José Carlos Fernández

La casualidad –ese irresoluto rastro de lo inhóspito- nos reunió de nuevo el pasado jueves noche en una cena de postín que, opíparo menú al montón y al mentón, coronaría las Jornadas Técnicas de los Editores Andaluces celebrada hace apenas tres jornadas en Jerez. Fue rencuentro anhelado por ambas partes. Hace meses estuve a punto de solicitarle un encuentro a medias fraternal, a medias profesional. Pero desistí del intento por mor de su bien merecido asueto (anda el hombre recreándose en el ágora del descanso del guerrero). Hablo de José Carlos Fernández Moreno, amigo y maestro en la cátedra de la mundología del saber ser/saber estar. Charlamos de sirios y troyanos, de periódicos y de digitalización de la prensa, de San Fernando cofradiero y de librillos, libretos y libracos. A la mañana siguiente desayunamos en el ‘Café de París’ de mi espacio radiofónico. Me honraba parrafar, paliquear y parlotear con José Carlos Fernández: un gestor cultural multifacético, inquieto como la letra encima del teclado, versátil como la miscelánea del alfabeto y ordenado como la ecuación de toda biblioteca que se precie. Nos situamos en dos lugares a la misma vez: San Fernando y Jerez. Y charlé con este eminente periodista que ha compaginado además la dirección de la Real Academia de San Romualdo, la dirección de la gerencia de Cultura del Ayuntamiento de San Fernando, la dirección de la editorial Publicaciones del Sur Editores, la escritura de libros, la redacción de artículos en prensa… etcétera. De espíritu mozo, de verbo exquisito y de mirada expresiva. Mi amistad con José Carlos, después de los remanentes del tiempo que nos une, no ha perdido fuelle. En efecto: todavía existen afinidades a prueba de bombas.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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