Mi felicitación Navidad 2010

“La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad y tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad”
(Calvin Coolidge)

“Honraré la Navidad en mi corazón
y procuraré conservarla durante todo el año”.
(Charles Dickens)

“Nadie es un fracasado si tiene amigos”
(Frase de la película navideña por antonomasia
‘¡Qué bello es vivir!’)


Mi querido/a amigo/a: Que el haz de luz, la espita, la luminaria, el centelleo, el punto y seguido, el cirio encendido, la ventana entreabierta y el destello de tu personalidad –de tu singularidad, de tu mismidad, ¿de tu identidad?- se hagan y se vigoricen y se intensifiquen y se aviven y se acicalen y se prosifiquen en el epicentro, en el basamento y en el ornamento de esta siempre bienvenida Navidad 2010.

Navidad o la sinonimia del renacimiento interior, Navidad o el solo de trompeta de tu verdad, Navidad o el continuum de “la obra en marcha” que significa nuestra impar –siempre impar- existencia (que no es sino un rito de paso hacia la esencia).

Sintámonos privilegiados al socaire de la suprema grandeza de un pesebre de lacónico pero rotundo mensaje, al costadillo del recién nacido. Porque privilegiado es el alcance de nuestra condición humana (a veces tan denostada y tan desnortada por la novelera y punto menos que execrable veneración profesada a la novísimos Becerros de Oro de los tiempos que en suerte o en mala hora nos ha tocado vivir: el egoísmo, la superchería, la envidia, la pelusa, la hojarasca, la superficialidad, la insana cobardía, la murmuración de baja estofa, el chisme a babor y la patraña a estribor, la avaricia que rompe el saco de lo material, la pasividad, el indiferentismo, la insensatez, la cerrazón, la sinrazón, el comecome, la farfolla, la mediocridad, la faramalla, la envoltura, la cáscara…).

Rompamos ataduras. Rómpelas tú –camarada de travesía, compañero/a de fatigas, hermano/a de tramo, colega, copiloto, confidente-. Y, de una vez por todas, a rajatabla, sé feliz y no mires a quien. Y aniquila prejuicios y cercena encorsetamientos y mutila las ruedas de molino del azacaneo y del maná de los días. Fluye, conecta, construye a destajo, reconstruye el hilo de Ariadna que resuelve la prueba del laberinto de la raya del horizonte (de tu al fin descifrado y descarnado horizonte), avanza campo a través, cálzate botas de siete leguas, desentumécete, estampa en tu semblante (en tu talante) una sonrisa sin fecha de caducidad. Amanece -¡que no es poco!, ¿verdad Gabino Diego?- en los preludios de ti mismo: “Al alba sería…”. Libérate en un santiamén. Date, entrégate sin miramientos, construye sin rémora y sin demora tu almario, tu ideario y tu (atemporal) vecindario. Y reconócete y concédete y descríbete.

Así como mis manos, parafraseando a José María Pemán (¿para cuándo la reivindicación unánime, el rescate de multitudes de este ilustre novio de la Cuna de la Libertad?), “son, sabiéndose palomas, manos de un hombre cualquiera”, sólo me resta modelar e incluso modular con la arcilla de sus dedos, con la alfarería de sus ilusiones de juncal morenía, una caracola de ecos aglutinadores, una caracola que arracime otros versos, otros verbos, otros preceptos, otros pensamientos, otros legados. Una caracola menuda y urgente, barroca de voluta y marmórea de textura, con mando en plaza y aposento en el pabellón auditivo de tu reclamo y de mi consejo, de tu recepción y de mi recomendación…

Una caracola cuyos auriculares te permitirán oír cuanto para ti deseo de cara al inminente año 2011 –se trata de mi fugaz e incluso frugal obsequio a discreción-: más pulsión y más constantes vitales y más rescate y más lectura y relectura y audición y visión y revisión de… Vicente Aleixandre (“Dime pronto el secreto de tu existencia; / quiero saber por qué la piedra no es pluma, / ni el corazón un árbol delicado”), más Velázquez y más Murillo y más Dalí y más Luis Cernuda (“La mentira no mata, aunque su filo clave como puñal alguno. El amor no envenena, aunque como un escorpión deje los besos. El placer no es naufragio, aunque vuelto fantasma ahuyente todo olvido”).

Más Ramón Gómez de la Serna (“La palmera es el monumento al cohete”, “Cuando el domingo caiga en lunes, la vida habrá perdido la cabeza”, “El primer sonajero y el hisopo final se parecen demasiado”). Más Cervantes (“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”), más Unamuno (“Hay ojos que miran, hay ojos que sueñan, hay ojos que llaman, hay ojos que esperan, hay ojos que ríen, risa placentera, hay ojos que lloran, con llanto de pena, unos hacia adentro, otros hacia fuera”).

Más Manuel de Falla, más Andrés Segovia, más Fernando Quiñones, más Luis Rosales (“He caído tantas veces que el aire es mi maestro, /
sólo puede acabarse lo que al vivir se olvida, / si nuestro amor fue siempre como una despedida, / cuando todo termine quedará lo más nuestro”). Y más Eugenio d’Ors (“El arte debe ser la confesión desinteresada y apasionada de nuestra vida interior”), más espíritu de Sancho Panza (¿o no Armando de Miguel?), más Joaquín Romero Murube y Emilia Pardo Bazán y Corpus Barga y César González-Ruano y Max Aub y Gerardo Diego…

Y prosperidad, salubridad y amenidad para el ya naciente 2011. Y no olvidemos jamás de los jamases que la Navidad entraña el germen de una luminosa conversión social (cuya trayectoria se incuba en lo particular y desemboca en lo universal). Que la Navidad sea para ti alfa, útero y matriz de tu permanente contento. Como bien señalara Hamilton Wright Mabi “bendita sea la fecha que une a todo el mundo en una conspiración de amor”. ¿Sí o sí?

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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