CINE Y TELEVISIÓN
Repaso a la filmografía de títulos centrados en la realidad de la banda terrorista
MAV – MIRA
La disolución -la desaparición- de la banda terrorista ETA ha derramado ríos de tinta sobre los más sesudos análisis políticos y sociológicos de toda índole. Algunos muy agudos desde el punto de vista intelectual y otros rocambolescos según los parámetros de una justificación alarmista y desmedida. Resulta paradójico concebir la injustificable trayectoria del terrorismo desde vertientes netamente culturales. Pero tampoco es menos cierto que el prisma de la creatividad, basada siempre sobre hechos reales, o colateralmente de no ficción, deja una estela de interpretación en el lector o en el espectador siempre de interesante resultado.
Es el caso del séptimo arte. A menudo, durante las últimas décadas en España, ha dado pavor -por no decir miedo con todas sus letras- abordar -adentrarse nunca de rondón- en la certeza orgánica de ETA o en las desgracias anónimas de sus furibundos atentados. Aunque el periodismo -sobre todo escrito- ha sido el género más castigado por el objetivo de las metralletas y las bombas asesinas, no es menos cierto que el cine también ha evidenciado cierta dosis de valentía en el tratamiento del gran problema interno español latente desde los albores -bastantes años antes- de la consagración de la democracia.
Ha sucedido a veces que quizá se haya abusado de unas sinopsis siempre del lado de la primera persona del singular de la biografía real o ficticia de un/a terrorista. Pero con todo y con eso la plasmación de andar por casa de las latentes de la realidad circundante ora de un miembro de la banda armada ora de víctimas directas o familias y allegados de éstas han puesto el punto sobre la i del quid de la cuestión.
Repasemos algunos títulos -o un buen puñado de ellos- que desde un prisma u otro abordaron el terrorismo etarra en suelo español. ‘Ander eta Yul’, ‘A ciegas’, ‘Celda 211’, ‘El lobo’, ‘La muerte de Mikel’… ‘Sombras en una batalla’, ‘La playa de los galgos’, ‘El viaje de Arián’… Hay películas que tratan de la venganza directa de la banda contra quienes la abandonan: ‘Yoyes’, ‘Amor en off’ o ‘Goma 2’.
Discusión y polémico debate suscitó el documental ‘La pelota vasca, la piel contra la piedra’ (largometraje de entrevistas). Otro documental mejor aceptado: ‘Asesinato en febrero’ (asesinato de un alto mando socialista a manos de la banda). O el del juicio militar a ETA durante pleno franquismo: ‘El proceso de Burgos’. Sumemos otros títulos de desigual compromiso, aliñados de cierta ambigüedad en el tratamiento de fondo: las obras de Imanol Uribe ‘La fuga de Segovia’ y ‘Días contados’ -que al menos sí sirvió para catapultar a una espléndida y entonces emergente Ruth Gabriel-.
O, en esta misma línea de cierta escasa aportación definitoria, ‘El pico’, demasiado sensacionalista, o ‘La voz de su amo’, de mejor puesta en escena. Dos obras, las de la autoría de Iñaki Núñez, que desglosan la motivación, la condición, la sustentación terrorista durante la época franquista: ‘Estado de excepción’ y ‘Toque de queda’. En una intención de plasmar cuanto se denominaba “la violencia fascista” a o largo y ancho de la también compleja transición democrática subrayamos ‘Siete días de enero’.
Sobremanera resaltamos -por su valor cinematográfico y asimismo histórico- las dos películas dedicadas al terrorífico atentado contra el almirante Carrero Blanco: ‘Operación Ogro’ y ‘Comando Txikia’. Cabe a su vez mencionar algunos filmes que denunciaban las torturas: ‘’El caso de Almería’, por ejemplo. O ‘La rusa’, que trataba el terrorismo desestabilizador y la guerra sucia. De muchísima menor entidad y alcance son las propuestas fílmicas ‘Occidente y sabotaje’ y ‘Terroristas’.
El cine es testimonio de una época a tiempo presente. Una crónica audiovisual de la coyuntura social que forma parte del pasado. O no tanto. En cualquier caso significa la creación imperecedera que funciona como enseñanza en clave retrospectiva. Visionar o revisionar las películas dedicadas al argumento y al argumentario de la banda terrorista ETA equivale a valorar en su justa medida este punto de paz interna al que se ha llegado, con mayor o menos conformidad o disconformidad de los también protagonistas pasivos del devenir de tan siniestra barbarie: las víctimas y familias de quienes murieron encharcados de inocencia.