María Teresa Campos

María Teresa Campos ha empeorado el índice de audiencia del programa matutino de Tele 5 La mirada crítica. Síntoma infalible del estilo anacrónico que malgasta esta antaño brillante comunicadora. La respeto, conste, pero también asumo que pretende sostenerse a toda costa, forzando las manivelas del destino. La amanecida televisiva va pareja al más solícito análisis político de la actualidad. Se precisa, por tanto, objetividad del periodista y, consiguientemente, sencillez de formas, afronte incisivo, canalización temática, ritmo fulgurante, frescura profesional, una sazón de modernidad y media cucharadita de independencia. Los conductores de los programas matutinos no pueden permitirse la licencia de erigirse en plomizos protagonistas de sus mismos espacios. Porque reconvierten la crepitante noticia en foro de narcisismo. La Campos no supo digerir las consecuencias de su liderazgo. Hablamos de un período reconvertido de Jesulinas y contertulios repetitivos. Engulló luego demasiada grasa ombligocéntrica. Y a medida que engordaba físicamente, tomaba redondez las ínfulas de su ya forzado mandato mediático. Algo parecido sucedió -cuando entonces- en las entrañas de Encarna Sánchez. María Teresa pasó de confidencial periodista medio cómplice de las ejemplarizantes amas de casa españolas a la más viva encarnación de la altivez enmascarada. Cuando transmutó el temperamento, también restó adeptos. Y, consecuentemente, fue goleada por la jovialidad natural de Ana Rosa. Desbarró creyendo que la miel del éxito poseía un sabor sempiterno. Y ya sabemos que hasta los productos menos edulcorados presentan fecha de caducidad. La mirada crítica necesita el rigor de un presentador dinámico. Y la Campos nos adormece cada mañana. Resta diligencia al debate y ralentiza la escaleta del programa. Si lleva el veneno del periodismo en las venas, debería haber elegido otro formato. En la franja matutina ya no inyecta credibilidad. Quizá -no sé- hubiese encajado mejor dentro de la creatividad radiofónica de un amable programa de variedades. Porque su voz asumiría el doctorando de la experiencia. La radio, por sabia, acoge solidariamente el legado de la veteranía. Aunque hoy este artículo castigue con estimación la antigüedad de una periodista antaño líder de audiencias y hoy espejo crepuscular de anacronía, pompas de humo y un puntito de vanidad.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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