Brillante ponencia del académico
Antonio Millán Garrido en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y
Letras
La Real Academia de San
Dionisio de Ciencias, Artes y Letras ha acogido la muy interesante y reveladora
y muy documentada ponencia del Académico de Número, y tesorero de su Junta de
Gobierno, Antonio Millán Garrido titulada ‘Vida y obra de un jurista militar en
el exilio. Ricardo Calderón Serrano (1897-1952)’. Destacamos a continuación
algunas de las ideas principales de su aplaudida conferencia:
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Ricardo
Calderón Serrano fue un jurista andaluz (Marchena, 1897) que, tras ingresar en
el Cuerpo Jurídico Militar, prestar servicio en diversos destinos y
ostentar cargos jurisdiccionales de responsabilidad (fue Fiscal Jefe de la Zona
de Marruecos y de la 1.ª División Orgánica en Madrid), accedió al Tribunal
Supremo, primero como Secretario de Sala y, posteriormente, como Magistrado,
puesto que desempeñó hasta que, al término de la Guerra Civil, hubo de
exiliarse en Francia, desde donde viajó en 1940 a México, país en el que
falleció el 1 de junio de 1952.
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En
México, una vez nacionalizado, se incorporó a su Ejército, alcanzando en él el
grado de General. Pero, además, desarrolló una intensa actividad docente,
obteniendo la Cátedra de Derecho Militar de la Universidad Nacional Autónoma de
México y, en poco más de una década, elaboró el primer tratado de dicha
especialidad en lengua española. Fue también autor de los libros de poemas “De
la tierra llana. Coplas y cantares andaluces” y “De la nueva y vieja España”,
así como del guión del film dramático “Del mismo tronco”, sobre las costumbres
andaluzas y mexicanas.
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Ricardo
Calderón gozó de prestigio, por su labor en el ámbito del Derecho militar, en
varios países americanos, especialmente en México, donde se le incluye entre los
Maestros del Exilio Republicano Español. Por el contrario, su obra no ha
obtenido en España el debido reconocimiento, lo que sólo hasta la transición
podía explicarse, que no justificarse, por razones políticas. Cuando lo cierto
es que Ricardo Calderón nunca militó en ningún partido político ni mostró una
particular inclinación ideológica. Fue un hombre de profundas convicciones
patrióticas y amor al Ejército que sólo se significó por una absoluta fidelidad
a las leyes, una sentida lealtad a las instituciones y una decidida defensa de
los principios democráticos.
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Debe significarse,
ante todo, que Ricardo Calderón concibió su obra como un instrumento docente y,
en buena medida, de ayuda al profesional que desarrollaba su labor jurídica en
el ámbito de las fuerzas armadas. A Calderón no le preocupó tanto la
profundización en temas específicos –desarrollar, en suma, una labor
estrictamente investigadora– como conformar una serie de libros en los que se
expusiesen, con sincrética metodología, precisa sistemática y pretendida
exhaustividad, el Derecho militar de la época, en sus vertientes
orgánico-juridiccional, sustantiva y procedimental.
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Ricardo Calderón
tuvo elaborado desde 1944 una parte especial de Derecho penal militar, que
incluía las contestaciones a los temas 49 a 73 de su programa en la Universidad
Nacional Autónoma de México y en la cual se abordaba el estudio del «crimen o
delito militar en particular, describiendo cada crimen o delito de guerra,
según sus notas distintivas». Sin embargo, la obra nunca llegó a publicarse
íntegramente por falta de editor que se hiciese cargo de la misma, quizás por
su enorme extensión. En 1953, fallecido ya su autor, comenzó a insertarse, como
anexo, en el Boletín Jurídico Militar,
pero sólo se publicaron los dos primeros temas o capítulos, dedicados a
cuestiones preliminares y al delito de traición. Si ambos temas supusieron
ciento siete páginas, es lógico pensar que el trabajo completo hubiese superado
las mil páginas impresas.
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En la obra de
Ricardo Calderón resulta obligada una referencia especial a su contribución al Boletín Jurídico Militar. El Boletín Jurídico Militar nació en 1935
auspiciado por la Procuraduría de Justicia Militar como una publicación
periódica destinada a cubrir las necesidades informativas y formativas de
cuantos estaban interesados en esta específica parcela del ordenamiento
jurídico hasta entonces poco estudiada en México. Y, en unos años, se consolidó
formalmente como órgano de divulgación jurídico militar de la Secretaría de
Defensa Nacional y, en lo sustancial, como una genuina revista profesional,
cuyo prestigio trascendió del ámbito nacional para el que inicialmente fue
concebida. Pues bien, Ricardo Calderón, que se incorporó a la Redacción del Boletín nada más llegar a México en 1940
(en enero de 1941 figura ya como Jefe de Redacción), fue uno de los más
significados artífices de la consolidación del proyecto editorial y de que,
durante la siguiente década (1941-1951), la publicación superase las dos mil
páginas impresas con puntual aparición y un contenido de actualidad y del
máximo interés. En esos años se ampliaron y mejoraron las secciones legislativa
y de jurisprudencia, pero sobre todo se potenció el apartado doctrinal, con una
especial atención al Derecho comparado y a los estudios penales, en lo que
contribuyó Calderón, además de con su labor de redactor jefe, con veinticinco
aportaciones, muchas de ellas insertas a lo largo de varias entregas mensuales.
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A Ricardo Calderón
se deben, en todo caso, además de las antedichas colaboraciones doctrinales,
muchas de las reseñas legislativas, jurisprudenciales y bibliográficas
aparecidas en el Boletín, así como,
en los últimos años, la inserción por «entregas» de sus obras Crímenes de Guerra y Derecho Penal Militar, Parte Especial,
si bien esta última de forma incompleta, según ya hemos señalado.
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La obra de Ricardo
Calderón tuvo reconocimiento en distintos países americanos. Sus libros fueron
divulgados en Argentina, Bolivia, Brasil e incluso en los Estados Unidos, si
bien fue, obviamente, en México donde adquirieron mayor notoriedad, siendo
utilizados durante años por universitarios y profesionales y donde se ha venido
considerando a Calderón, junto a Octavio Véjar Vázquez, el impulsor de los
estudios de Derecho militar. Y, desde luego, por todos es reconocido que fue
Ricardo Calderón el autor del primer tratado de Derecho militar en lengua
española. Es más, setenta años después, sigue siendo –aun desfasada y, por
tanto, con un valor meramente histórico– la única obra, dentro de la literatura
jurídica española e hispanoamericana, en la que por un solo autor se estudia y
expone todo el Derecho (judicial) militar, en sus vertientes orgánica, penal y
procesal.
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La obra de Calderón,
que, como decimos, obtuvo merecido reconocimiento en el ámbito americano,
resultó ignorada en España. Sus libros no figuran en las bibliotecas
universitarias ni tan siquiera en las de los centros especializados en Derecho
militar, lo que sólo hasta la transición podía explicarse –que no justificarse–
por razones políticas, cuando lo cierto es que Ricardo Calderón nunca militó en
ningún partido ni, con sus actuaciones, mostró una particular inclinación
ideológica. Fue, eso sí, hombre de profundas convicciones patrióticas y amor al
Ejército, que sólo se significó por una absoluta fidelidad a las leyes, una
sentida lealtad a las instituciones y una decidida defensa de los principios
democráticos.
El Dr. Millán Garrido, Diplomado en
Derecho Penal Militar por la Escuela de Estudios Jurídicos, fue miembro del
Cuerpo Jurídico Militar y Catedrático en la Universidad de Cádiz. Es autor de
numerosas publicaciones de la especialidad, entre las que destacan “El delito
de deserción militar” (Bosch, Barcelona, 1983), “La objeción de conciencia al
servicio militar” (Tecnos, Madrid, 1990), “Régimen disciplinario de la Guardia
Civil” (Trotta, Madrid, 1992) y “Justicia Militar” (9.ª edición, Ariel,
Barcelona, 2012). Durante años dirigió la Sección de Derecho penal militar de
la “Revista General de Derecho”, siendo en la actualidad Consejero de la
“Revista Española de Derecho Militar”, de “Humanitas et Militaris” y de
“Criminogenesis”.
Departamento de Comunicación
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