Mérida y Almagro ponen acento clásico al verano teatral
TEXTO: Julio Bravo. ABC Cultura.
El verano teatral español tiene dos nombres propios que sobresalen por encima de los demás: Mérida y Almagro. Vertebrados en torno a dos escenarios muy singulares, el Teatro Romano en la ciudad extremeña y el Corral de Comedias en la manchega, los dos festivales de más honda huella en nuestra escena levantan esta semana el telón. El miércoles 5 lo hará Mérida, con una nueva producción de «La Orestíada», de Esquilo, dirigida por José Carlos Plaza; y al día siguiente Almagro, que, tras rendir homenaje a José Sacristán, estrenará «La dama duende», de Calderón, el nuevo montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, que cuenta con la dirección deHelena Pimenta.
Crear una programación «ecléctica». Ese es el objetivo de Jesús Cimarro, director del festival de Mérida desde hace cinco años. Es uno de los productores teatrales más importantes de España (responsable de Pentación), y ha llevado esa mentalidad a un certamen que, dice, «tenía52.000 espectadores cuando lo cogí y el año pasado llegó a los 163.000». El público es su principal objetivo y por eso busca combinar la comedia con la tragedia. «Hasta ahora ha respondido a la variedad que le hemos ofrecido», asegura.
A la hora de elaborar la programación, piensa en primer lugar en los títulos, pero uno de los sellos de la etapa de Cimarro al frente del festival son losrepartos, salpicados con nombres muy populares, lo que le ha valido alguna crítica. «Las escucho, pero haga lo que haga es normal que haya críticas; siempre las habrá. Lo importante es que el público responda, porque eso significa que se ha elegido el camino correcto».
«La Orestíada» es el primer título de este año. Dirige uno de los grandes veteranos de nuestra escena, José Carlos Plaza, y el reparto lo componen Roberto Álvarez, Alberto Berzal, Juan Fernández, Felipe García Vélez, Ricardo Gómez, Maria Isasi, Amaia Salamanca y Ana Wagener. Plaza ya montó la obra hace veintisiete años, recuerda, y la encuentra incluso más actual que entonces. «Es una obra clave para el conocimiento de nosotros mismos y por lo tanto del comportamiento del ser humano». Su principal preocupación es ver «cómo la fuerza del pasado repercute en la gente joven» porque, se lamenta, hemos evolucionado muy poco desde la época de los griegos. «Lo hemos hecho en la parte técnica, pero en el pensamiento no solo no hemos avanzado, sino que ni siquiera llegamos a los griegos». Siente angustia ante la situación actual, y cree que el teatro no ha de ser una crónica de la sociedad, «sino que ha de contribuir a levantar el alma humana, a elevar el nivel moral. Eso es el teatro».
La entrega a José Sacristán del premio Corral de Comedias servirá de prólogo a una edición especial del Festival de Almagro, ya que es la cuadragésima y puede ser la última que cuente con la batuta de Natalia Menéndez. «Anunciaré mi futuro cuando termine el festival. Hasta entonces el protagonismo es de la programación», dice tajante. Y en ésta, destaca la directora su carácter internacional. «Están representados trece países, más que ningún año anterior, y con montajes de lugares como Rumanía o Israel, que no habían venido nunca a Almagro».
Se siente la directora muy satisfecha también de presentar veinticinco estrenos nacionales o absolutos, «lo que quiere decir que no solo echamos la vista al pasado -hay guiños a las ediciones pasadas y un recuerdo de estos cuarenta años de vida-, sino que miramos hacia adelante con una edición que, pretendiendo que sea para todos los gustos, no es en absoluto “facilona”, y que provoca respirar cultura».
La Compañía Nacional de Teatro Clásico. como es habitual, estrena en Almagro su nueva producción: «La dama duende», de Calderón de la Barca. Helena Pimenta dirige a un elenco formado por Rafa Castejón, Álvaro de Juan, Marta Poveda, David Boceta, Paco Rojas, Joaquín Notario, Nuria Gallardo, Cecilia Solaguren y Rosa Zaragoza.
Marta Poveda repite protagonista con la CNTC (también lo es en «El perro del hortelano», que se presentará en Almagro tras «La dama duende»). «Los universos de Lope y de Calderón son completamente distintos -dice la actriz-; Lope fluye como un río, mientras que Calderón tiene una gran complejidad, con muchos planos en un solo parlamento. En Lope la palabra lleva al pensamiento, y en Calderón ocurre al revés». Está feliz de poder contar la historia de una mujer, «pero además encarnar a dos personajes femeninos tan fascinantes y distintos es para una actriz una aventura maravillosa; y vivir la experiencia de interpretar a las dos de manera seguida en Almagro una de las cosas más bonitas que voy a poder vivir».