Mes de mayo: mes de María, mes de Primeras Comuniones. La ciudad se torna sosegada, calmosa y eucarística durante este quinto mes del calendario también gozoso de nuestra memoria siempre inmaterial. Las Primeras Comuniones blanquean de inocencia el panorama nunca arbitrario del interior de los niños. Todo vuelve a suceder según la primigenia vivencia del Sacramento de la Eucaristía. Hoy abrimos las puertas de nuestra Sacristía para recibir (sin fisuras de modernidad) a varios niños colmados de ilusión. Tres chiquillos que reciben a Dios en la anchura de sus latientes corazones: Manuel Conde, Rafael Vaca (Falele) y Cristina Vega. Amigos en la fraternidad, algarabía de rezos sinceros. Tuvo lugar la celebración religiosa en la Basílica de la Merced oficiada por el padre Felipe Ortuno. ¡Qué bien, Felipe, tu nombre nos suena! Ni que decir tiene la carga de emotividad que imperó de principio a fin. Los niños se erigieron en auténticos protagonistas de un acontecimiento que satisfizo a todos cuantos concurrieron a dicha señaladísima jornada. No faltaron guiños emocionados a las personas que ya no se encuentran entre nosotros. A fuerza de ser justos constatamos el mérito de Óscar Torres –flamante pregonero del Rocío 2011- quien asumió casi por entero la organización directa de estas Primeras Comuniones dignas de recordarse en los anales de la más cimera alegría conjunta.
