¿Un detritus maloliente?

Sin alborozo, sin triunfalismo rampante, sin familiaridades inexcusables, sin rumbosa algarabía. Sino con meditado temple, con proyección a corto plazo, con arrebatada expectación. Así ha proyectado mi amiguísimo y hermano en la Fe (no sólo circunscrita a Cristo: también a incontables y a veces incontenibles devociones culturales y, a la suma y a la postre, vitales) Ernesto Romero del Castillo sus lecturas de verano. Conozco los libros que aguardan en la mesita de noche del hermano Ernesto. Dos volúmenes de tomo y lomo que enseguida repatriarán las claves y las llaves del quid de la cuestión española por entre las retinas de este inconformista –y por ende denunciador- articulista de Información. Precisamente el pasado lunes desvelaba Ernesto los títulos de sus dos obras reservadas, pospuestas y asimismo propuestas –al hacerlas públicas mediante la extensión del papel prensa- para los meses caniculares: Y si habla mal de España… es español y Lo que queda de España.

Para mí tengo que Ernesto ha acertado por partida doble. A juzgar por el talento literario de los autores de dichas publicaciones y por el número de libros no perecederos que ha colocado y recolocado con delicadeza de amanuense encima –ya digo- de esa mesita de noche tan próxima al pretérito –pero no preterido- lienzo de Quien Todo Lo Puede (Morador Sagrado de la Sevilla Eterna de su Propio Nombre: Gran Poder). Se me antoja sensata la propuesta de dos libros para el verano en tanto en cuanto suman páginas al alcance de la mano (y nunca mejor asentada la frase hecha). Hay mentecatos despabilados que planean leerse la Biblioteca Nacional bajo la férula del solano para finalmente ni siquiera endosarse entre pecho y espalda párrafo y medio del prólogo del primer título del nutridísimo censo fallidamente esbozado. Si Ernesto ha repuntado en su agendita de bolsillo dos libros, entonces será más que previsible nuestra charla al respecto de Fernando Sánchez Dragó y Federico Jiménez Losantos allá por la procesión de la sanluqueña Virgen de la Caridad.

Ya anticipo que Y si habla mal de España… es español gustara sobremanera a nuestro Ernesto. Disfrutará igualmente en un doble sentido: temáticamente se ajusta a la ideología de este lector potencial y… literariamente… ¡Literariamente, qué caramba, toda producción de Sánchez Dragó resuma y compendia y sintetiza la sabiduría de un escritor innatamente facultado para el don de las letras! La ignorancia que campea en este país nuestro tan abocado a la mínima expresión ha potenciado –imaginariamente dando palos de ciego en la oscuridad- una síntesis de Dragó reducida a la nadería de sus orejas de burro en el informativo de la televisión madrileña. A ese golpe de efecto y a su bien fundamentada heterodoxia. Si repasamos la historia de la humanidad, no escasas heterodoxias luego devinieron en triunfantes ortodoxias. Pero España sobrevuela ahora al socaire de “las inferiorizadas” y “las miembras” inexistentes de la inexistente Bibiana Aído y su inexistente Ministerio de Igualdad. (Permítanme una puntual digresión: Me parece inadmisible que, saliendo al paso, como de hecho han salido -¡indignados!- los miembros de la Real Academia Española, algunos exponentes del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero salten a la palestra de la defensa de Bibiana minusvalorando y relativizando y minimizando la pureza del castellano).

Cuando Ernesto se pegue el chapuzón en la prosa de Dragó –aguas cristalinas de un crucial ensayo nacional y no nacionalista-, como buceador de acento y acanto periodístico, oirá el llanto de un esciente escritor aquejado de desencanto, de impotencia manifiesta, de un hacedor de análisis a todas luces comprobables. Dos llantinas ya atenderá Ernesto en la lontananza de los meses estivales: el de Dragó escribiendo “a contraespaña” y la tonadilla del milagrero cisne de la procreación en la gargantita de su hija Ángela. No existe mejor banda sonora para el telón de fondo de las calores que ya mismito nos derriten como exoneración física. De la jerga de los políticos a la chapuza de los planes de enseñanza, del solecismo de determinados artistas al ninguneo de las elementales normas de la gramática. España es… ¿un detritus maloliente? ¿Excusatio non petita, accusatio manifesta? Ya me contará Ernesto, ya me contará…

PROGRAMACIÓN CULTURAL

PROGRAMACIÓN CULTURAL