Palabras de introito a la ponencia de Enrique Víctor de Mora en la Escuela de Hostelería
Sr. Presidente del Círculo Cofrade El Muñidor don José María Prieto Guinea. Estimadísimo y preclaro, abogado y pregonero, defensor del Reino de Cristo, cofrade y hombre de ley –magister et amicus- don Enrique Víctor de Mora y Quirós. Querido don Fernando Barrera Cuñado, compañero don Francisco Carrasco. Señoras y señores, amigos todos.
Como un –silente, altivo y gallardo- Diputado de Cruz de Guía que acaricia entre sus dedos el papel rugoso de la credencial de la cofradía, así nos presentamos hoy –noche de presagios del tiempo de vísperas- ante tan digna concurrencia.
Porque –así como hemos colocado en nuestra frente la rúbrica cristiana del “polvo eres y en polvo te convertirás” del Miércoles de Ceniza, ya después de este anual refrendo de nuestra fragilidad humana, de nuestra fugacidad existencial- todo se convierte y reconvierte en inquieta e inquisitiva cuenta atrás de unas sensaciones que –por sabidas y archisabidas- siempre nos regresarán al paraíso soñado de lo no vivido –aunque de veras presentido- en la inminencia de los sones de corneta y en la medida y la gracia de unas bambalinas a la vuelta de la esquina de la memoria.
Estamos en los medios de la Santa Cuaresma.
Y hoy la Escuela de Hostelería y el Círculo Cofrade El Muñidor –auténtico impulsor y ejecutor del presente ciclo de ponencias- nos echamos la cola sobre el brazo, ajustado ya el esparto a la cintura de unas emociones color sepia, y agarramos el Palermo con el horario de Cruz de una corporación nazarena que estacionará por tres veces –los tres martes previos a la Semana Santa- en la Catedral y en la Cátedra de esta tribuna de oradores reservada para las voces experimentadas de la urbe y de la orbe de la Semana Santa de Jerez.
Hoy porta la Cruz de Guía un hombre elegante en la doble significación del término. Escrutador de esencias y observador de quintaesencias (léase, verbigracia, el sereno temblor del costillar del purismo cofradiero que, a las plantas de la sevillanísima Virgen del Valle, acontece a la altura del mediodía cada Viernes de Dolores en la Tierra de María Santísima).
Cruz de Guía la suya –también- de tremolina de nervios de tarde de Miércoles Santo bajo un sol de justicia justificando (empero) la injusticia de Cristo Flagelado.
En nombre de la Escuela de Hostelería inicio esta gramatical procesión de las Buenas Letras agradeciendo y felicitando al Círculo Cofrade El Muñidor por su exacta y exhaustiva ejecutoria. Y, cómo no, a los ponentes que se revisten del santo hábito de la palabra desnuda de silogismos, galimatías y sierpes de dobles lecturas. Ellos hablan claro y fuerte como la resonancia del Mensaje de Cristo.
Anticiparos que, una vez recogida la procesión de la conferencia de nuestro admirado Enrique Víctor –como mandan los cánones de la convivencia avalada por el logro de la renovación de la Estación de Penitencia- la mayordomía de esta Escuela de Hostelería ha preparado unos aperitivos que –si bien distan bastante del castizo bocadillo de chorizo y pescaíto frito tan del uso de los cofrades- satisfarán –en su variedad- a quienes ahora ocupáis los palcos y sillas de esta improvisada Carrera Oficial.
Cerrará el acto –a modo de últimas oraciones de acción de gracias- el presidente del Muñidor, hermano mayor y mayor de los hermanos –por sapiencia y por edad- de los cofrades y no cofrades ahora unidos y reunidos bajo el manto protector de la Divina Providencia.
La cofradía –in icto oculi, en un abrir y cerrar de ojos-, señoras y señores, ha alcanzado el primer palquillo de control de horas. Se detiene –a paso quedo- el cortejo. El hermano Diputado de Cruz Fernando Barrera Cuñado se dispone a subir los escalones de la mesa de firmas. Proceda, pues, don Fernando a estampar la bendita reseña y contraseña de su presentación con el temple nazareno y la ejemplar veteranía que le caracteriza.
Muchas gracias.