Cristina, José María y el periodista católico



Marco A. Velo – Jerez íntimo – Diario de Jerez

La comunicación social mueve masas diseccionando y direccionando contenidos a menudo de discutible veracidad. Cualquier hijo de vecino puede convertirse o reconvertirse en un comunicador de largo alcance si apenas posee un ordenador portátil, una mesa de mezcla, cuatro micrófonos y un roll up. Además del valor de la marca y del epígrafe pegadizo (por bandera). Otro cantar será la consustancial capacidad para generar inéditos  contenidos periodísticos de autoría propia. Quiere decirse que la sistematización  de medios de comunicación oficiales o potenciales singla ya al albur de voluntades unipersonales. Fruto del plenilunio o de la apoteosis de la así apellidada Era Digital.

Los autodenominados periodistas cristianos han de permanecer muy atentos al fogonazo austral de las mascaradas informativas que invaden el suelo patrio. Ojo avizor, ojo clínico, ojo alerta. Nunca ojo de buen cubero, porque la indiferencia ya no es inexistencia. ¿Necesita un revisionismo el discurso comunicacional de la Iglesia a partir de estrategias de mayor impacto de multitudes? El debate que abre sendos signos de interrogación merece cuanto menos dos pensadas y tres sentadas. Se me viene a la mente un verso de César González-Ruano que incluso suena a lema de Plan de Comunicación: “Desde el alma para ver la enorme audiencia”.

Hace ya la friolera de casi veinte años el recordado catedrático de la Universidad Complutense José María Desantes Guanter dictó una cristalina ponencia titulada ‘La responsabilidad social del periodista católico’. ¡Ahí es nada! No hablamos de un ocasional ponente de tres al cuarto. Sino del eminente autor de obras ensayísticas tales como ‘La información como derecho’, ‘La función de informar’ o ‘La cláusula de la conciencia’. ¿Cabe concepto más rompedor y más doctrinal a la misma vez que ‘La cláusula de la conciencia’? Sería quijotesco pensar que conciencia y verdad no son dos filamentos de una idéntica fragancia.

Remiro en mis apuntes de cuando entonces y, con enérgico fluorescente amarillo, subrayo las siguientes aseveraciones de Desantes: “En la comunicación de hechos, que se dirige al conocimiento, la verdad constitutiva es la llamada verdad lógica o adecuación de lo comunicado con la realidad (…) La verdad, en la comunicación de ideas, es el bien. El peligro es que el mal puede comunicarse como bien, que es engañosamente apetecible, y destruir la comunidad”. Me pregunto: ¿no es capaz la apariencia del bien – la astucia comunicativa con escondido tridente en su alfabeto- propagarse como el fuego fatuo para engañifa de toda una mentalidad colectiva?

En una tampoco demasiado añeja libreta de apuntes anoté cuatro o cinco ideas que pude captarle in illo témpore a la locutora de COPE Cristina López Schlichting: “El hombre de nuestra época se desliza hacia el escepticismo a medida que envejece y el católico corre naturalmente el mismo riesgo (…) La ideología es un corsé que se impone a la realidad con absoluta indiferencia hacia ella, con absoluto desprecio hacia lo que la realidad es". Continúo pensando en voz alta: ¿no ha llegado la hora, por tanto, de convertir la comunicación en un carisma laical que favorezca el encuentro entre el hombre de hoy y la palabra salvífica de Cristo? ¿Por qué no este soplo de aire fresco si manejamos un material de alto voltaje?

¿Nuevas tecnologías y nueva evangelización no pueden caminar de la mano hasta la médula  de la propagación del mensaje (cristiano) que también precisa de los códigos del marketing moderno? Y aludo a la significación de lo moderno y jamás a la manoseada y manipulada de lo posmoderno. Porque el Catecismo de la Iglesia Católica ya deja claro cómo la posmodernidad sostiene que no hay método alguno suficientemente coherente para aprehender la realidad. Hoy me dispuse a escribir al dictado de cuatro temas diferentes al expuesto monográficamente en los párrafos precedentes. Será que también en el ejercicio de la columna periodística el hombre propone y Dios dispone...

PROGRAMACIÓN CULTURAL

PROGRAMACIÓN CULTURAL