Recordando a José Luis Dormido



O cómo la Cuaresma rescata in memoriam a cofrades ilustres 

MAV - MIRA

Tomo hoy recado de escribir, Selu, no con pretensiones altisonantes ni tampoco para enfundarme la carcasa de ninguna ínfula literaria. Las desbandadas de las palabras a veces retoman a capricho su propia linealidad. O su misma anarquía textual. Sucede –en un repente- cuando la carne se hace verbo para danzar al hilo del pensamiento. O cuando el teclado del ordenador baila a su caprichoso modo, como si la conjugación del sentimiento popular declinase el presente del subjuntivo de una remembranza que ahora siempre coloca tu nombre en el frontispicio de términos como añoranza, extrañeza, melancolía. Desazón, búsqueda infructuosa…

Han pasado años. Tan lejos, tan cerca. Y aún no nos hemos hecho el cuerpo a tu fallecimiento. Porque el riego sanguíneo de las cofradías de Jerez todavía necesitan la trasfusión de tu sangre de dignísimo hijo de Dios, querido José Luis Dormido ‘Selu’. ¿Que nadie es imprescindible en nuestras corporaciones nazarenas? Pongo en solfa semejante aseveración después de haberte conocido. ¿Por qué diantres te marchaste tan precozmente, mi capataz de chicotás de la eterna dulzura del costero a costero?

Aún nos sentimos aturdidos, noqueados en el ring del peor contrasentido. Quizás porque los prefijos de la muerte diezman los guardagujas de cualquier increencia. Y la inteligencia del hombre a veces no somatiza determinados exabruptos del destino. O porque fuiste tan grande, tan hercúleo de candor espiritual, tan desprendido en el cariño a tus semejantes, que ya ulteriormente no nos acostumbramos a tu ausencia y por ende nos empequeñecemos –casi inertes de ánimo- como una mota de polvo en la raigambre de este vacío desazonador.

Pronto será Martes Santo. Un Martes Santo que nunca jamás quedará catalogado en el disco duro de la desmemoria, Martes Santo de túnicas blancas por San Benito. Vuelvo a sonreírte con carácter retroactivo, acaso por recuperar en sentido figurado el apostolado de tu magisterio sencillo. La eficacia –la optimización de los recursos- de la humildad a secas. ¡Cómo nos ejemplarizaste, Selu, sin decir oxte ni moxte, sin desfigurar el tipo (el tipo-tipo de tu también afición carnavalesca), sin arrimarte al román paladino de las dobles interpretaciones o de las triples lecturas, sin despeinarte siquiera!

A veces las cofradías paren en sus adentros cofrades anónimos que evangelizan de consuno, stricto sensu, con dos meras instrumentalizaciones: sonrisa y amor. Eso fuiste –ad pedem litterae- Selu: sonrisa y amor. Siempre adobadas en la freiduría congénita del segundo plano, de la discreción por bandera,  de la mesura sin aspavientos. Te sentiste feliz-arracimadamente feliz- junto a tu mujer e hija, junto a tu familia entera y enteriza, con tu deporte y tus cofradías, con tus amigos de la parroquia, con tus catequesis y tus coplillas de tres por cuatro, con tu llamador de plata de ley tallado con gubia de trascendencia. Hoy, en esta Cuaresma 2018, otra vez, rezaré por ti. Lo haré para que, pronto, a la vuelta de la esquina de estas vísperas, de nuevo un Cristo de fuerza y tronío llegue al centro de Jerez solicitando Clemencia a raudales.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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