En grácil mezcolanza con el devenir de los tiempos

Discurso inauguración Aulario Permanente de Historia

En la protohistoria los iberos acudían anualmente a Montségur para rendir homenaje al sol en el equinoccio de otoño. De la protohistoria a nuestro hodierno siglo XXI han llovido todos los chaparrones –habidos y por haber, Habidis y por deber- y sin embargo la humanidad sigue anclada en su alcazaba de desafueros y en su tronera de desatinos. No obstante coexisten impulsos del todo beneficiadores que mantienen su furor. Por ejemplo: a día de hoy, al igual que en aquellos entonces los iberos, nos apetece renovar cualquier prístino homenaje al sol y asimismo se nos antoja hacerlo a tiempo presente, es decir, igualmente en esta época también otoñal.

Aunque… Cabría preguntarnos a qué ton nuestra fogosa apetencia por homenajear al astro rey. Y de seguidillo la respuesta no tampoco encontraría ninguna laberíntica paráfrasis. Pues llana y sencillamente porque hoy concurren en este acto que nos convoca –a imagen y semejanza del sol- todo el calor pendular de la Historia como género mayor y toda la luz de su estudio como asignatura de necesaria exploración, indagación y averiguación.

Iniciamos un ciclo que, coorganizado por el Grupo Romero Caballero y el Centro de Estudios Históricos Jerezanos, tributará honores al rigor investigativo, a la contrastada veracidad del dato, a la fundamentada interjección del documento y a la revitalización de los acontecimientos que ya no duermen el sueño de los justos en la ciudad dormitorio de sus estantes de bibliotecas. Los investigadores, los historiadores y –en suma y por ende- los intelectuales que subirán a la atalaya de este atril (por vera o por la Porvera de un asfalto de micrófono y casa hostelera) arrojarán –al por mayor y al pie de la letra- unos centones de profesionalidad, currículo, trayectoria, ecuanimidad, madurez y reconocimiento académico.

Todos los ponentes, absolutamente todos, han de enmarcarse como reconocidos hijos legítimos de la Cultura que –en grácil mezcolanza con el devenir del destino, de la Diosa Fortuna o de la Madre Estrella- ahora descienden de las crónicas heroicas de Alfonso X el Sabio o de la impagable aportación de eximios predecesores como, verbigracia, Hipólito Sancho de Sopranis.

Conoceremos –de profundis, a tiro hecho, a toda costa, a todas luces y a todo pasto- el arquitrabe y a su vez el frontispicio del Jerez artístico, monumental, medieval, urbanístico, heráldico e inclusive el intrahistórico: dícese aquella ciudad imaginada o imaginaria que todavía palpita intramuros de las verdades a medias o de las medias certezas. En efecto: así como el mundo es simultáneo, la Historia a veces se quiere transversal, entrecruzada, laberíntica y a ratos atrabiliaria, infusa e inexacta.

Hasta que investigadores del corte y la talla de cuantos –laboriosamente- componen el Centro de Estudios Históricos Jerezanos saltaron a la palestra del mapamundi de la reconstrucción de los hechos. Entonces el polvo voló enérgicamente de las tapas de los archivadores y el esclarecimiento de los legajos fue trascrito en negros sobre blanco hasta su consagración de tesis, volúmenes librescos, ensayos infalibles y hallazgos imbatibles.

El Aulario que hoy bautizamos con las aguas del Jordán de este Centro de Estudios sacrosantamente balsámico nos bendecirá con su rosario de mandamientos de la ley taquigrafiada –a fuego y miel- por escribanos tales los Mendoza, los Dávila, los Amaya, los Riquel, los Orbaneja o, muchos lustros más tarde, los Juan de Espínola y Torres o Bartolomé Gutiérrez.

Con su voz engolada de erudito plenipotenciario y con su garra de oso cavernario, don Camilo José Cela dejó escrito –caligrafía menuda de hormigas en hilera de igualdad- que no es costumbre que la costumbre deje de ser costumbre. Otro cantar será si las costumbres de nuestros antepasados - tamizadas por el velo de la omisión, por el manto del calendario y por el olvido de los años- no merecen la reseña de su enseñanza y el predicamento de su transmisión. A tal fin se unen a todos vosotros los investigadores del Centro de Estudios Históricos Jerezanos y al socaire de tan lícito propósito dedicamos in situ nuestro más enérgico y valedero aplauso.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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