“Aquí está en juego
la misma gloria, perdida entre gotas de sangre, Dios caído y casi agonizante.
Dios naciendo en carnes mancilladas, bebiéndose la noche hasta quedar ebrio de
humanidad”
Magistral ponencia
del Académico Correspondiente Fray Felipe Ortuno en la Real Academia de San
Dionisio de Ciencias, Artes y Letras
La
Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras acogió días atrás la
última de las sesiones académicas antes del tradicional paréntesis de la Semana
Santa. Fue el Académico Correspondiente fray Felipe Ortuno Marchante, de la
Orden de la Merced, quien dictó la ponencia titulada ‘Getsemaní, síntesis de la
Pasión’. Presidieron la sesión el presidente titular de
esta Real Corporación Jerezana, Joaquín Ortiz Tardío, el vicepresidente de
Ciencias Jaime Bachiller Martínez, el vicepresidente de Artes Juan Salido
Freyre y el secretario General Juan María Vaca Sánchez del Álamo. En
representación del Ayuntamiento acudió Francisco Cáliz y asimismo el presidente
del Consejo Local de la Unión de Hermandades Pedro Pérez Rodríguez. Ante un
salón abarrotado de público, el vicepresidente de Artes Juan Salido Freyre
–amigo personal del ponente- cuajó una brillantísima presentación cimentada en
deslumbrantes fundamentaciones filosóficas y teológicas que bien pronto
retrataron exhaustivamente la envergadura religiosa y académica del
protagonista de la sesión pública.
Felipe
Ortuno enseguida atrajo la permanente atención del público. Hizo gala de una
profundidad verbal y de un altísimo conocimiento interpretativo-teológico. Hizo
gala de un imperioso vínculo oratorio. De una amenidad en la dicción que a su
vez destellaba profundidad doctrinal del pensamiento. Destaquemos a
continuación algunas de sus aseveraciones.
-
“Jesús salió a la noche junto con sus
discípulos… Aquella noche recogió en su ser todas las noches sucesivas de la
tierra. La noche de Nisán se enamoró del rostro de Cristo, del corazón humano y
de aquellos pies que se encaminaban al Valle de Josafat. Su voz fue un delirio
entre la soledad y la somnolencia de los hombres. Era primavera, eso sí, con
una larga y afilada luna que iluminaba el cauce del Cedrón, las mejillas de un
llanto corriendo por el declinar de toda una vida”.
-
“Llegaron a Getsemaní. Jardín o
Huerto, Cuartel y Reposo, Oración y Encuentro, Dios y Hombre…Lugar donde se
posaron las negras flores de la angustia, donde el oscuro interior horadó las claves de la existencia “triste estoy hasta la muerte”, “angustiada el alma”…angustiado el todo,
como un niño indefenso. Allí Dios entra al campo de batalla del hombre, a la
finitud donde no se ve que sea Dios, donde Dios se pierde en la debilidad
inerme de la carne, de esa humanidad que él quiso ser en verdad para no jugar
al escondite de las apariencias. Este es el lugar donde se visiona el infierno,
donde se asume el pecado, la sombra del árbol primigenio ciñéndose sobre el
nuevo Adán, no sé si en clave de esperanza o en desahucio de todo cuanto se es…”.
-
“La Pasión paga ya aquí el rescate
humano. El expolio comienza en este instante desgarrando la túnica inconsútil
de la divinidad…bebiendo el amargo cáliz de lo humano amenazado, de la desnudez
arrodillada en tierra hasta la muerte, que es la angustia del pecado. Postrado
no encuentra la respuesta de Dios, como tantos hombres, como tanta historia
arrodillada y maltrecha que no es capaz de ver otra cosa que no sea el peso del
polvo y la postura del gusano”.
-
“El delito de ser hombre está frente a
nosotros. Es la noche paradigmática de la historia. No hay en ella adornos que
mitiguen las espinas, aquellas que dolieron más y fueron más intensas: los
amigos, los abandonos, las soledades, los silencios del cielo, las angustias
interiores… Las tinieblas existenciales penetrando el espíritu con más dolor
que una corona fabricada con las manos. El delito de ser hombre con un dolor
inhumano; o el delito de ser Dios con un dolor tan humano. Ya hay cruz aquí, en
la fraternidad compartida, en aquellos mediocres amigos y aquellos enemigos que
también eran sus hermanos. La fraternidad transversal en la cruz que va entre el amor y el odio
interhumano”.
-
“La noche de Getsemaní tiñe de lepra
los mitos infundados de los seres puros e inmateriales. La cruda realidad del
hombre y de la tierra se abraza en una debilidad no fingida. El Hijo de Dios
está ahí en el lugar de los pecadores, sufre como suyos los pecados de la
humanidad, viviendo la herejía de llevar el pecado ajeno como propio en una
forma de amor incomprensible, loco y escandaloso para la mínima racionalidad de
nuestro mundo”.
-
“Intentaremos penetrar el misterio,
casi cabalístico, de ese ropaje humano rociado de sangre entre las sombras de
los olivos, de Dios-hombre, INRI de la agonía y metáfora de todas las
lamentaciones que preguntan a Dios, que lancean el cielo casi sin esperanza
cuando se vive en el infierno de la tristeza, la zozobra o la angustia
lacerante. En la noche de Getsemaní está Adán ensangrentado, la historia de
todos los tiempos exudando dolor por el pecado de Caín, las repugnantes culpas
de todos los Sodoma y Gomorra, ahí desaguan todos los males de la inteligencia
humana, el cristianismo corrompido y las desfiguraciones de todos los rostros
de Cristo”.
-
“Está el huerto de la noche que se
cierne sobra toda la humanidad que mata a Dios. Resuena la voz de Nietzsche: “Dios ha muerto”…y, si ha muerto Dios,
comienza el abandono radical de la historia. Aquí está la noche sin Dios de los
cuchillos largos, aquí las órdenes de Hitler y Stalin con los millones de
víctimas inocentes. Getsemaní se puede llamar Auschwitz o Siberia, se puede convertir
en el apocalipsis de todas las agonías de nuestra reciente historia de armas
nucleares explotadas en medio de la indefensa población civil. Las treinta
monedas han subido su cotización en bolsa y la cruz de madera está realizada
con una nueva aleación electrónica con temporizadores terroristas. Vuelve a
sangrar la luna de Nisán sobre nuestras cabezas. Esta es la cábala numérica, la
perspectiva cronológica que escudriña el sentido oculto del Getsemaní de antaño
sobre la noche de todos los tiempos”.
-
“Este es el cáliz de vómitos
universales que ha de ser bebido. ¿Puede hacerlo la razón? ¿Puede la
inteligencia humana romper el velo que se oculta tras la noche? Ecce Homo, el
rostro en tierra y bañado en sangre. Tierra y sangre. Todos los dolores de este
mundo concitados, reunidos en el corazón-costado de la conciencia
humano-divina. Aquí la noche existencial de Dios tiene piel, estómago y huesos.
El sistema respiratorio y neurovegetativo del hombre pasa por el huerto. Las
neurosis del mundo y las angustias del siglo XX, las psicosis y los insomnios
de los siglos, desde Babilonia a Alfred Hitchcock; desde la guerra civil a la
devastadora guerra mundial…En Jesús están todas las víctimas inocentes y
culpables: padres sin hijos, esposas abandonas, prisioneros y gendarmes, campos
de concentración, filas interminables hacia la nada… fueron Jesús en el jardín
nocturno de Getsemaní”.
-
“El dolor tiene mucha memoria y
necesita ser rescatado de la noche infectada, necesita reinterpretar la
oscuridad mostrenca, desvelarla o vencerla del rencor que nos lleva
inexorablemente al destino circular de la tristeza. En Jesús los golpes de la
historia tienen cara, no han quedado perdidos en la rueda impersonal y lejana
de los tiempos. Podemos mirar en él las depresiones endógenas y exógenas, los
insomnios, los temblores del sin sentido, podemos mirar en él y en el espacio
húmedo de unos olivos el posible camino abierto a un algo más de esto que somos.
“Padre,si es posible, que pase este
cáliz…” haz pasar de mí los muros de la vergüenza que aún perduran en todos
los continentes, si es posible que pase de mi el cáliz amargo del 11S del 11M,
de Charlie Hebdo y Copenhague, de Siria, Nigeria y Sudán…que no sea preciso
beber el trago enloquecido de millones de habitantes que como gotas de sangre
ruedan por la cara de Getsemaní, por la noche, que insisto en llamar, “de todos los tiempos”.
-
“Cuesta mucho reconocer a la deidad.
Al hombre es fácil reconocerle en la debilidad, pero ¿y Dios? ¿Cómo sacar del
estremecimiento y del temblor un rayo de luz divina? ¿Cómo recuperar en esa Faz
el rostro de Dios? Aquí está en juego la misma gloria, perdida entre gotas de
sangre, Dios caído y casi agonizante. Dios naciendo en carnes mancilladas,
bebiéndose la noche hasta quedar ebrio de humanidad. Hasta ese punto, hasta el
naufragio óntico, metafísico, de toda la existencia. Temblando, sobreviviendo,
deambulando agónico, mendigando un poco de consuelo en medio de una humanidad
somnolienta. Desasido de todo, rehuido de la naturaleza, traicionado, con el único
consuelo del polvo de la tierra. Mirad el pánico de Dios en El y el espejo
desde donde se mira la humanidad sufriente habida desde siempre en todos los
Getsemaníes del mundo”.