Terele Pávez, una actriz de primer plano





Texto: Marco A. Velo

En la expresión cetrina -e incluso a veces ceniza- de su rostro ¿cariacontecido? se parapetaba todo un dramatismo -siempre desgarrado, siempre al desgaire- circunspecto y punto menos que impotente. Los papeles cinematográficos de Terele Pávez encarnaban taxativamente lo descarnado. El cuajo de herida del alma abierta. La supuración del amargor inconfeso. La furia incontinenti. El lado izquierdo de la insatisfacción doliente. Futuro inmediato engañosamente prometeico sin derecho al pataleo. Dio vida e inmortalidad  a Régula, la matriarca sufridora del filme ‘Los santos inocentes’, y ya para entonces la casta del arquetipo del señorito andaluz quedó tamizado de confrontaciones no necesariamente sumisas. Una artista de primer plano. Habitando ya en la cúspide de la enfermedad respondió así a propósito de su estado de salud: “¿Qué cómo me encuentro? Fíjate si me encuentro bien que hasta tengo sentimientos”.

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