Rey puesto

No se me espante la parroquia. Omitiré, por gentileza patriótica, la mutación física que voluntariamente ha protagonizado nuestra futura reina. Sobresalta el cambio –para rematadamente peor- de Letizia. Se ha enfeado. Se ha afeado. Se ha empeñado y empañado de hundimientos faciales y achicamientos estéticos. La pata introducida hasta el corvejón. Pero echo el freno de mano y meto el hilo del asunto que hoy me ocupa por el ojo de aguja de este faldoncillo periodístico. A rey muerto, rey puesto. No trato ninguna temática alusiva a la familia Real sino a la novelera actualidad de los teleadictos. La caja tonta a la palestra. Hagamos memoria: Tele 5 nos echó el órdago de la supresión del contra/periodismo, del anti/periodismo con título de tomate en horario de sobremesa. Todos nos congratulamos cuando decretaron el cierre de aquel esperpento ¿de variedades o de necedades? Cerrojo a cal y canto y ovación de la españolidad. Aplauso colectivo. El archiconocido Aquí hay tomate nos traía por la polvorienta calle de la Amargura: información subrepticiamente tergiversada para rendir tributo a un amarillismo tremendista, faltón, ofensivo. El holocausto machacón de los famosos. Merecían, en efecto, el cerrojazo perpetuo. Enseguida nos propusieron otros espacios más competentes, otra suerte de encomiendas, otra amenidad televisiva. No deja de ser cierto que el programa Está pasando –tan prometedor en sus inicios- ha emborronado su primigenia línea editorial con la casaca del cotilleo menos elegantón. La sombra del producto Orlando era demasiado alargada. Tanto como para ahora indigestarnos con un ridículo libelo cuyo título ya enuncia la vaciedad de la propuesta. No transcribo textualmente el nombre del programilla en cuestión porque, errores ortográficos al margen, procura sin tirón ni enganche ridiculizar el felicísimo exabrupto del Rey de España a Hugo Chávez. El mando a distancia salta a voluntad, motu proprio, mientras procura escapar de este insulto a la inteligencia del pueblo, al respeto que precisan nuestros monarcas y al lodazal de la telebasura. ¿Cómo una propuesta tan renovadora, didáctica e ilustrativa como Mujeres y hombres y viceversa –fabulosa escuela del arte de la conquista sentimental- puede verse antecedida por la pestilente extravagancia de tamaño sinsentido?

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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