Sublime tributo lírico-musical a la Virgen de la Merced en la Academia de San Dionisio

Sublime –que no subliminal- tributo a la Virgen de la Merced, a la Patrona de Jerez, a la Morena que es Pureza Encendida. No cupo homenaje más tierno, más poéticamente lustroso, más artesanado de versos en flor. La Real Academia de San Dionisio cuajó este pasado martes una sesión redonda –como la simbólica corona de poemas que cimentaron su contenido-, multiplicadora –como los contagiados y contagiosos ecos sonoros de cada pronunciamiento, de cada hemistiquio, de cada trallazo verbal- y azuleada de sentires. La entidad cultural presidida por Joaquín Ortiz Tardío convocaba un canto de amor a la Madre de Dios –a la Merced- con motivo de los actos conmemorativos del cincuentenario de su jerezana Coronación Canónica. Ofrenda a modo de sesión académica. Ronda poética en las voces, en las troneras literarias y en los hondones de las reflectoras oratorias de los José Luis Zarzana Palma, Enrique Víctor de Mora Quirós, Vicenta Guerra Carretero y Antonio Moure Sánchez. Elenco de primeros espadas en la raigambre de los atriles que todo lo aguardan. Y, como banda sonora a esta cinematografía de no ficción de los sentimientos puros, la intervención –siempre estelar, siempre perpendicular, siempre magistral- del Coro de Capilla San Pedro Nolasco (un conjunto que ya ha consagrado su incontestable maestría canora en el apenas reducido periplo de los últimos años). A decir verdad, y haciendo honor a la realidad de cuanto percibió el muchísimo público congregado en la sede de la Academia, los cuatro poetas estuvieron largamente inspirados en una ronda de alternancias de estilos, de temáticas y de estrofas que siempre –eso sí- girarían alrededor de la Virgen de la Merced como cangilones encumbrados de devoción, lealtad y confesión en voz alta. Desde el gracejo de los poemas de Antonio Moure –verbigracia su chisposo remedo de libelo contra las ruedas que durante años accionaban el paso de la Señora- , la cadencia versificadora de José Luis Zarzana Palma, la pirueta poemática de Vicenta Guerra y la rotundidad semántica, limpieza estilística e incluso valentía personal de Enrique Víctor de Mora. Y constatamos la valentía personal del reconocido abogado y cofrade al hilo del recitado de su ‘Romance de la ausencia’ que, escrito veinticuatro horas antes de la sesión académica del pasado martes, dedicó por entero a la memoria de su recientemente fallecido padre. Una elegía de remembranzas y enmudecido teléfono que no volverá a sonar cada 24 de septiembre y alineación de recuerdos infantiles que a todos puso el corazón en un puño. Y hasta sembró un nudo en la garganta del poeta que seguidamente haría el uso de la palabra: José Luis Zarzana Palma. El periodista y Secretario General de la Academia Andrés Luis Cañadas Machado condujo un acto que satisfizo y emocionó por largo y repetidas veces al expectante público. Hubo igualmente ocasión para las evocaciones de quienes –devotos ejemplares de la Merced- “ya no se encuentran entre nosotros”. Así el mencionado padre de Enrique Víctor de Mora, el “mercedario hasta el final” Jesús Fernández de la Puebla Viso o José González Moreno ‘Pepillo’ (de cuya producción literaria José Luis Zarzana rescató y recitó una jerezanísima exaltación poética dedicada a la Patrona de Jerez por el recordado cofrade de Jesús Nazareno).

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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