José
Arcas pronuncia un I Pregón de los Reyes Magos henchido de autenticidad,
nostalgia, reflexión y anecdotario
“A
Rafael Mantaras habría que dedicarle una calle en Jerez porque no ha existido
nadie, ni existirá, que haya hecho más por los niños de Jerez, por la cabalgata
de Jerez y por la figura de los Reyes Magos”
Tal el espíritu primigenio y
genuino de la tradición de sus majestades Melchor, Gaspar y Baltasar de Oriente
(en Occidente), así podemos caracterizar y definir nunca al buen tuntún el muy
entrañable y concercano I Pregón Oficial de los Reyes Magos pronunciado por
José Arcas de los Reyes el pasado día 22 del corriente mes de diciembre en el
salón de actos culturales de El Corte Inglés de Jerez de la Frontera. Primera
edición y primera convocatoria de una iniciativa que, como ya se comentara por
activa y por pasiva durante el vivificante jerez de honor ofrecido al término
del acto, ha de contar para años sucesivos con una férrea continuidad cuyo
engarce además enhebre el fundamento –quintaesenciado- de su puesta en marcha e
incluso de su puesta en serie: exaltar y defender a ultranza los postulados
intrínsecos de una ancestral y patrimonial usanza (impoluta en su antigua y no obsoleta
idiosincrasia). Mano de santo y purga de Benito. La tradición de los Reyes
Magos siempre ha supuesto –para tirios y troyanos, para propios y extraños- el
bálsamo de Fierabrás cuyo lenitivo -y curativo- brebaje ha sido ortodoxamente legado
de generación en generación.
El valor de la ilusión, el
valor de la solidaridad, el valor de la felicidad del prójimo, el valor de
saber compartir, el valor de la familia, el valor de procurar el bien ajeno, el
valor de la generosidad, el valor de los frutos obtenidos (la recompensa del
esfuerzo personal), el valor del ejemplar comportamiento, el valor de la
esperanza, el valor de la alegría… El fecundo valor de la infancia (esa
referencial patria del hombre)… Toda esta suerte de decálogo ético fue puesta
en valor al punto y hora de concebir una novedad cultural –y asimismo social
habida cuenta su implícito engagement- por las empresas MAV-Comunicación
–creadora al efecto de dicho Pregón-, El Corte Inglés, Clínica Beiman, Bodegas
Álvaro Domecq y Escuela Superior de Idiomas de Jerez. Ocuparon la mesa
presidencial el orador de la noche, José Arcas de los Reyes, su presentadora
Nela García -¡bellísimas sus palabras de introito!-, José Luis Fernández Orozco
(Ayuntamiento de Jerez), Marco A. Velo (MAV-Comunicación), Isabel Mora (El
Corte Inglés) y Silvia del Ojo (Clínica Beiman).
El pregón de José Arcas
–presidente de la Asociación de Reyes Magos de Jerez- pulsó el busilis
histórico e intrahistórico de la realidad ¿ficcional? –¡bendita paradoja!- de
los Reyes Magos desde su bajorrelieve universal y local. El origen religioso
–cristiano- de sus majestades, ciertos resolutivos apuntes siquiera
carpetovetónicos, la exhaustiva crónica (cuajada de nombres propios en negrita)
de la fiesta en Jerez, la experiencia propia –y propiciadora- y la fértil
responsabilidad de encarnar a un Rey Mago, las consecutivas reflexiones a
granel, el gracejo confesional y los anecdotarios a mansalva… Arcas se sintió
cómodo en la tribuna de oradores. Habló de tú a tú al público desabrochando,
descorchando, todas las concavidades de la sinceridad: nada pronunció de
occultis. Los puntos sobre la íes y un breve memorándum a modo de catálogo de
intenciones. Y esbozos para la sonrisa, para la risa y -¡cómo no!- para la
carcajada. El público concurrente rió vez tras vez. También para los pespuntes
de la emoción. Los vellos de punta y la piel erizada. Alguna lágrima entonces
derramándose por la mejilla del anonimato.
Pregón bañado en la
autenticidad intrínseca de su autor. Mirabile dictu, mirabile visu. Admirable
de decir, admirable de ver. La exaltación de Arcas conjugó el conservadurismo
nada démodé de unas formas y unos modos con la crepitante modernidad de su
innegociable mantenimiento: “Los Reyes
Magos existieron, existen y existirán: lo comprobamos todos los años”.
Datos históricos, en efecto, y
consignaciones institucionales y nombres con su correspondiente apellido: habló
José Arcas del Reino de la Ilusión, del
“acto tan bonito del Alcázar”, del origen de la cabalgata en el año 1903 –“en
el que Luis de Isasi y Lacoste decide trasladar hacia los niños la idea
caritativa que le había inculcado su madre y organiza una primera cabalgata
para llevar regalos a los hijos de sus empleados”- , el Ateneo Jerezano toma la
alternativa en los años veinte “con sus medios limitados”, el Frente de
Juventudes, la Asociación Jerezana de Caridad “también tomó las riendas de la
Cabalgata” –“aquí es el punto de inflexión de la Cabalgata de Reyes de Jerez de
la Frontera”-, la precariedad de las primeras cabalgatas y su ramillete de
encajes de bolillos organizativos, el pescaíto y el fino Legionario que se
ofrecían a los Reyes Magos en la calle Cazón al término de la cabalgata,
aquella peripecia de los Reyes montados a caballo sin ninguna experiencia
ecuestre… Las Milicias Evangélicas, los Luises, los Descalzos… El Club de los
Reyes Magos, la juventud cofrade de la Unión de Hermandades, “la Peña los
100”, la costumbre de la Epifanía en los
países católicos, el mundo de los gentiles…
Nombró a notables valedores de
la tradición en Jerez. Manolo Liaño, José Alfonso Reimóndez ‘Lete’, Esteban
Viaña, Paco Pastrana, Pepe Núñez, la figura espléndida de Rafael Mantaras -“A Rafael Mantaras habría que dedicarle una
calle en Jerez porque no ha existido nadie, ni existirá, que haya hecho más por
los niños de Jerez, por la cabalgata de Jerez y por la figura de los Reyes
Magos”-, Manolo Monroy, Fernando Casas Morán, Pepe Castaño, Manolo Doña
–que ha presentado como nadie el acto de los Reyes Magos-, José Gutiérrez
Marín, Pepe Rubio, Carlos Orellana…
No quiso Arcas obviar un
reconocimiento atemporal a favor del Ayuntamiento: “Hay que agradecer a todos
los partidos que han estado, están y estarán en el Ayuntamiento que, desde el
año 1987, se hayan encargado de organizar la Cabalgata de los Reyes Magos, su
esfuerzo continuado y el resultado que ha dado y sigue dando”. El público
asistente disfrutó de veras con la crónica personal de la experiencia sin
parangón de encarnar a los Reyes Magos. Entonces fluyeron, desde el auditorio, la
mayor intensidad de todas las sensibilidades reconocidas y reconocibles. No
cupo pregonero más autorizado que José Arcas de los Reyes para un Pregón que
sin duda de ninguna clase seguirá dibujando en lo sucesivo sonrisas en el
rostro -de inocencia e ilusión- de esta ciudad que siempre acoge
–jubilosamente- la visita de sus Majestades de Oriente. Porque, como bien
señalara José Arcas, “los Reyes siempre seguirán existiendo”.