Navidad, Vicente Prieto, lentisco... Columna semanal de Marco A. Velo en Diario de Jerez




Jerez es ciudad de neta tradición navideña. Por la fluctuación de sus autóctonas señas de identidad y –¡diga usted que sí, don José Alfonso Reimóndez López ‘Lete’ de barbita blanquecina que habita los cielos no perdidos de nuestra nostalgia!- por la destreza artística en el noble arte de “montar el Nacimiento”, léase la suprema habilidad del belenismo como diapasón de lo congénito. Primer receso: atendamos con solícito primor la exposición que estos días ofrece a la ciudadanía la Real Academia de San Dionisio: est modus in rebus. Jerez y la Navidad se retroalimentan desde antiguo: como la indivisible línea latente entre el polígrafo y las verdades absolutas de la interioridad local. Aquí Navidad es Pepe Guerra Carretero, in memoriam, de bata blanca y plurales figuritas de pastores inéditos. Y José Ramón Fernández Lira –“¡niño, yo no soy el Lira, yo soy don José Ramón”- tallando en corcho la efigie de la siempre alba estrella de Belén. ¿Ha hecho justicia Jerez con el sello y la marca tan suya y tan inimitable del polifacético y multifacético Fernández Lira -por largo visionario adelantado a su tiempo y a su tempus-?

Jerez en Navidad es lentisco hecho revista de Asociación de Belenistas y abriguitos de algarabía arrebujada en la exposición de dioramas de los Claustros de Santo Domingo. Es hacendosa melancolía de Juguetería Álvarez alzando su doble escaparate -Geyperman y futbolines a la izquierda y muñecas y cocinitas a la derecha- a una altura comparable a la vista ascendente de un chiquillo plantado a pies de rascacielos de Nueva York. Punto y seguido de prosa de Julio Camba. Fuimos, sí, a la EGB de los hermanos don Manuel y don Camilo de Caso Garrido pero también -pies en polvorosa tirando y estirando en contradanza de la mano de nuestros padres- asistíamos -anonadados- al pasillo entrante, a la antesala munificente de aquella juguetería de la calle Doña Blanca que mismamente nos parecía la fábrica de los sueños a tiro de piedra de tantos sofrenados requerimientos. ¡Qué fastidio de cristalera -de contravidriera- que hacía las veces -¡la muy entrometida!- de calcomanías de miradas embobadas y expresiones boquiabiertas de los niños de entonces! Entre el anhelo y la posibilidad se erigía -fastidioso, pétreo, infranqueable- el cristal doble ancho de unos escaparates con funciones de bálsamo de Fierabrás: todo lo curaban en un santiamén…

Mañana martes hablará a rienda suelta de ilusiones y de la (inmutable) infancia (patria del hombre según Rilke) y de Magos de Oriente uno de los hombres y de los nombres que más y mejor -labora, labora, labora- ha ejercido y ejercitado la musculación de la anatomía navideña jerezana: Vicente Prieto Bononato. Lo hará en la Capilla de San Juan de Letrán a las 21.00 horas para pronunciar el II Pregón de los Reyes Magos (organizado y coorganizado por un buen puñado de empresas e instituciones que, sin ánimo de lucro, aportan esta loable iniciativa a la conformación y confirmación de un memorial que no decrece a pesar de los pesares de los novismos actuantes). Vicente Prieto conoce muy de cerca a su Majestad Baltasar. Casi como de si de una reencarnación se tratase. Y su calidad de Presidente Honorario de la Asociación de Belenistas de Jerez -¡no ha echado peonadas Vicente en pro de la entidad de la calle Chancillería, de la calle Circo!- ha posibilitado que tratara de tú a tú, de vuecencia a vuecencia, con Melchor y Gaspar. Sostienen y mantienen una bien asentada amistad. Vicente, que fue niño -¿lo sigue siendo en el busilis de su ideario?- y es padre, pregonará las excelencias de los Reyes Magos y el arsenal de valores humanos -¡oh, pica en Flandes!- que rodea y engloba a la gran fiesta del 6 de enero… Mañana la palabra de Vicente se hará Verbo -en mayúsculas-. Y anuncio y testimonio. Y metáfora y moraleja. Y garganta y luz. Porque, como escribió Quevedo, “del mérito propio sale el resplandor”.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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