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Si el número de palabras brotara directamente proporcional a las cuñas de afectos que este presentador siente y a menudo presiente por nuestro invitado de hoy, entonces no habría lugar ni a la brevedad, ni a la parquedad ni tampoco a la poquedad descriptiva. Es decir: me extendería en demasía y aun así siempre pecando por defecto. Lo que dice mucho a favor del ponente sentado ahora a mi costadillo derecho y muy poco de mi indolente capacidad de síntesis. Por consiguiente no me subiré a los ramales ni a los ramajes de las glosas arborescentes ni bajaré –de súbito- por el tobogán de la precipitación.
Un introductor debe ser –cuanto menos y por encima de cualquier otra tendencia- breve, conciso, lacónico y sucinto.
Aunque las sinrazones de la amistad manejan argumentaciones que a veces la objetividad ni templa ni contempla, o quizá precisamente por semejante paradoja, hoy me topo de bruces con ese ejemplo de presentaciones cuya exégesis no puede desasirse ni desligarse de la apología con perfiles de aparente panegírico. O de la loa difusa y confusa según los vítores, los quiebros y los requiebros de los afectos personales y no adrede personalizados. Entiéndame: es difícil hablar del amigo que honestamente consideras virtuoso. De ahí que –a riesgo de precipitarme por la cuneta del pronto elogio, de la descripción en apariencia jactanciosa o de la verbosidad con ínfulas de compadreo- me someto ipso facto (como un saltimbanqui presuroso y por veces osado) a saltar sin miramientos por el hilo nunca fallido de la adjetivación. Más vale un ramillete de adjetivos que toda una honra pretendidamente objetiva. Por ende –y saltándome a la torera el rigor de la introducción curricular al uso- permitidme abocetar la envergadura intelectual y cultural de José Luis Jiménez con el sincretismo y hasta con el secretismo de la siguiente hilera de calificaciones. A saber:
- Académico
- Cinéfilo
- Investigador
- Selecto y selectivo
- Lector
- Humano y Humanista
- Alto pero no altivo
- Dialogante
- Reivindicador
- Altruista
- Viajero
- Ortodoxo según qué y heterodoxo según lo contrario
- Polivalente de cuando en vez y ambivalente de vez en cuando
- Localista pero no chovinista
- Escribiente más que escritor
- Compilador, acumulador, condensador de objetos perdidos y de etiquetas jerezanísimas
- Orientado frente a su horizonte vital
- Y desorientado –espacialmente-, muy desorientado y hasta despistado, cuando conduce su persistente coche (sobre el cuatro ruedas, y agarrado al volante, José Luis suele perderse en un metro cuadrado)
- Shakesperiano empedernido = chespiriano
- Nunca da la espalda pese a venir de vuelta de tantas carretas y carretones
- Bibliotecario antaño, visionario hogaño
- Gustador de helados, de doradas a la espalda y de salmorejo en su punto.
- Inglés de adopción.
- Defensor de calles con nombres propios.
- Coleccionista de fotogramas con sabor a Xerez.
- Paciente en su impaciencia.
- Anárquico y au-tárquico
- Compañero, hermano, confidente.
Hoy nos hablará con mano diestra del barril del amontillado y de Allan Poe. En el fondo e inclusive en la forma tratará sobre sí mismo. Porque José Luis subyace en sus vocaciones, en sus ilusiones y en sus aficiones. Nosotros –él y yo- seguimos compartiendo –así truene y así retumbe los estertores del tiempo- una misma vocación, una misma ilusión y una misma afición: aquella que mantiene vivita y coleando la llama de nuestra siempre entera y verdadera amistad. Muchas gracias.