Y Jerez se echó a las calles... de templo en templo
El segundo domingo de Cuaresma fue testimonio unánime de fervor
MAV - MIRA
Pese a que el sol no ha hecho acto de presencia en la ciudad durante la mañana, no por ello las calles han estado ausentes de público. Si bien es cierto que la llovizna ha salpicado determinadas franjas horarias. Por ejemplo la hora punta de las dos de la tarde, cuando ya los jerezanos se debatían y se decidían por el disfrute del tapeo o de un suculento almuerzo de cuchara. El centro de Jerez goza de suficientes bares y restaurantes para elegir a capricho.
La ruta de besamanos ha demostrado que los mayordomos y priostes de las Hermandades dominan su ámbito con riqueza de criterio firme. Adaptando el sello estético que a cada corporación corresponde. Y en la plural variedad de la jornada bien que se ha dejado notar esta sapiencia cofradiera.
Destacamos, por ejemplo, los besamanos de Nuestra Señora de Loreto en su Soledad, con sede canónica en la iglesia parroquial de San Pedro. Siempre montado con una exquisitez que penetra la propia excelencia. La Virgen de la Paz en su Mayor Aflicción, bajo palio y a ras de suelo, ha supuesto otra de las sensaciones deslumbradoras de la jornada. En los Desamparados se sabe a ciencia cierta de cánon no escrito.
En Santiago la austeridad de la Buena Muerte llamaba al más íntimo recogimiento. Clavos de Cristo sobre el árbol de la vida. La Paz del Señor se instala en Fátima. La Madre de Dios es Luz y Socorro en el primer templo jerezano de la Santa Iglesia Catedral. Conmueve la cruz sobre el hombro de Jesús Nazareno en una muy concurrida Capilla de San Juan de Letrán...
¿Cómo se revalida la fuerza de Dios en las entrañas de un barrio? Besando las manos de Quien -con mayúsculas- reparte Clemencia. Capuchinos se rodea de los Ángeles de una advocación siempre mariana. Perpetuo Socorro, Corpus Christi y San Juan Grande constituyen puntos de confluencia de incontables devotos.
¿Es de hermanos perdonar? En efecto. Y de cristianos ejemplares. Así nos lo ejemplifica Cristo en la Ermita de Guía. Segundo domingo de Cuaresma que mejoró, climatológicamente hablando, al nacer de la tarde. Con el sol ya campando a sus anchas. Radiante como este tiempo de vísperas que a veces se disfruta más que la fiesta. El tiempo corre en su cuenta atrás. Ya queda menos para que la primera Cruz de Guía aparezca por las esquinas del alma.