Artículo de David Fernández en Diario de Jerez: Pedro Pacheco, el ocaso del 'Inmatable'

El penúltimo recurso de Pedro Pacheco ante el Contencioso era una bala de fogueo. La Ley Electoral es tajante e impide a los condenados por delitos contra la Administración sentarse en los Ayuntamientos. El hasta ahora Inmatable deja por tanto obligado su acta de concejal hasta que el Supremo resuelva su recurso contra la condena de la Audiencia Provincial a 4 años y medio de cárcel por dos casos de enchufismo y malversación. La sentencia no sólo le ha dejado claro, a un altísimo precio, que la Justicia no es un cachondeo, la célebre frase que perseguirá siempre al exalcalde jerezano, también amenaza con privarle del bien más preciado y le expulsa de la que fue su segunda casa los últimos 34 años.

Entender cómo es posible que haya salido por la puerta de atrás del Ayuntamiento el que un día fuera el alcalde más popular de España es imposible. Tampoco es sencillo situar cuándo empezó a caer. Una gráfica situaría el declive de Pacheco entre 1995 y 2000, y en 1990 su momento más dulce, el año en el que acumula más poder, el día que fue espejo de una Jerez que se rindió a sus encantos y el andalucismo alcanzó cotas nunca antes imaginadas: 10 diputados en el Parlamento andaluz. La segunda mejor marca del PA se conformó con 5 hasta quedar reducido a cenizas. Por cierto que nada más formar grupo parlamentario, el exalcalde sevillano Alejandro Rojas Marcos le ninguneó al no nombrarlo portavoz de grupo, lo que fue el inicio de una lucha fratricida que acabó como todo el mundo sabe: Pacheco primero se inventó el Partido Andaluz de Progreso (PAP), refundó más tarde el PSA y hoy lidera el Foro Ciudadano.

Desde que se sentó en la Alcaldía en 1979, Pacheco impulsó la transformación más revolucionaria y acelerada en una ciudad en la que el tiempo se había detenido. En los primeros 80, se encontró a Jerez deprimida en casi todos los ámbitos. Aún mandaban los patios de vecinos entre cuarteles y ese fuerte olor a vino, y tenían que acudir los bomberos desde Rota a sofocar incendios en las bodegas porque el parque jerezano contaba con vehículos de la posguerra. Ya en el puesto de mando y junto a su equipo, no sólo levantó el parque más puntero de la zona, sino que modernizó la Policía Local y creó la Gerencia de Urbanismo, pionera en la gestión del suelo y un modelo a seguir. Con el circuito y su valor creativo proyectó la ciudad en todo el mundo. Trabajador incansable, contagió a casi todos con su energía, su poderío físico, su disciplina, su visión y su capacidad de liderazgo. Jerez era Pacheco y Pacheco era Jerez, para lo bueno y lo malo, ni derecha, ni izquierda, el andalucismo como perfecta excusa 'patriota'. Y en cierto modo, si Jerez fue ciudad un día fue por él.

Los señoritos lo vieron el aliado perfecto, la clase media nunca lo contempló como una amenaza y el pueblo llano lo bautizó como el auténtico salvador, lo que se dice un líder casi mesiánico, que para una minoría era más bien un dictador. Llegó a trabar una magnífica relación incluso con las bodegas, antes de cargarse la Fiesta de la Vendimia, antes de que el ego superara al líder, antes de confundir su proyecto de ciudad y su amor por Jerez con un proyecto personal, es decir, con él mismo. Ese día empezó a utilizar la ciudad para la confrontación. E igual que alzar la voz le sirvió a Jerez para inaugurar un campus universitario -de lo contrario no hubiera sido posible- se equivocó al bloquear la entrada de la Junta en el accionariado del circuito, lo que habría aliviado la deuda que aún arrastra la ciudad.

Pedro, Perico, 'er cabesa' o don Pedro, según convenga, inyectó al jerezano la autoestima que no recordaba. El orgullo se recuperó por barrios con su impulso. Y no estuvo mal acompañado, ni mucho menos. Fichó a gente muy válida, preparada y con un potencial y una vocación de servicio increíbles. Perico creó equipos más que solventes con la misma facilidad con que Pacheco los fulminó cuando le dijeron lo que no quería oír. Manuel Ángel González Fustegueras, Marina de Troya, Rosa Bautista, José Luis Valle, Antonio Reyes, Rodríguez Carrión... En los días de vino y rosas, aquellos en los que se financiaba el famoso hotel Don Tico con fondos de la Expo'92, también hubo sombras. Uno de sus concejales defendió el turismo sexual como fuente de ingresos. Y aunque todavía la locura no era colectiva, ya sufría el síndrome de Moncloa: "Pedro, esta gente no tiene ni idea". Lo que nadie le dijo es que el tiempo es implacable. Por más que Mágico González fuera un día el mejor futbolista de El Salvador, hoy no lo convocaría el seleccionador.

Jerez presumía al borde del año 2000 de ser la locomotora de la provincia con la vivienda más barata de España. Pero la ambición y un territorio infinito perdido en el boom del ladrillo la desnudó por completo poco después, y a él le trae de cabeza con un par de causas pendientes con la Justicia. Si al principio proyectó una ciudad moderna sin aumentar el coste, el planeamiento horizontal hasta lo insostenible de sus últimos años fue un grave error.

Por el camino, Pacheco ayudó a muchos y sin pedir el carné: lo mismo al primer ciudadano de a pie que se lo pedía, que al exalcalde de IU, que al amigo del PP, que al hijo del ex líder socialista.

Pacheco siempre recordó que soportó la reconversión bodeguera sin ayuda de Sevilla y Madrid. Y es cierto. Su figura también fue clave como amortiguador social cuando colocó a una legión de trabajadores de las bodegas, empezando por los más radicales, en el Ayuntamiento, lo que garantizó la paz social en la ciudad. Más de una podría dedicarle un vino. Pero casi a la par, hizo de la bronca casi una obsesión, también la fuente de sus votos, aunque en privado y en el corto era el mejor anfitrión.
Don Pedro empezó a oír sólo a espoliques y cobistas y apartó a la lealtad y el talento con el paso del tiempo. Sobrado, se presentó en las últimas citas electorales con personas de las que hoy no sería capaz ni de acordarse y como es natural, porque el tiempo no perdona, en 2003 perdió por primera vez frente al PSOE.

Alcalde plenipotenciario de Jerez 24 años; delegado de Urbanismo hasta el detalle; parlamentario andaluz; candidato a la Presidencia de la Junta; líder del PA; presidente de no se sabe cuántas sociedades públicas y mixtas -consejero espiritual de otras tantas privadas-; parlamentario europeo; todos los cargos del mundo a la vez y encima era incapaz de delegar. ¿No era demasiado?

El problema de Pedro fue en parte también el de un sistema viciado en su origen. ¿Quién puede acaparar tanto poder durante tanto tiempo sin perder la noción de la realidad? ¿De dónde sacan tiempo Cospedal, Susana Díaz y diga usted un presidente de una Diputación para dirigir la institución, el partido y un Ayuntamiento o una Comunidad y así 25 años? ¿Cuándo deja de aportar el político más de lo que cuesta? Si Teófila Martínez o diga usted Francisco de la Torre anunciaran hoy que no se vuelven a presentar en las próximas, saldrían a hombros. El futuro es imprevisible y más hoy.

Ese 20 ó 25% de creatividad que caracterizó a Pacheco al principio de su ejercicio fue arrollado con tanto poder. A su voz le siguió un ejército fiel que le cubría las espaldas lo mismo cuando iba a pelarse a Madrid que en la maratón de Nueva York, dejándole cruzar la meta en primer lugar del pelotón jerezano. Perdió la frescura y su centro a la misma par que creyó elevarse por encima del suelo. El Pedro alcalde a secas, el de las dos primeras legislaturas, no se permitió un desliz, mucho menos visitar las tiendas de lujo haciendo ostentación de su buen gusto.

El mismo alcalde joven y valiente que impulsó un circuito en el momento preciso, años más tarde se inventaría una obra faraónica para mayor gloria que sólo sirvió para arruinar las arcas municipales. El tiempo vició los mecanismos de control como en tantos otros órdenes que ahora afloran con la crisis por oriente y occidente, de norte a sur, del ayuntamiento más insignificante a la todopoderosa Junta, los sindicatos y los empresarios.

El Ayuntamiento jerezano creció junto a sus empresas al mismo ritmo endiablado que la deuda de mil millones, la segunda de todo el país. Ya en la legislatura de los pactos -cuando su amigo socialista Francisco González Cabaña lo bautizó como El Inmatable, entre 2003 y 2007- se agarró lo mismo al PP que al PSOE para controlar el Urbanismo. Sus socios no sólo no corrigieron el déficit sino que también colocaron a sus afines.

Para entender la deriva hay que sumar este discurso político que se embrutece desde Madrid hasta Jerez pasando por Sevilla, hasta lo inaceptable en lo local. Este país belenestebinizado le pide a sus candidatos 'guerra', que desentierren toda la basura del adversario. Y en esas ha seguido Pacheco cuando se supone que tendría que estar en las ideas y no en medrar. Llegar al insulto para gobernar no parecía una locura. Y de la misma forma que vivió su luna de miel con los dos grandes, luego acabaron todos odiándose. Ahora don Pedro es castigado por el jerezano cainita, que es mucho peor que el chaquetero. El primero le pone a parir sin despeinarse. En Jerez, si por muchos fuera, no se podría ser del Cristo y del Prendimiento. Los flamencos o son de San Miguel o de Santiago. Varios equipos de fútbol llevan el nombre de Jerez. Y el virus de la división es contagioso: Jerez frente a Cádiz, Cádiz frente a Sevilla, Sevilla frente a Málaga, Andalucía contra Cataluña y Cataluña contra España. ¿Recuerdan el día que Cartagena declaró la guerra a Murcia? Los ciudadanos votan con demasiado ruido y sin una idea formada de la gestión de sus candidatos. ¿Quién gana elecciones: el que siembra más vallas o el discurso más coherente?

Pacheco empezó a perder su fulgor cuando quiso ser juez y parte, cuando se pasó al lado subversivo de la realidad para plantarlo delante de los jerezanos a bordo de un coche de caballos en la Feria. Fueron los días de ostras y champán; el día de los ataques personales; el día que no supo cuándo se convirtió en un jarrón chino. Las posibilidades de evitar la degeneración de Pacheco, y tantísimos personajes devorados por la ambición y el poder, serían mucho más serias con la limitación de mandato, aunque nunca se sabrá si Pacheco tenía límite. Tras más de un par de legislaturas se mezcla todo. Entonces, lo bueno es apartarte y reflexionar; reciclarte para aportar desde otro frente antes de que te lo impongan las urnas cuando carezcas de proyecto, equipo e ideología, y te hayas quedado a solas contigo mismo.


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