‘Chocolata’ o la marimorena de Edith Piaf por bulerías


Mezcolanzas de géneros musicales, vítores a compás y cabriolas de un taconeo por rancheras en el tercer concierto de la Semana de la Música ‘Grupo Romero Caballero’

Echó el escenario abajo, metió en un santiamén al público en el bolsillo de la admiración –de la expectación, de la concentración, de la delectación-, anudó y ennudeció sensualidad y jovialidad (fogosidad y animosidad, mocedad y porosidad), recetó flamenco nimbado de samba, coloreó los portales de la música/fusión, aquietó los pies en las tablas –en la fijeza de la escena- para echar a volar cadenciosamente las alas de sus brazos, conjugó melodía y españolidad según los significantes de la guitarra y el contrabajo, blandeó sin regateos verbales el portento de su voz siempre moldurada de oros arabescos, de la furia contenida de quien –sabiéndose princesa de los pentagramas de la modernidad- encristalaba de transparencia los versos de Benedetti y, a la postre, saboreó un coctel de tanguillos atrincherados, carnavalitos peruanos, chacareras, blues, sones genuinos y hasta la versionada Edith Piaf por bulerías. ¡Ahí es nada! ¡Tomen el hilo de esta cometa que vuela alto! ¡Bálsamo de todas tensiones, lenitivo de la templanza del alma! Es la Chocolata. Su arte define lo innombrable. Actuó, se expuso, se entregó, se manifestó, el pasado miércoles en el Cortijo de Ducha. Siempre arropada por Rubens Silva y Cuni Mantilla. Y cantó su misma descripción: “Nadie nunca te reemplaza y las cosas más triviales se vuelven en ti fundamentales”. Así renace ella cuando canta. El tercer concierto de la Semana de la Música ‘Grupo Romero Caballero’ nos la obsequió durante algo más de una hora de taconeo, confesión y desgarro, zapatos color sangre, flecos que danzan al arrimo de las rodillas, deontología de lo intransferiblemente castizo, escrutinio de garganta de entona bulerías de antaño, fiesta de la audición, terremoto de la poesía aflamencada, sideral silencio del público, cuarta pared que multiplica la conexión entre la artista y el patio de butacas… Suman su patrimonio inmaterial. Todo ello tiene la Chocolata. Además de una casa de colores, llenita de caracoles, que la bailan a compás.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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