Publicado en los periódicos 'La Voz de Cádiz' y 'La Voz de Jerez'

Faustino Rodríguez, en la Feria de Jerez desde el año 1962

Actualmente ofrece en el Real las casetas del Bar Juanito y El Ajolí

La Feria de Jerez, como todo acontecimiento social que se precie, como toda manifestación de la alegría, como toda expresión local, cuenta con sus referencias, con sus puntos de encuentro, con sus rincones indispensables. En el Parque González Hontoria se nos abre –como una flor de expansiva cordialidad- los pétalos de cuantos abrazos nos aguardan impacientemente en el brindis de lo leal, de lo castizo, de lo cabal. También sobre el albero emerge la urdimbre afectiva tan típicamente jerezana. Esta ciudad efímera –la Feria lo es en sí misma- exige una ruta de obligado cumplimiento (por razones de empaque, de excelente acogida, de caché personal). Porque toda manifestación popular conserva –en sus más genuinas raíces- el caudal imperecedero de las señas de identidad. El Real de la Feria hace gala de su veteranía, de su colectivo don de gentes, de su señorío magnánimo, de su galanura y de su abierta fraternidad. Precisamente la fraternidad, la hospitalidad y la vivacidad poseen –arracimadas bajo los hondones de la amistad- nombre propio: Faustino Rodríguez.

No necesita presentación. Faustino es conocido, reconocido y archiconocido en el Jerez de sus amores. Ha logrado por derecho propio una titulación de alta nobleza: ser profeta en su tierra. Faustino nos atiende con esa contagiante simpatía que le chorrea por los cuatro costados de hombre que se sabe muy camarada, muy adicto, muy compañero de sus amigos. Posee el liderazgo de la conversación, la afabilidad de la franqueza de veras creíble, la transparencia de los seres revestidos del don de la sociabilidad. Cualquiera –vecino o forastero- se siente reconfortado a su lado. El renombre del Bar Juanito no parte de ninguna casualidad. Nadie regala nada a nadie. Su actual propietario ha sabido ganarse a pulso –pasito a paso- la imantación, la respuesta, el respaldo incondicional de sus muchísimos clientes pertenecientes tanto a Jerez como provenientes de diferentes puntos la geografía española.

Hablamos con Faustino de su presencia en la Feria. Lo hacemos al calor consuetudinario de una copa de vino. “¿La acompañamos –me pregunta- de una tapa de albóndigas de mi hermana Tere? Son las mejores del contorno. El otro día Ángel Nieto se comió cinco raciones”. No rechazo, naturalmente, la propuesta. Juntos celebramos, al socaire de la entrevista, el premio –otro más en su fecundo historial- que ha recibido en la VIII Edición de los Premios Anuales de Mandos Intermedios de Turismo y Hostelería en la modalidad de Hospitalidad Turística.

Faustino hace la Feria de Sevilla desde el año 1970: “De allí vengo con satisfacción porque todo me ha ido bien. No he notado la crisis en tanto en cuanto me pagan en septiembre. Fíjate los años que llevo en esto de nuestras ferias. Soy de los que más saben de la Feria de Jerez. Y no lo digo por decirlo. Ya en el año 1962 monté la primera caseta, la de Palomino y Vergara. Desde entonces hasta la fecha no he faltado un solo año. Son cuarenta y siete años de Feria, que se dice pronto”. Esta dilatada experiencia ha redundado en beneficio de los servicios que Faustino ofrece a toda su variada clientela. Las casetas del Bar Juanito y El Ajolí pertenecen a su recaudo. Dos epicentros de buena mesa, buen vino y buena camaradería.

Los jerezanos saben a ciencia cierta que en ambas casetas encontrarán gastronomía de calidad. De hecho allí pueden consumir la práctica totalidad de la carta que a diario encuentran en el Bar Juanito. Destaquemos, por ejemplo, las mencionadas albóndigas, el salpicón de mariscos, la berza, los fideos con langostinos, las papas con chocos, las célebres alcachofas, las croquetas de jamón caseras o los boquerones. La cocina es de alta calidad. Los comensales habituales pueden atestiguar la justicia y la justeza de su merecida fama.

Para Faustino Rodríguez, “la Feria de Jerez es maravillosa aunque yo, personalmente, la dotaría de la posibilidad de un diez por ciento de casetas privadas. La privacidad otorga unas propuestas a favor del público que no pueden realizarse en las casetas de entrada libre. Por ejemplo una cuidada serie de actuaciones de artistas de primera línea”. Ya huele a Feria del Caballo. Jerez está a punto. Los ciudadanos repetirán la sana costumbre de visitar las casetas del Bar Juanito y de ‘El Ajolí’, emblemas de una Feria que tiene en Faustino Rodríguez a uno de sus mejores representantes.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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