Ramón y las elecciones cofradieras



Marco A. Velo – Jerez íntimo – Diario de Jerez

Don Ramón Martín Cartaya fue un vademécum de las buenas maneras. Un señor muy planchado ad valorem: planchado siempre el traje mil rayas, planchado el pelo de plata con asomos de ondulaciones que eran volutas de un barroquismo consustancial a su quevediano espíritu carpe diem. Planchada su túnica color Fe de la tarde noche del Viernes Santo. Planchado el río -el río de la paradoja sevillana que contradice al mismísimo Heráclito- cuando el puente (arqueado) de las plantas de sus pies pisaba la casida tendida del lorquiano 'Diván del Tamarit’: “La sangre sonará por las alcobas/ y vendrá con espada fulgurante/ pero tú no sabrás dónde se ocultan/ el corazón de sapo o la violeta”.

Martín Cartaya era catálisis, catarsis y catálogo en la letanía -a veces leonina- del mundo y del trasmundo de las Hermandades. Conocía su estructura lineal -válganos el argot literario- como la palma de su mano. Palma que abrazaba al risks, a todo riesgo, la vara dorada de un Nazareno de portento que la denominación popular bautizó como “el Jorobaíto de Triana”. Ingenio anchuroso como la espaciosidad de la catedral de Notre Dame. Trianear no es únicamente un modo rítmico -a simili de toreros con tronío y trapío en los paseíllos que preceden a la gloria de la puerta grande- de los pasos de misterio, de los galeones, de los barcos sobre canastilla en la inminencia siempre reciclable de la calle San Jacinto… ¡Izquierdo!

Trianear es igualmente un modo de dirigir Hermandades, de presidirlas, de representarlas. Vidriando las entrelíneas del Evangelio. Neutralizando a la media verónica del señorío emocional para espantar los asomos de la guerra de Cuba y los posibles aguaceros del diluvio universal. Como así estiló, in loco citato, don Ramón con su santoral de vanguardias literarias -¡ah el surrealismo de Bretón en los embozos de la calle Castilla!- y con sus infranqueables códigos de honor. Líder que atemperaba todos los extremismos punzantes y punitivos (de haberlos). El histórico y preclaro Hermano Mayor de la O compilaba el favor y el fervor de sus hermanos, del corpus del censo de esta cofradía romántica que sabe a rima becqueriana en el tornasol incorpóreo de una Virgen con redonda advocación.

Ramón Martín Cartaya sabía que labor omnia vencit. El trabajo, incluso a deshoras, todo lo vence. Martín Cartaya se sabía aristotélico: “Más se estima lo que con más trabajo se gana”. Y la cofradía, bajo su dictamen, principió a sentar las bases estructurales de una máquina engrasada. Mucho silencio, mucho amor, muchas obras. Ser de lejanías al estilo poético de Charles Baudelaire, el escritor maldito que exorcizó el malditismo como excreencia: “El mejor remedio contra todos los males es el trabajo”. Ramón mixturaba clasicismo y posmodernidad. Sufrió en sordina las impostura de un grupúsculo cobardón y siniestro. Pero impuso el orden platónico de la soberanía implícita a las mayorías absolutas. Sabía aplicar -por deformación profesional- las leyes a rajatabla.

Un zurriagazo cardiaco lo fulminó en la bonanza de su mensaje polisintético. Murió a temprana edad, a hora tardía. Jamás asaetado de puñales sino veteado de todos los fruncidos de la admiración de la sevillanía cofradiera. Y no sólo sevillanía: muchos jerezanos adolescentes de finales de la década de los ochenta, de los primeros noventa, nos asomábamos, timoratos, dubitativos,  al espejo de cristal de brillo de don Ramón. Fallecido por aquellos entonces para encallecer todos los rubios cenizas del brocal de la muerte. Ramón nos legó artículos muy bien plumeados. En uno de aquellos textos paradigmáticos definió como “tormentosos” los Cabildos de Elecciones de nuestras Hermandades y Cofradías a los que concurrían -mínimo- dos candidatos al cargo de Hermano Mayor. Y apelaba a la fraternal normalidad democrática en unos procesos que no deben cuajarse de díscolos enfrentamientos. Valga su petición ahora que en nuestra ciudad de Jerez varias cofradías celebrarán en breve sus comicios. Algunas de estas corporaciones -al menos tres- con dos candidaturas en liza.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

PROGRAMACIÓN CULTURAL