Jerez, pospandemia, vuelta a las andadas y Costa de Azahar


Marco A. Velo – Jerez íntimo - Diario de Jerez 

Como cada primer lunes de septiembre -que es jornada de vuelta a las andadas- quien suscribe regresa a las puertas abiertas de la sala capitular de esta Venerable Hermandad de la Columna (periodística). Aquí el articulista no precisa mantener las distancias físicas con el resto de los mortales. Dícese: los lectores. Es la magia omnímoda del cultivo de la lectura: no se atiene ni se aviene a las cláusulas de la sociedad pospandémica. Pronto hablaremos, por lo suelto, de nueva normalidad, trashumanismo, mutación de la condición humana -parapetada tras pantallas planas y mascarillas- y la universalización del posmoderno Ciudadano Zero. ¡Cómo cobra vigencia, ahora -también en lo literario y en lo cinematográfico- el poder visionario de las obras distópicas! 

El verano -en lo personal- ha dado muchísimo de sí. Hasta el 5 de agosto anduve metido de hoz y coz en el tajo diario. He compaginado -que no simultaneado- el trabajo y el asueto cuasi en idénticas proporciones. El ora et labora del mes de julio ha sido de órdago y sumo provecho. Ya agosto tampoco trajo consigo -ni lo pretendí a pies juntillas- la sonora frase de José Manuel Caballero Bonald: “No hacer nada es lo que más me gusta hacer de todo”. Cito de memoria. 

Agosto me ha reportado experiencias memorables. A medida que cumples años rebañas de cabo a rabo la máxima del carpe diem. Aunque en mi caso constituye grito de guerra y pacto de sangre. Piedra filosofal. Usanza sin desvíos ni desvaríos. Es capital adentrarse hacia lo desconocido -en su justa medida- pero arriesgando al fin y al cabo. En el frontispicio de la primera página de la obra ‘Finisterre’ Fernando Sánchez Dragó me caligrafió una dedicatoria de puño y letra que dice textualmente así: “Navegar es necesario… y naufragar también”. Lo que me remite a otra frase de cabecera de Jung: “Una vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir”. La recordé cuando, hace ya un ramillete de primaveras, visité junto a mi mujer Esperanza las tumbas de Grace Kelly y Rainiero en el interior de la iglesia de San Nicolás (Mónaco) -precisamente el mismo templo en el que contrajeron nupcias-. 

El verano 2020, en cuanto a la lucha social contra el coronavirus, ha demostrado con creces que Zamora no se gana en una hora. Si evidenciamos una manifiesta ejemplaridad unánime -el non plus ultra- durante el confinamiento, ahora, contradictoriamente, tan pronto se descolgó la manga ancha del libre callejeo, enseguida saltaron en tropel los vivalavirgen (a degüello contra la prescripción sanitaria vigente). Para desbrozar y destrozar todo lo avanzado hasta la fecha. Prefiero no abundar en este despropósito porque me vería obligado a jurar en hebreo y lanzar venablos por la boca. 

Septiembre suele proponernos cuarto y mitad de examen de conciencia, propósito de enmienda y afán de superación. Tomen buena nota los seguidores de la afónica tesis de Miguel Bosé, también aquellos que se colocan la mascarilla a la virulé, las personas mayores que de sopetón han perdido el respeto al bichito, los adolescentes que caminan atolondradamente en pandilla a cara descubierta…

Tenía intención de poner en negro sobre blanco mi gratificante estancia familiar en el Parador de Carmona pero el espacio apremia y los renglones avanzan a velocidad de relámpago. Ya habrá ocasión: hay más días que ollas. Finalizo felicitando a los excelentes profesionales de NIIM -Nuevo Impulso Inmobiliario- por la colocación este pasado viernes de la primera piedra del Residencial Costa de Azahar -Segunda Fase-. 30 viviendas sin parangón en un enclave de privilegio. Descubra el lector por sí mismo su excepcionalidad. Mi enhorabuena para los hermanos Óscar e Íñigo Real Cambas, Salvador Dimaggio, Vicente M. Díaz Valencia y Álvaro Osborne Gutiérrez. Asimismo a la alcaldesa Mamen Sánchez y al Teniente de Alcaldesa José Antonio Díaz por su contribución y respaldo a la causa. Es tiempo de edificar esperanzas. 

PROGRAMACIÓN CULTURAL

PROGRAMACIÓN CULTURAL