Los editores y el nuevo mundo

Fuente: MARTA CABALLERO. EL CULTURAL.ES Nunca se ha hablado tanto de edición como en el presente y nunca los editores habían salido tanto a defender su negocio. El mundo se cebó con el sector cuando a finales de la década pasada el libro electrónico se convirtió en una realidad mientras ellos seguían embelesados en sus papeles. Hoy, el temor hacia los nuevos formatos y hacia la celeridad de la tecnología se ha convertido en una aventura que viven casi con pasión, dotados ya de profesionales formados en las posibilidades del mundo digital, abiertos a cualquier innovación, y hoy las hay a miles, que ayude a borrar la línea que separa al autor de los lectores. "Tenemos que ser la flor que atraiga a las abejas, conseguir ser lo suficientemente atractivos para el público", ha definido la entusiasta Anna Rafferty, directora de Desarrollo Digital de Penguin. Junto a ella, un centenar de profesionales participan desde este jueves en el Encuentro de Editores Europeos, que ha inaugurado esta mañana la directora general de Política e Industrias Culturales y del Libro, Teresa Lizaranzu, en la Casa del Lector.

La cita quiere poner sobre la mesa los principales retos, necesidades y avances del sector, algunos de los cuales se han debatido esta mañana en dos ponencias, una en torno a la edición europea y la cultura y otra sobre el papel de los editores en la transición digital. En la primera han participado Henryk Wòzniakowski, presidente de la editorial polaca ZNAK; Jaume Vallcorba, director de Acantilado; y Ofelia Grande, directora de Siruela, que ha ejercido como moderadora. A grandes rasgos, los tres ponentes han coincidido en la importancia que hoy tiene el criterio del editor, una figura a caballo entre el crítico y el fabricante que, según Vallcorba, debe otorgar un valor añadido a las obras.

En este sentido, el soporte es secundario y el editor se impone como un paso insalvable tanto para los libros impresos como para los digitales, como ha argumentado Ofelia Grande: "En el siglo XXI contar con los dos formatos no es un capricho sino una necesidad para cualquier empresa editorial. No podemos seguir hablando de una guerra de soportes". Wòzniakowski, por su parte, ha insistido en que los desafíos y los problemas son los mismos en toda Europa. Entre ellos figura la celeridad del desarrollo tecnológico, una cuestión que requiere la máxima atención de unos editores que, a la vez, no deben olvidar que lo esencial sigue siendo el texto.

Santos Palazzi, director de Desarrollo Digital de Planeta, ha inaugurado la segunda sesión de la mañana comparando el reto de la edición en el presente con la ambición del paracaidista Felix Baumgartner. "Podemos tener miedo a saltar y pensar que la misión es suicida o bien prepararnos para el salto y vivirlo con entusiasmo y pasión". Como sus colegas que hablaron antes, Palazzi ha regresado a la clave del criterio profesional, sobre todo en un mundo en el que un fabricante de dispositivos se convierte, directamente, en un editor: "Este oficio consiste en poner en contacto a alguien que tiene algo que decir con alguien que tiene ganas de escuchar. El buen editor será el que añada valor en ese proceso. Si no somos capaces de hacerlo, estamos perdidos", ha advertido.

Palazzi ha enumerado, además, algunos de los factores clave de la edición digital, entre los que no deja de destacar, junto al contenido, el soporte, que durante los últimos años se ha disparado. Hoy ya no sólo hablamos de libro impreso o digital sino también de libro digital enriquecido con material multimedia, de libros transmedia... Asimismo, ha proseguido, la reducción de costes que supone ha permitido la eclosión de un nuevo ecosistema bibliográfico con insólitas categorías como las ediciones de encargo, los 'instant books' (por ejemplo, un libro coescrito por cinco periodistas a la muerte de Bin Landen para que se publique apenas unos días después), los autoeditados, la edición asistida...

En este panorama de abundancia y variedad de libros y formatos, la indexación a través de los metadatos se ha convertido en prioridad, como han señalado Palazzi y otros profesionales. El concepto de metadata alude a todas aquellas etiquetas que puedan ayudar a una obra a aparecer de la forma más destacada posible en los buscadores. Si, por ejemplo, una novela de contenido erótico menciona en su resumen 50 sombras de Grey, ésta tendrá muchas más posibilidades de aparecer arriba. El editor tiene, pues, que tener muy en cuenta este nuevo factor para la elección de las obras que en el mundo real se produce de mano del librero. Y en este punto aparece un nuevo tipo de desafíos, los relativos a la distribución: "Si el contenido es el rey, la distribución es King Kong", ha bromeado Palazzi.

En efecto, si hasta la fecha la comercialización se había producido en librerías, en este mundo digital sin fronteras cualquier editor se ve convertido de inmediato en un distribuidor mundial. "Esto implica lidiar con nuevos asuntos, como los derechos de explotación internacionales, la alianza con nuevos compañeros de viaje, como los e-retailers, el desarrollo de nuevos modelos de negocio como el de bibliotecas, suscripciones, bundles [venta por capítulos], contenidos multisoporte para poder vender en los sistemas de cada plataforma, atender a políticas territoriales, a los impuestos de cada país...", ha enumerado Palazzi.

El panorama es, pues, de una complejidad que no deja de crecer. Un entramado de piezas que demanda una preparación mayor y que pasa también por el marketing, herramienta que hoy permite a los editores conocer al dedillo qué sucede con sus libros una vez que son adquiridos por los lectores, desde su comportamiento de compra a por qué abandonaron la narración en tal página, pasando por conocer si, por ejemplo, están realizando una lectura simultánea con otras obras. En palabras de Palazzi, "hemos pasado de una visión productocéntrica a una clientecéntrica". El boca oreja sigue siendo la mejor campaña de marketing, sólo que hoy se ha multiplicado a través de blogs, foros, redes sociales, wikis....

Más técnico, Eric Marbeau, director de desarrollo digital de la francesa Gallimard, ha admitido que esta complicada transición es, a la vez, la mejor coyuntura para estructurar el mercado y dotarlo de una mayor eficiencia económica dentro de un entorno legal favorable. En su país, ha recordado, existe una ley desde 2011 según la cual es el editor el que establece el precio para cualquier distribuidor. También en Francia, la reducción del IVA a un 5,5 por ciento para cualquier soporte ha propiciado la bajada de precios. "Muchas editoriales, entre ellas Gallimard, trabajan para establecer precios dinámicos que convenzan a los lectores de que pueden disfrutar de una buena lectura contemporánea pagando un precio ajustado, no sólo desde las web donde encuentran libros gratuitos".

Gallimard, como todos los grandes sellos, ha adoptado una estrategia multicanal y trabaja en la actualidad en un modelo que ofrezca servicios como el acceso streaming, metadatos, resúmenes... que puedan ayudar a los vendedores a presentar mejor la oferta. El fin es liderar una transición que hasta ahora había estado en manos de plataformas que venden otro tipo de productos, como música. Stefano Mauri, presidente del Guripo Mauri Spagnol, ha sido moderadamente crítico con plataformas como Amazon y Google, que entraron en el mercado del libro recientemente. A su juicio, estas grandes empresas se ocupan sólo de los beneficios y de acaparar más cuota de mercado obviando la vertiente artesana del negocio. En este marco, sus preocupaciones, ha proseguido Mauri, son la piratería y los monopolios que quieren alcanzar estas plataformas, que amenazan con ello a la libertad y a la cultura. Además, el editor ha tocado aspectos como la posible crisis del mercado de lectores, un colectivo que hoy comparte el tiempo antiguamente dedicado a la lectura con otras actividades (redes sociales, por ejemplo).

Anna Rafferty, directora de Desarrollo Digital de Penguin Books y última en hablar, ha celebrado durante su apasionado discurso que su empresa esté sabiendo aprovechar al máximo las posibilidades de la transición. De hecho, el 17 por ciento de las ventas globales del sello ya son digitales. Para ella, las nuevas ventanas son nuevas formas de seguir contando historias y, además, de aumentar el capital de las empresas. Penguin está desarrollando aplicaciones que amplían la vida del libro. Hace unas semanas pusieron en marcha una App que permite al lector del Diario de Anna Frank acceder a la casa en la que se ocultaba la autora, conocer sus dimensiones... El libro infantil también se está beneficiando de las bondades de lo digital, gracias a las cuales los padres ya pueden conocer incluso el desarrollo educativo de sus hijos. Otros campos que están cultivando son el de la edición sólo en digital, el de los libros en audio (leídos por actores internacionales), el del hallazgo de nuevos talentos creativos...

Así las cosas, el ámbito en el que ahora se mueven empresas como Penguin incluye no sólo libros sino también películas, mundos virtuales, videojuegos... "Todo lo que nos permita narrar y todo lo que tenga relación con una historia y su posible comprador nos interesa", ha recalcado Rafferty, que también trabaja en la relación del autor con su público a través de las redes sociales, desde las que también ayudan a los usuarios a descubrir qué libros les pueden gustar. Todos estos elementos forman parte de un negocio vertebrado, cada vez dividido en más canales, pero también cada día más preparado y menos temeroso respecto a un futuro que, coinciden los profesionales, puede ser incluso mejor que el pasado de papel.

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