Palabras de presentación de 'Gubia de Letras'


El acto de presentación de un libro tiene algo de cofradía que acaba de comenzar su estación de penitencia. Quizá el fulgor de lo nuevo, el litigio interior de cualquier  sensación de estreno, el parto de una grande ilusión –de una impaciente espera- que al fin rompe y prorrumpe en llantos de luz o en ese consabido nerviosismo cuya génesis defiende a ultranza el valor inmutable de las cosas.

La presentación de un libro –al igual que la salida de una cofradía- emana y dimana la interna derivación hacia lo público, el guiño interior de la incertidumbre, la yuxtaposición de los sentimientos o la puesta en escena de una obra cuyas equivalencias escriben tramos de cera derramada y párrafos de cirios encendidos y páginas intrahistóricas del imaginario andaluz.

Pues sí, la presentación de un libro –mayormente si sus hojas están talladas por un cincel literario que moldea y moldura y muscula la madera de nuestra Semana Santa- tiene –en efecto- un poco o un mucho de cofradía que inicia su estación penitencial.

Por eso los umbrales de esta tarde condensan todo el fulgor de las vísperas.

Por eso el templo de la lectura-de la lectura reposada como la cadencia de un nazareno atemporal- abre ahora de par en par la consumación de la cuenta atrás.

Por eso este libro inicia la andadura de una colección –literaria, periodística, lírica, ensayística- tallada con primor, con candor, con ‘Gubia de letras’. Sus cinco escultores, a fuer de honestos, despliegan la antología de unas crónicas –en prosa o en verso- cuyo sedimento asimismo comporta una tremolina de alborozos, de análisis,  de tipografías y de contriciones.  

La editorial ‘Presea’ ha apostado doble contra sencillo a favor de la religiosidad popular. Para consagrar en negro sobre blanco –allí donde no habite el olvido- la voz y la palabra, el acento y la escritura. La prosa poética y la denuncia periodística. La aclamación y la reclamación. El haz y el envés del antifaz nazareno: es decir: lo endógeno y lo exógeno. La extracción del anonimato. Los tapices de toda indulgencia … Y el nihil obstat de la Fe particular. Aunque, como proclamara José Luis Garrido Bustamante, lo particular –en esto de las Hermandades- “es ya ser universal”.

He aquí unas páginas que también rebañan la intensidad del gozo. Joaquín Romero Murube –el periodista de los duendes de incienso y de los arcángeles de rizos como volutas en contradanza- se preguntaba si “hay límites para la delicia del alma”. Y bien supo el eximio articulista que habría siempre de encontrarlos en la comisura de unos labios que rezan.  O en una pluma estilográfica que chorrea a borbotones la tinta del “yo confieso”.  

‘Gubia de Letras’ presenta la selección de textos de cinco autores que preconizan las mejores resultantes de la ética confesional y de la estética del alma según las chicotás de cinco escritores unitivos y convergentes.

Como una estación de penitencia siempre renovada en el continuum de los memoriales que regresan, como un caramelo que rescata sabores de infancia en la boca de un monaguillo niño, como un cirio que lagrimea la siempre penúltima gota de cera, estas páginas inician el itinerario de una antología de textos cofradieros –inéditos o no- que nunca constituirán excedentes de nada –si no muy al contrario: vivencias íntimas con pulsiones de alfabeto-.

La antología –como repertorio textual que opera por aproximación-  es una tesela, un mural,  un collage que a menudo tampoco define ni mucho ni poco a quienes rubrican sus párrafos. Digamos que los cinco autores de ‘Gubia de letras’ –entre quienes a honra me incluyo- enhebran pespuntes de su propia honestidad para  desentrañar los enigmas del sentir cofradiero y redactar las contraseñas de sus respectivas interpretaciones y reinterpretaciones de las Hermandades como teoría y como realidad.

En ‘Gubia de Letras’ comparecen Antonio García Berbeito, Andrés Luis Cañadas Machado, José Carlos Fernández Moreno, Francisco Javier Segura Márquez y quien os habla para levantar acta de la memoria del patrimonio inmaterial de las Semanas Santas de Sevilla, Jerez y San Fernando. En todos ellos los dispositivos literarios –es decir: lingüísticos, sintácticos y fonéticos- funcionan de acuerdo con un mismo objetivo: movilizar los aparejos que jalonan y enfatizan y prologan la declaración de principios del sentir cofradiero.

Todos –los cinco autores- nos hemos revestido de la túnica del verbo. Ha llegado la hora de la salida, de la presentación: la hora de la luz. Una cruz de palabras y ensueño se alza quebrando albores de ayer y de hoy. Las puertas del libro se han abierto. Hágase, por consiguiente, el silencio. La cofradía de la recreación literaria ya está en la calle. Que ustedes –señoras y señores- la disfruten.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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