Ramón Clavijo Provencio,
quien fue definido por Francisco A. García Romero como “el nuevo Calímaco”,
dictó en la Real Academia de San Dionisio una interesante ponencia sobre “la
batalla del libro durante la posguerra en Jerez”
Brillante sesión de clausura
del ciclo ‘Jerez siempre’ en la Real Academia de San Dionisio de Ciencias,
Artes y Letras. El académico, miembro del Centro de Estudios Históricos
Jerezanos, colaborador de Diario de Jerez y director del Departamento de
Bibliotecas del Ayuntamiento de Jerez Ramón Clavijo Provencio dictó la ponencia
titulada ‘Una historia en penumbras: la batalla del libro en el Jerez de la
posguerra’. Fue presentado por el Académico de Número Francisco Antonio García
Romero en un introito que satisfizo por largo al concurrido auditorio. García
Romero, que se valió de un tono costumbrista y concercano y que asimismo elevó tan
casi fraternal prefacio a la categoría de referencias de la cultura clásica,
definió a Ramón Clavijo como el nuevo Calímaco.
Ramón Clavijo desglosó su
discurso apoyado en una presentación PowerPoint. Dejó a las claras que, a
niveles generales, la posguerra constituye, sobre todo en cuanto a la
referencia local, una de las etapas –aciagas etapas- poco conocidas –e incluso
reconocidas- de la historia de España. “Y cuando nos referimos a este periodo
señalamos la etapa denominada como ‘primer franquismo’ y que abarcaría desde la
finalización de la guerra civil hasta el año 1952, cuando algunos historiadores
sitúan el principio del fin del aislacionismo internacional de nuestro
país, tras la firma de los convenios de cooperación con los estados Unidos de
Norteamérica”. Destaquemos, entrecomilladas en su literalidad, algunas de las
aseveraciones del ponente:
“En
Jerez se adolece de trabajos de posguerra, de estudios sobre esta etapa. Hay
historiadores que lo han tocado desde perspectivas muy concretas. En la
literatura sí ha brotado un interés de la posguerra en el ámbito de todo el
país: por ejemplo obras como ´La colmena’, ‘Los girasoles ciegos’, ‘La buena reputación’ o ‘El lector de Julio Verne’.
Situándola en Jerez: ‘Dos días de
septiembre’, de José Manuel Caballero Bonald, ‘La gran borrachera’, de Manuel Halcón o ‘Arcadia feliz’ de Manuel Moreno”.
“Jerez
o ciudad hambrienta y hacinada. No es un calificativo exagerado. A pesar de que
no es una ciudad devastada por la guerra. Arriba, los terratenientes y
bodegueros. Abajo, los obreros. En medio, una muy debilitada sociedad media de
militares, eclesiásticos y algunos profesionales liberales. El delito que más
se produce es el delito contra la propiedad. Es una ciudad hambrienta. Es
también una ciudad hacinada”.
“En el ámbito cultural, las preocupaciones culturales no son las prioritarias. Pero había que controlar la libre circulación de ideas. Se establecen varias legislaciones al respecto: Orden de 23 diciembre de 1936, Orden de 16 septiembre 1937 y Ley de prensa 1938. Organismos: Junta de Defensa Nacional, Junta Técnica y Comisión de Cultura y Enseñanza. Entre los personajes actuantes entonces: José María Pemán, Julián Pemartín, Pedro Sainz Rodríguez, Eugenio d’Ors y Javier Lasso de la Vega”.
“Manuel Esteve Guerrero ejerce de bibliotecario en Jerez desde el año 1932. Le da un giro técnico a la Biblioteca Municipal. Hay que tenerlo muy en cuenta. Se encuentra en el año 1936 con una gran represión en el Ayuntamiento. En 1995 hice una biografía divulgativa de Esteve. Inconclusa por las características del libro. Se me quedó la espina de acentuar algunos aspectos”.
“¿Qué pasó con el mundo de los bibliotecarios? Muchos represaliados. Pero en Jerez se mantiene. La explicación es que Manuel Esteve se tuvo que plegar a las directrices que emanaban del mundo de la cultura oficial. Manuel Esteve procura adaptarse a las circunstancias tratando de que haya la menor destrucción sobre los fondos de la Biblioteca Municipal. Sobre el fondo bibliográfico. Hay de subrayar que entonces late la guerra del libro. Se destruye patrimonio. Hubo también destrozos en otros fondos bibliográficos del país por falta de formación”.