"Manejamos casos de jóvenes que han permanecido veinte horas seguidas mandando SMS”

Interesantísima –por pedagógica, por didáctica, por interactiva, por actual, por reflexiva, por analítica y por compartida- la ponencia que, a propósito de ‘Las nuevas adicciones’, dictara en la Escuela de Hostelería el pasado miércoles el presidente del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental en su delegación de Cádiz Jerónimo Acosta Quintero. Se trataba de una nueva convocatoria del ‘Ciclo de Psicología’ organizado por el Grupo Romero Caballero y por el referido colegio oficial enmarcada en la programación cultural de ambas entidades correspondiente a la Temporada 2010-2011.

Para Jerónimo Acosta, “las adicciones siempre han existido aunque antes las llamásemos de otro modo. En este sentido, y para entrar en contenidos, habría que apelar a la recurrida frase de Paracelso: “Nada es veneno y todo es veneno… ¡Depende de la dosis!”. De modo que la clave no está en cuánto sino en cómo. Porque la cantidad es difícil de medir y no siempre será indicadora. La cuestión de las adicciones radica en el abuso.

Existen más personas de las que a priori pudiéramos pensar perjudicadas o enganchadas o sometidas a algún tipo de adicción. Porque, además, el catálogo de adicciones es amplísimo. Ocurre que el enfermo adictivo la mayor de las veces no se percata del estado de su anomalía. “Incluso en situaciones en las que practicar su vicio es físicamente peligroso o acarrea problemas sociales, problemas interpersonales e incluso problemas legales –o aumentados por el consumo- y sin embargo continúa reiterándose en su práctica”.

Uno de los síntomas más evidentes recae en la falta de control. Cada vez se necesita más cantidad, más minutos, más dosis para sentir el mismo efecto. Estas personas precisan de “cantidades mayores o periodos más largos de los que inicialmente pretendía. Hay una obsesión por asegurarse que no le va a faltar aquello que necesita. Se continúa a pesar de tener conciencia del advenimiento de problemas psicológicos o físicos padecidos. ¿Qué es lo que inicialmente define a las adicciones? La falta de control”.

El presidente del Colegio de Psicología explicó cómo podemos incurrir en “adicciones químicas, psicológicas (ludopatía, adicción a las compras, adicción al sexo, laboropatía, etcétera) y tecnológicas (adicción a la televisión, adicción al móvil, adicción a los videojuegos y por supuesto la adicción al ordenador –internet-).

Psicológicamente es fundamental constatar qué campo está cubriendo la adicción. Que vacío o qué trastorno. Especial énfasis puso en la “ludopatía, que es la adicción sin droga más frecuente pues afecta a todas las clases sociales y edades”. En cuanto a la confesión personalizada de algún tipo de adicción las mujeres son más reacias a buscar ayuda terapéutica. Uno de los síntomas de las adicciones es que el efecto debe ser inmediato. La inmediatez. Por ejemplo las maquinas tragaperras, que ofrecen un rápido resultado. Nadie es adicto a comprar lotería de Navidad pues se trata de un sorteo anual circunscrito a una fecha concreta. No se es adicto, por tanto, a la lotería de Navidad a lo largo del año”.

En el fondo, a veces muy en el fondo, el adicto posee un sentimiento de culpa “que no termina de admitir” y por eso expone toda clase de pretextos. Actúa a la defensiva contra los consejos del entorno familiar. “Piensa que los demás están equivocados y que sólo él es poseedor de la verdad”. Jerónimo Acosta habló además de la adicción al sexo (“capacidad por controlar el impulso, la promiscuidad, la tendencia a los comportamientos netamente sexuales”) y de la adicción a las compras (“el placer radica en el acto de la compra por sí mismo y no en qué se compra porque a la corta el objeto comprado se abandona o se arrincona o pierde sentido. Generalmente se termina comprando lo que sea con tal de comprar”).

Escalofriantes, pasmosos, preocupantes y rotundos los testimonios y los datos que Jerónimo Acosta expuso en el capítulo de las adicciones recientes o “nuevas adicciones”. Valga decir: “El teleadicto utiliza la televisión como sedante y no como entretenimiento. Uno de cada tres niños tiene un televisor en su cuarto y sólo un 30% de los padres ven la televisión con sus hijos pues cada uno posee una distinta”.

Mención aparte merece la adicción al teléfono móvil: “Muchísimos de nuestros jóvenes no conocen el código PIN de sus móviles porque jamás lo apagaron, nunca lo apagan. Están absolutamente enganchados al envío de SMS. Manejamos casos de adolescentes que han estado hasta veinte horas seguidas mandando SMS. Que almuerzan con una mano y con la otra están tecleando sus teléfonos, que en clase escriben textos en sus móviles mientras lo tienen medio escondidos debajo del pupitre. Tan es así que muchos de ellos padecen síntomas de dependencia –ansiedad, síndrome de abstinencia- si se les retira o se les priva de sus móviles”.

La adicción a internet también alcanza una de las más altas cotas: “hay que tener en cuenta que fomenta las relaciones y además es anónimo. Y de bajo coste. Podemos establecer tres tipos de abusadores: los navegadores, los chateadores y los adictos secundarios (utilizan internet para satisfacer otras adicciones como el videojuego o la adicción al sexo). A veces el chat, el Messenger, la relación cibernética acarrea, además de otros peligros, algunos perjudiciales efectos secundarios porque sirve para estar cerca de gente que está lejos pero lejos de gente que está cerca”. El público asistente el miércoles a la sede de la Escuela de Hostelería participó activamente durante la muy aplaudida intervención de Jerónimo Acosta.


Adjuntamos fotografía de Jerónimo Acosta el miércoles en la Escuela de Hostelería.

Departamento de Comunicación Grupo Romero Caballero
Jerez de la Frontera, 27 mayo 2011

Marco A. Velo
marcoantoniovelo@yahoo.es
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PROGRAMACIÓN CULTURAL

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