Comentario que he pronunciado esta mañana en el espacio La Piquera de COPE-Jerez.

Crudo lo tienen

Crudo lo tienen, queridos oyentes, quienes pretenden erradicar de un plumazo el peso específico de nuestra piedad popular. Crudo quienes mancillen la vigencia de una tradición que sigue manteniendo su firmeza junto a las plegarias que elevamos a nuestros Cristos y a nuestras Vírgenes. Crudo quienes se empecinen en abaratar los costes de la intrahistoria jerezana. Crudo quienes, saliendo por las peteneras de la intransigencia, tiren por tierra –sin éxito- las oraciones calladas de todo un pueblo. El pasado sábado Jerez se hizo manifestación popular de Fe. Un clamor de jubiloso respeto por unas creencias que alcanzan ya siglos de existencia. Un temblor del sentimiento colectivo, una unificación de fuerzas, una mirada genérica elevada al bellísimo rostro de la Virgen del Valle. Algunos grupos incluso cristianos no terminan de entender el significante de una Coronación Canónica. Y nos retarán a la contra achacando la presunta millonada de una corona de oro frente a la hambruna que asola al mundo. Pero el gasto de la Corona no es sino la reunificación de las deudas del sentimiento anónimo de cientos de personas que depositan su aportación en pro de un símbolo, de una semblanza canónica, de un reconocimiento que aglutina varias centurias. El sentir cofradiero posee unos códigos específicos que no todo ciudadano acierta a desglosar. Porque abarca el diccionario no escrito de un canon inexistente pero asumido por todos como válido, como heredado y como sacrosanto. Son las cosas de Dios con olor a incienso y azahar. La multitud, este sábado, acampó en pos de una alegría con manto rojo de flamenca divina. Una alegría con oles de himno propio. Una alegría que precisamente nos sirvió para enjugar de felicidad el Valle de lágrimas en el que los hombres hemos convertido la gloriosa virtud de sentirnos humanos.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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