Paco Fernández, Miriam Gil, Inma Cáliz, Williams… Columna de Marco A. Velo en Diario de Jerez


Alfa: La ciudad no se sale con las del Beri porque tampoco encuentra ni a mano ni a trasmano un cortafuego que aminore las altas temperaturas. ¿Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente? A la ciudadanía ha sorprendido al rojo vivo, casi in fraganti, la sentada de las calores. Lorenzo jamás da plantón al sur del Sur. Yo sé de un alfeñique -que come más que un heliogábalo- ahora alimentado a buches de gazpacho y sopones de salmorejo. Sin pisar aún la playa, ya está más colorado que los tomates del puesto de Maruja Lozano. Lo que se come, tanto se cría como sale a flote a flor de piel…

Beta: Me entero casi al minuto del accidente cardiovascular que sufre Francisco Fernández García-Figueras. Enseguida -sin decir tus ni chus ni mus- indago, acudo a la fuente de información de primer orden, me cercioro de su diagnóstico y pronto respiro -¿abdominalmente en ocho tiempos?- tranquilo. El sustillo sobrevino cuando el preclaro académico cumplía ochenta años. Una edad sin apenas repercusión (física) a sabiendas de la formidable salubridad de Paco. Aunque quizás venga quejándose últimamente de ciertas goteras de la maquinaria interior -como así llamaba el inolvidable Uberto Piñán Rodríguez al organismo-, la verdad –“ciertamente” diría el propio Paco- es que el reconocido psiquiatra cuanto menos goza de “una mala salud de hierro”, tal así acertó a denominar César González-Ruano sus nimios achaques instalados en el cuerpo desde prácticamente cadete. Paco Fernández sabe cuidarse a Dios gracias. Y ha de permanecer asido al ovillejo de su intelectualidad. Sabe más que Merlín: hombre de cultura universal. Posee una biblioteca personal la mar de sabrosa. Ya aseguró Ramón Gómez de la Serna que los libros son los hojaldres de las ideas. Y las ideas, digámoslo nosotros, la urdimbre de toda sanación.  ¡Cuídese mucho, don Francisco!

Gamma: Conchita, madre de mi amiga Inmaculada Cáliz González, fallece dulcemente, sumida en la serena porosidad de lo sibilante.. Conchita concitaba por ley natural el cariño de sus semejantes. En la última cucharada -llevaba impedida varios años- del postrero almuerzo... “se quedó dormida”. Como su hija pidiera al Señor incluso erre que erre, así falleció Conchita: sin el menor encono de dolor. Trabajadora a destajo, hija de su época, risueña por condición, Conchita contó con el amor de sus nietas hasta la hora de su implosión. Releo ahora unos versos de la obra ‘El testamento del pájaro solitario’: “En medio de la sombra y de la herida/ me preguntan si creo en Ti. Y digo/ que tengo todo cuando estoy contigo:/ el sol, la luz, la paz, el bien, la vida”.

Delta: Bodegas Williams & Humbert suma y sigue en su apuesta por la actividad sociocultural. Un ejemplo a seguir en cuanto a modernidad empresarial y a implicación de defensa del diálogo cultural. De la libertad de expresión escrita y hablada. Y de la pluralidad de dialécticas. El arquitecto y urbanista Miguel Ángel González Fustegueras analiza la evolución de la ciudad durante los siglos XVIII y XIX. Afirmó que “gracias al sector de las bodegas llegaron a Jerez muchos avances”. Las bodegas han de cuidar también muy mucho la interrelación de su actividad social no exclusivamente comercial. Así como Williams. ¡Nuestra enhorabuena!

Épsilon: Miriam Gil y Juan Figueroa contraen nupcias en una ceremonia blanca como el color con nombre propio de quien ya habita junto a la Reina de las Marismas. Allí, a pie de altar, también cantaron a la Virgen poemas. “Tiempo detente” en la letrilla y el tiempo se detuvo en la cristalización del amor matrimonial. No siempre únicamente lo fugitivo permanece y dura, como escribiera Francisco de Quevedo, también la unión de Miriam y Juan: tal los versos de Gerardo Diego: “Y entre tus santos de piedra/ y los álamos de magia/ pasas llevando en tus ondas/ palabras de amor, palabras”.

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