De cofrades y toreros

Apartémonos de los convencionales arrendamientos de la cotidianidad. Para expatriarnos sentimentalmente al País del Siempre Jamás. Ese edén del tiempo no vivido desprovisto de toscos revoques sociales. Hoy asistimos al blanqueo de la humanidad: subsisten demasiados intereses creados en derredor. Sin embargo la España de entonces, la mundología de la década de los cincuenta y sesenta –radio de cretona con gargantas de coplas intactas y cantados goles de Alfredo Di Stéfano- emitían la fraternidad gutural, la poesía llana, el roman paladino de unos comportamientos punto menos que entrañables. Otra época, otro latido. Mi hermano mayor por partida doble –Hermano Mayor de la Hermandad de Loreto y hermano mayor de sangre y filosofía vital- ha echado en el buzón de la nostalgia una misiva con membrete color sepia. Eduardo es una enciclopedia abierta de la sociología jerezana. Si alguna avispada empresa editora publicara Jerez intramuros una revista Hola de tirada acotadamente local, páginas cuajadas de bodas y bautizos y comuniones, entonces encontraría en Eduardo al cronista indispensable para el manejo de toda suerte de árboles genealógicos, lazos parentescos, heráldicas del procomún, etcétera. Conociendo como de hecho conocemos –también usted y yo- el intríngulis del vecindario jerezano, los resortes idiosincrásicos de la ciudad, no sé cómo ningún editor, ningún medio de comunicación, ninguna lumbrera apostó al caballo ganador de un suplemento, revistilla o gaceta del mire usted qué guapa ha salido la niña en la foto de la boda.
Pulso de nuevo la arteria longitudinal del presente post. Eduardo me envía una fotografía de grana y oro… ¿o de moradas y blancas devociones lauretanas? ¿Una instantánea más efusivamente taurina que sesgadamente cofradiera o más semanasantera que propiamente clásica de la tauromaquia jerezana? Cada cual elija a su caprichoso modo. En la visera de estos párrafos podéis observar a uno de los fundadores de la Hermandad de Loreto, Ignacio Fernández Ramírez (dueño de la frutería El Istmo, sita en la calle Bizcocheros frente a Morenos, y a la sazón suegro de Luis Parra “Jerezano”), quien además portara durante muchos años el Libro de Reglas de tan clásica cofradía del Viernes Santo. Ignacio Fernández aparece flanqueado por dos toreros de primera categoría: Venturita y Rafael de Paula. Disfruten -con deleite de la remembranza o con enebros de la imaginación- la imagen enmarcada en las molduras del ayer. De ese ayer de amigotes de copitas en el bar Torito y partidas de mus en la peña Juan Antonio Romero…

PROGRAMACIÓN CULTURAL

PROGRAMACIÓN CULTURAL