La piel del deportista: todas las lesiones contra las que no nos protegemos



Néstor Cenizo. Periodista. www.saludmasdeporte.com

Acostumbrados a poner el foco en las lesiones, a veces olvidamos que la primera protección entre el cuerpo de un deportista (o de cualquier persona) y el exterior es su piel.

La piel es algo más que una muralla: protege frente a estímulos mecánicos, químicos ambientales, radiaciones solares o las infecciones; aporta una función de termorregulación esencial en el rendimiento deportivo; y nos relaciona con el medio externo a través de miles de receptores.

Por eso, la doctora Cristina Serrano, dermatóloga de la Clínica Inmaculada Concepción de Granada, asegura que la piel representa un 20% del total del rendimiento de un deportista.

De la mano del Club Salud de la Real Federación Andaluza de Fútbol, Serrano forma parte del equipo que imparte charlas dentro de la campaña “Mejor piel, mejor futbolista”.

En esa cita analiza a importancia que tiene para un deportista cuidar su piel para evitar distintas patologías o enfermedades, que pueden llegar a ser graves.
Gran parte de la práctica deportiva se realiza al aire libre. Por eso, un primer factor esencial a tener en cuenta es la acción solar. Son frecuentes las quemaduras por hacer deporte sin la adecuada protección y es habitual encontrar a deportistas corriendo sin camiseta.

Hay estudios como este (ver estudio) que demuestran que los corredores de fondo tienen más probabilidad de sufrir un cáncer de piel, por los factores de riesgo asociados a la radiación ultravioleta. Sin embargo, sólo recientemente se está empezando a tomar conciencia de este problema.

Conocer el riesgo individual de cada uno (en función de su fototipo; rubios, piel y ojos claros, múltiples nevus o lunares: mayor riesgo) y los factores externos que aumentan el riesgo ayudarán a minimizar el impacto.

Cristina Serrano ofrece varias claves al respecto:

Los efectos de la radiación solar en deportistas

La radiación solar tiene consecuencias tanto agudas como crónicas. La aguda la conocemos todos: es la quemadura solar, producida por los rayos ultravioleta tipo B, que penetran de forma superficial y producen un eritema o rojez.

La consecuencia crónica la determina la radiación tipo A, que daña a capas más profundas alterando el ADN celular. Es la causante de producir cáncer de piel.
“La piel tiene memoria, el 50 o el 80% de la exposición solar se recibe durante los primeros 20 años de vida, y todas las quemaduras durante infancia y adolescencia puede duplicar el riesgo de cáncer de piel tipo melanoma”, explica Serrano.

Todas las quemaduras durante infancia y adolescencia puede duplicar el riesgo de cáncer de piel tipo melanoma

Los daños que produce la radiación tipo A pueden ser malignos, como los queratomas actínicos, lesiones que aparecen en cueros cabelludos o zonas de máxima exposición. “Esto es un precáncer de piel, si se deja evolucionar se transforma en un carcinoma epidermoide”, alerta la doctora.

El carcinoma basocelular es otro tipo de tumor de piel consecuencia de la exposición solar. El tumor pigmentado (entre los que se incluye el melanoma), “tiene mal pronóstico” si no se detecta precozmente. Son los llamados “lunares malos”, que pueden aparecer de nuevas o sobre lunares que eran benignos y se transforman.
Otros efectos crónicos son los puntos negros; los léntigos, manchas solares “que se empiezan a ver también en jóvenes”; la hipopigmentación, manchas blancas que aparecen en piel envejecida que ya no se va a recuperar; o los cutis romboidales de la nuca.

Las únicas recetas: evita la radiación y protégete siempre

La única receta frente a estos efectos graves es simple: evita la radiación. Aunque el día amanezca nublado, siempre hay radiación ultravioleta. Esto tiene una consecuencia lógica: debes protegerte siempre.

La radiación es mayor en las horas centrales del día. Evítalas.

El hielo, nieve, la arena seca o el agua de mar también pueden aumentar la incidencia de la luz y puede empeorar la incidencia del sol sobre la piel.
El mejor fotoprotector es no exponerse. El segundo son las prendas de ropa: sombrero, gafas…

Por último, están las cremas fotoprotectoras. Si usas de 50, mejor que de 30. Pero ten en cuenta que tienen un efecto temporalmente limitado, y que debes renovarla periódicamente en función de la sudoración.

El tipo de piel que tengas determinará también el fotoprotector que debes utilizar. Si eres de piel grasa, mejor crema o gel; si tu piel es seca, puedes utilizar excipientes más grasos y líquidos.

La incidencia de la radiación es el factor del que más debe cuidarse un deportista. Sin embargo, la doctora Cristina Serrano expuso otros factores de riesgo. Algunos de ellos tienen que ver con la estética y las modas.

Tatuajes en deportistas: cómo pueden afectar al rendimiento

El primer consejo es que si quieres hacerte un tatuaje, lo hagas en un lugar homologado que cumpla con los criterios legales y sanitarios. Debes saber que no es lo mismo el manual que el realizado a máquina. En el manual el pigmento no se distribuye homogéneamente por la piel, y eso dificulta mucho el borrado futuro.

“Un tatuaje significa hacer una herida y mantenerla abierta, así que la infección es frecuente, sobre todo en las primeras semanas”, comenta la doctora. Esto se soluciona con tratamiento pero puede modificar el tatuaje. Otro problema es la posible alergia a la tinta, que suele detectarse a posteriori. El rojo es el color que más problemas da. Esto puede terminar en una eliminación parcial, que deja el rastro de una cicatriz. “Si el tatuaje es grande, el problema es grande”, alerta Serrano. El tatuaje, si es de grandes dimensiones, puede afectar al rendimiento: sudarás menos y perderás más sodio.

Otros problemas de los tatuajes: no protegen de la radiación ultravioleta y no dejan ver lo que hay debajo, de modo que no podremos observar posibles melanomas o carcinomas. Además, el riesgo de quemadura en una resonancia magnética es mayor.
Algunos estudios han llamado la atención sobre el hecho de que la composición del sudor pueda verse alterada por los tatuajes.

El tatuaje, si es de grandes dimensiones, puede afectar al rendimiento: sudarás menos y perderás más sodio, indispensable para los intercambios celulares y la capacidad de refrigerar el organismo.

Piercings en deportistas: riesgo de heridas e infecciones

Debes quitártelos para practicar deporte y así evitar el riesgo de producir heridas. Aun así, en el 20% de los casos dan lugar a problemas dermatológicos, según Serrano. El más frecuente, las infecciones: “Si están localizadas en piel será infección de piel, pero puede haber infecciones de cartílago más profundas, dolorosas y difíciles de quitar”.

Los queloides son las cicatrices que desbordan la cicatriz normal, muy difíciles de quitar. Además, hay que tener en cuenta que los metales pueden producir alergias. Por último, y como con los tatuajes, elige un centro homologado para asegurarte que evitas enfermedades graves, como la hepatitis.

Acné en deportistas

Evidentemente, no es una cuestión vinculada al deporte sino a la adolescencia. Está asociada a la producción de los andrógenos, hormonas masculinas, y a veces se trata con isotretinoina. En este caso, ten cuidado. “Puede producir dolores osteomusculares e impedir hacer entrenamientos o partidos en condiciones: lumbago, agujetas, más fotosensibilidad, menor rendimiento físico en general…”.

Depilación en deportistas: precauciones

Es una moda relativamente reciente, sobre todo la masculina, tanto estética como para favorecer el trabajo de los fisioterapeutas. Serrano alerta de que puede producir problemas como dermatitis irritativas, sobre todo cuando se hace en seco o cuando se utilizan algunas cremas o ceras que tengan productos a los que estamos sensibilizados.

Otro posible problema es la aparición de foliculitis, granitos que aparecen alrededor del folículo.

El sol no debe dar justo después si se hace depilación convencional, porque se corre el riesgo de que la zona se pigmente. Por el mismo motivo, no se debe utilizar sobre la piel recién rasurada colonias o alcoholes.

Alopecia androgénica: una cabeza sin protección

Es la calvicie común, un problema frecuente que suele empezar sobre los 18/20 años. El problema (para quien lo sea) es simplemente estético, pero es importante recordar que quien sufre alopecia no tiene la protección del pelo contra la exposición solar. La mayoría de medicamentos para frenar el proceso no tiene problemas de dopaje, como se pensaba hasta hace unos años.

Urticaria colinérgica

Según Cristina Serrano, afecta a un 14% de los deportistas, frente al 2% de la población general. Se caracteriza porque aparecen unos pequeños habones o ronchas, de 2 a 4 milímetros, con mucho picor, justo al empezar la sudoración.
Suele resolverse de forma espontánea en unos minutos, pero si el picor es intenso o se generaliza, puede haber síntomas sistémicos (hipotensión, nauseas, mareos, ganas de vomitar), por lo que debe consultarse al médico para poner tratamiento.

Por último, lo que conviene que hagas para cuidar tu piel: mantén la higiene aplicando un PH adecuado para que no destruya la capa protectora e hidrátala con cremas después de la ducha.

Seca bien los pliegues (axilas, cuello, entre los dedos, ingles…) para evitar infecciones y mantén el resto de la piel húmeda para facilitar la hidratación. No olvides que la piel es nuestra primera protección, y solo tenemos una.

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