin los intrusos -políticos, caritas monas y jetas viriles (o no) de la tele, actores, actrices, deportistas, cantantes, virtuosos de Youtube, plumíferos de sms y demás ralea. Ya sabes- que actualmente la okupan. No sé si el proyecto, que yo apoyaría con todas mis fuerzas, llegará a puerto. Alguien tendría que financiarlo (editoriales, librerías, fundaciones, empresas, Ministerio de Cultura, Ayuntamiento, Comunidad, El Corte Inglés, la FNAC), y eso no es fácil. Los escritores, por otra parte, empezando por mí, no destacan por el gremialismo, lo que nos honra, y será muy difícil que arrimen el hombro en la tarea. Veremos. Torres más altas se han levantado.
La tercera... Me preguntas qué haría yo si fuese joven, como tú lo eres, y me encontrase en una situación de palabra, pensamiento y obra similar a la tuya. Pues pintaría, Ismael, puesto que pintor eres, y me refugiaría en el único lugar que queda no asfaltado por la insaciable avaricia del hombre: tu mismidad, tu conciencia, tu interior... Otro, que yo sepa, no existe. En esa novela mía -El camino del corazón- hay una cita de Kipling: "Todo esto / -no digáis que no lo aviso- / tan perdido está ya como la Atlántida". ¿Todo eso? Sí. La India, Oriente, las fuentes del Nilo, la raya de la aventura, la línea del horizonte... Imagina, si cuando lo escribió Kipling ya apenas quedaba nada, lo que puede quedar ahora. Nosce te ipsum, Ismael. Camina hacia dentro, ve a Sais, ven a Eleusis, consulta el I Ching, viaja a bordo de una sustancia lisérgica... Dentro de ti resoplan dos cachalotes: la Libertad y la Belleza.

Y la cuarta... Una buena noticia (para ti, quizá también para otros): vuelven a la tele, conmigo y con tres chicas guapas, cultas, inteligentes, lectoras avezadas, peligrosas y provistas de aguijón sin veneno, cintura grácil e ingenio adamantino, las noches blancas de Dostoievski y San Petersburgo que tanto añoras. Lo anuncié hace una semana, aquí mismo: Libros con uasabi, 3 de octubre, en la Dos, los sábados, de una a dos de la tarde... Esa resurrección ha sido posible gracias al patrocinio económico de la Obra Social "La Caixa" y a la buena voluntad de TVE y de quienes la dirigen. De bien nacidos es resaltarlo.

(Posdata - Aplíquenme el polígrafo, por cierto, quienes sostienen, con malquerencia sectaria, que yo prometí en su día no volver a la tele, y escucharán: "¡Eso es MEN-TI-RA!". Lo que dije hace dos años, y lo he cumplido (con una sola excepción achacable a la amistad), es que no volvería a tertulias de carácter político. Para hablar de libros, en cambio, lo haré siempre que los hados lo propicien. Yo no cerré Encuentros con las Letras, ni Biblioteca Nacional, ni Negro sobre blanco, ni El Faro de Alejandría, ni Las noches blancas, ni... Me los cerraron).


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