Tres días cuasi veraniegos en Nerja o un fin de semana alternativo a la Feria de Jerez































































No recurro a ninguna letra bastardilla. Os dejo –gratis et amore- un puñadito de fotografías (disparadas a diestro y siniestro por la inseparable BlackBerry) de mi estancia este fin de semana –viernes, sábado y domingo- en Nerja (Málaga). El jueves dije adiós a la Feria del Caballo –ciudad efímera tan de mi agrado cuya planicie este año ha levantado la tolvanera de un albero voladizo y tragantón-. Me apetecía en demasía esta arbitraria escapada a la Costa del Sol. Dejarme ir, dejarme llevar (casi en volandas) según las sacrosantas reglas del viaje sin chequeos de prisas y ni siquiera de prosas (apenas leí durante el trayecto, nada escribí entonces). Sólo paseo, indagación, curiosidad, sosiego y gastronomía de primera -¡menuda paella la elaborada al pie del cañón por el popularísimo Ayo en su ya cuarentón chiringuito (inaugurado allá por 1969) también famoso por protagonizar algún que otro capítulo de la celebérrima serie ‘Verano Azul’- Por cierto: indagando pueblo adentro, recorriendo de pe a pa el dédalo de su beldad estética, un servidor juraría a pies juntillas que Nerja fue fundada para la posteridad por Antonio Mercero y por la repercusión, el impacto, el bombazo sociológico, la nostalgia revivida, la trascendencia ambiental, la universalidad localista y la inmortalidad de la mentada teleserie ‘Verano Azul’. Todo en este blanco, albo e inmaculado pueblo está marcado por sus personajes, por sus capítulos, por su remembranza y por sus derivadas. Lo demás es engranaje, imantación geográfica y libertad de formas. Comprendo preceptos tácitos como el levantamiento para los restos del monumento al barco de Chanquete. O el parque dedicado por entero a los Javi, Tito, Pancho, Julia… O inclusive a los títulos de cada capítulo. En ellos se encierra y se desata y se desala la memoria colectiva de España. Y de ella (o de ellas: de la memoria y de España), a pesar de los pesares y como del mencionado barco de Chanquete, tampoco nos moverán.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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