Loco de contento

Ando loco de contento por múltiples razones. A) Por las vivencias inenarrables de mi pasada Semana Santa (cuentas de un rosario interno de reinterpretaciones, captaciones e indagaciones cuyos resultados elevan a la enésima potencia mi creencia en Dios, en la buena voluntad de los cofrades y en la plenitud de una majestuosa tradición legada de mayores a pequeños). B) Por la calidad de las fotografías que inmortaliza mi –minúscula, delgadísima, ligerísima- cámara digital. Fue el último regalo que abrí durante la mañana jubilosa de Reyes Magos y, desde entonces acá, se ha convertido en cartuchera/compañera inseparable de mis particulares andanzas profesionales/personales. Quien tuvo a bien regalármela gastó sus buenos cuartos en la adquisición de este modelo modernísimo, funcional, espectacular. Sepan los lectores que prácticamente todas las fotografías ilustradoras del presente blog pertenecen a la mano diestra de mi menda lerenda. Y no me negarán -¡modestia aparte!- que algunas de las disparadas en Sevilla no tienen su aquel. C) Por las dos estaciones de penitencia que el Señor de los Cielos ha querido depararme. Los continuos abrazos fundidos con los hermanos nazarenos y costaleros de las Cinco Llagas en San Francisco y la plétora de emociones secretas avivadas, apenas diez horas después, en el interior de la iglesia de San Pedro quedan ya enmarcadas con moldura de oro dentro del edén de los memoriales íntimos de quien esto suscribe. D) Porque ahora toca toque de inflexión, señalización de un antes y un después, punto de freno a los intensísimos meses que llevan jalonando –para mi mejor contento y mi mayor coleto- la última etapa de mi vida. No menguaré el frenesí de la movilidad, el adarme del trajín, los surcos de los proyectos, el abismo de las iniciativas pero, eso sí, dispondré de horas por delante para sentarme a escribir templadamente, creativamente, rítmicamente. Necesitaba como agua de mayo mi reencuentro con los espacios en blanco a efecto de rellenarlos de letras, críticas, crónicas, glosas y otras cosas. E) Porque descubro –como un satisfecho buscador de la Isla del Tesoro- que he ganado infinidad de amigos/as de un tiempo a esta parte. Y los defino tal que así porque de tal calibre los considero. A pesar de mis escapadas o de mis espantadas, continúan erre que erre –tesoneramente- demostrando que permanecen impasibles y comprensibles al ladito de mi causa. ¡Un millón de gracias por el desglose permanente del verbo compartir! Y, como sentenciara, mi idolatrado Super Ratón: “No se vayan todavía, aún hay más”. ¿Cuándo? Mañana, en este blog. Mañana y pasado y pasado mañana y…

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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