Merecidísimo nombramiento
Entre Paco Garrido y yo siempre ha existido una finísima, adivinable, natural sintonía. Nos apreciamos sobremanera porque nos entendemos sin apenas musitar media palabra. Estrenándome yo en la columna periodística diaria –hace ya una ventolera de años- dediqué a Paco una concatenada colección de artículos inacabados de afectos. Doce o catorce faldones indicadores de mi grado de admiración. Nuestra amistad ni ha ganado enteros ni ha perdido escalafones con el devenir de los tiempos: francamente se ha mantenido con la máxima cota de reciprocidad inicial. Cuando dos personas cuajan en la misma onda… no hay fuerza motriz que las descascarille. Porque –en el peor de los casos- una de las dos mantendrá el hilo conductor de la comunicación. Podría ahora narrar múltiples enseñazas de Paco. Aquella salida –juntos- de la Capilla de las Angustias detrás del féretro de Lete. Aquel… “y seguirán los pájaros cantando”. Aquel desayuno ilustrándome acerca de las caballerosidades de Manuel Martínez Arce. Pues bien: la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras ha demostrado otra vez su ojo avizor para fichar intelectos con nombre propio. Hace unos días los académicos jerezanos han recibido a Paco Garrido en su seno. Una noticia de titulares cibernéticos que hoy cuelgo en el blog de mi contento. Merecidísimo nombramiento, sí señor.