Rescato, de sopetón y sin
comerlo ni beberlo, un post, una entrada, del blog https://escritoresnoveles.wordpress.com.
A veces los textos blancos –que no en
blanco- ejercen el efecto imán de la iniciativa antes subyugada por otros
imponderables poco alígeros. Las recomendaciones no fabricarán de la noche a la
mañana escritores de pluma pendolaria. Pero tampoco descartaremos que avive
alguna mínima curiosidad o cuanto menos alguna máxima vocación dormida. He aquí
este solícito listado punto más que interesante si acertamos a redescubrir
técnicas de entrelíneas.
“Covi / 3 horas ago
Ya estamos finalizando agosto, mes vacacional en el que hemos
contado con un poco más de tiempo para nosotros, para terminar ese cuento o
novela que llevamos tiempo escribiendo, o para pasar al papel esa idea que
rondaba en nuestra cabeza desde hace algún tiempo y que por falta de tiempo, o
miedo a no saber cómo, no habíamos escrito aún.
Por ello, este lunes queremos compartir estos 44 consejos
con todos vosotros y vosotras. Nos gustaría que realmente sirvieran (así
como los anteriores) para animaros si no os atrevíais, o para que hayáis
terminado de revisar ese escrito que teníais entre manos desde hace tiempo. Sea
como fuere, lo importante es escribir, escribir y no dejar nunca de perseguir
nuestro sueño.
¿Cómo me enfrento a la hoja en blanco? ¿Sobre qué escribo? ¿Cómo
lo escribo?
Vamos con estos 44 consejos para escribir
una buena novela o cuento, que a buen seguro nos aportarán
respuestas interesantes a estas y otras preguntas. Ahora, ánimo y a…
escribir.
1.
Copiar en fichas todos los
finales que se nos ocurran para un relato así como sus inicios, probar todas
las combinaciones posibles y elegir la más eficaz.
2.
Contemplar la vida, los hechos,
los sentimientos, las cosas, las palabras… con actitud de asombro, de
extrañeza, y escribir a partir de las nuevas percepciones que así tengamos de
todo ello.
3.
Inventar nuevas formas de enfocar
nuestros actos cotidianos y escribir sobre ellos.
4.
Mirar los objetos de nuestra casa
como si pertenecieran a otro mundo y escribir sobre la nueva forma de
percibirlos.
5.
Inventar un mundo en el que las
personas hablen con las cosas y las cosas hablen entre sí.
6.
De entre todas las ideas que se
agolpan en nuestra mente, apuntar una; la más simple, la más atractiva o la
primera que podamos atrapar, sin preocuparnos por perder las restantes en el
camino.
7.
Es bueno relajarse unos minutos
antes de comenzar a escribir, concentrarse en la respiración, para dejar fluir
los pensamientos; coger al vuelo palabras que pasen por la mente y llevarlas a
la página.
8.
Se puede trabajar con listas
existentes, tales como las del listín telefónico, la carta de un restaurante o
la cartelera de los cines.
9.
Plantearse la mayor cantidad
posible de formas de soledad existentes para desarrollar en un texto la que más
nos conmueva.
10. Observar lugares bucólicos y describirlos. Extraer noticias
truculentas de periódicos sensacionalistas y ambientar los sucesos en dichos
lugares.
11. Estar alerta cuando nos sentimos angustiados para rescatar
aquellas imágenes que dan forma a la angustia.
12. Escribir sin estar pendientes del calendario, del reloj ni de lo
que consigamos; simplemente, hacerlo.
13. Escribir sobre un tema, elegido a conciencia, que nos produzca
la más intensa e íntima liberación.
14. Imaginar varias situaciones que ocurren en distintos lugares a
la misma hora como método para contar algo desde distintos puntos de vista.
15. Repetir un mismo itinerario mental en distintas ocasiones para
comparar resultados y recoger la mayor cantidad posible de material vivencial.
16. Imaginar un viaje de afuera hacia adentro y otro de adentro
hacia fuera de uno mismo y escribir “durante” el viaje.
17. Planificar un viaje interior por el territorio que sea más
propicio para las representaciones imaginarias.
18. Practicar el aislamiento durante un período programado de tiempo
que puede ir desde un día completo hasta una semana, un mes… y anotar lo que
experimentamos en ese lapso.
19. Escribir un texto a partir de la comparación de dos realidades:
recuerdos, sueños, experiencias vividas, sonidos, perfumes…
20. Escribir un texto a partir de semejanzas y diferencias que
resulten de compararse uno mismo con otra persona.
21. Encontrar las palabras que más placer nos produzcan o más
significaciones nos provoquen para constituirlas en componentes de una imagen.
22. Apelar a nuestros sentidos diferenciando aromas, sabores,
sonidos, observaciones y sensaciones táctiles de todo tipo para incluir en
nuestra lista para constituir imágenes.
23. Dividir un objeto en el mayor número posible de piezas que lo
componen para jugar con ellas en un texto, llamando al objeto por el nombre de
algunas de esas piezas o partes.
24. Inventar situaciones, personajes, conceptos que nos permitan
transgredir las funciones del lenguaje.
25. Reunir todo tipo de géneros y discursos y a partir del contraste
entre dos de ellos, para constituir una narración: noticias periodísticas,
telegramas, poemas, diálogos escuchados al pasar, etcétera.
26. Analizar todo tipo de palabras buscando la mayor cantidad de
explicaciones posibles que en torno a ellas nos aporta material para un texto o
nos permite, directamente, constituir el texto.
27. Inventar imágenes inexistentes, con mecanismos similares a los
productores de frases hechas, y desplegarlas literalmente en un texto.
28. Tomar una idea conocida y asombrarse frente a ella como si nos
resultara desconocida como método para conseguir material literario.
29. Coleccionar refranes de distintas procedencias para trabajar con
ellos en un texto.
30. Inventar refranes y jugar con su sentido literal.
31. Prestar atención a los episodios cotidianos, y convertir cada
mínimo movimiento ocurrido en un espacio común -un bar, el metro, un edificio,
la playa- en un episodio capaz de desencadenar otros muchos.
32. Elegir momentos a distintas horas del día y describir todo lo
que sentimos y lo que sucede a nuestro alrededor, más cerca y más lejos.
33. Inventariar palabras a partir del alfabeto y crear entre ellas
un itinerario, el esqueleto de una historia.
34. Tomar todo tipo de secretos: un “secreto de familia”, un
“secreto de confesión”, “el secreto de estado”, “el secreto profesional”, como
motores de un texto.
35. Hurgar en nuestro mundo interior, rescatar de él algún aspecto
que no nos atrevemos a expresar y ponerlo en boca de un personaje.
36. Confeccionar una lista de afirmaciones y otra de negaciones como
posible material para un texto en el que se omita algo específico.
37. Invertir el mecanismo lógico: secreto/confesión, es una manera
de enfrentar la ficción. En consecuencia, partir de una confesión para luego
inventar el secreto.
38. Emborronar folios durante diez minutos exactos cada día. Al cabo
de cada mes (y por ninguna razón antes) leer lo apuntado. Dicha lectura
constituirá una grata sorpresa para su autor. Dado que escribió asociando
libremente, el material acopiado será heterogéneo y muy aprovechable para ser
transformado en texto literario.
39. Contar lo diferente y no lo obvio de cada día.
40. Trazarse un boceto de escritura “en ruta” y atrapar las ideas
susceptibles de ser incorporadas a nuestra futura obra.
41. Recopilar anécdotas ajenas y apropiarse de algún detalle de cada
una o de su totalidad.
42. Del intercambio de textos con otros escritores pueden surgir
propuestas y comentarios reveladores.
43. Imitar una página del texto de un escritor consagrado y
comprobar el ensamblaje de las palabras.
44. Rescatar la espontaneidad del niño. Jugar y crear con todo lo
que se tiene a mano.