El cine como periodismo/denuncia
Acabo de llegar del cine. Ha sido una velada de sobresaltos estéticos. Pero, mayormente, de consternaciones éticas. Una gozada nada redicha. La madrugada me somete a su presión de puro estaño, a su fulgor de cansancio. Por consiguiente postergo para días sucesivos la crítica del peliculón que acaban de presenciar mis retinas: El intercambio. Últimamente nuestra cartelera nos ofrecía la engañifa del tropel manufacturado. El espigón de la oscuridad sinsentido. Desde el pasado mes de julio no abandonaba la sala oscura iluminado de esencias, de mensajes, de planos y contraplanos, de la didáctica del travelling. El cine es periodismo de denuncia con celosía de ojos bellos, con tapices de justeza, de matices de justicia. Surgen historias de la América profunda (que también la hubo bajo la sepultura de la corruptela). Comentaba que desde el verano no experimentaba la satisfacción del buen cine. Entonces, en un cine gaditano, casi por mera casualidad, me topé de bruces y de cruces con un título infernal: Antes que el diablo sepa que has muerto. Sentencia al canto. Historia crudísima donde las haya. Y -¡carape!- menudo argumento el esgrimido entre las borrascas de la maldad y el infortunio. Hoy, esta misma noche, ha vuelto a repetirse el impacto visual de los fotogramas: El intercambio representanta la apología de la maternidad como condición moral, como condicionante sentimental, como lucha de contrarios y como pugna de la contrariedad. Otro día hablaremos de sus aspectos técnicos. De su puesta en escena y de su puesta en serie. De la visión portentosa de su director –el gran Clint Eastwood- y de la mafia latente en la localización. En la intrahistoria de la sinopsis. Excelente preámbulo reflexivo para las Navidades. El apego familiar, el crimen de niños, la alteración mental de cualquier mentecato con apariencia de bonachón discretamente inofensivo. Angelina Jolie consolida su consistencia actoral. Interpreta con la mirada. He ahí la anchura de su dominio. No se la pierdan en El intercambio. Los seres humanos somos, fundamentalmente, naturaleza. Hijos de nuestro tiempo pero no de la Historia. Angelina Jolie, en su doble faceta de mujer y de actriz, así nos lo recalca con sinuosidad de unos ojos penetrantes e inabarcables. Rásquense los bolsillos y sumérjanse en las aguas subterráneas de un filme tan incitante como alentador. En Área Sur cuelga todavía de su cartelera. Y, por favor, no cometan la canallada que pude apreciar una vez abandoné el recinto a las tantas de la noche. Abandonar perros en medio de la carretera me parece una auténtica salvajada. Brutalidad de almas despreciables. Necesito las pistolas antiguas de Clint el justiciero para vaciar las ruedas de los coches de estos asquerosos enemigos del mejor amigo del hombre.
Acabo de llegar del cine. Ha sido una velada de sobresaltos estéticos. Pero, mayormente, de consternaciones éticas. Una gozada nada redicha. La madrugada me somete a su presión de puro estaño, a su fulgor de cansancio. Por consiguiente postergo para días sucesivos la crítica del peliculón que acaban de presenciar mis retinas: El intercambio. Últimamente nuestra cartelera nos ofrecía la engañifa del tropel manufacturado. El espigón de la oscuridad sinsentido. Desde el pasado mes de julio no abandonaba la sala oscura iluminado de esencias, de mensajes, de planos y contraplanos, de la didáctica del travelling. El cine es periodismo de denuncia con celosía de ojos bellos, con tapices de justeza, de matices de justicia. Surgen historias de la América profunda (que también la hubo bajo la sepultura de la corruptela). Comentaba que desde el verano no experimentaba la satisfacción del buen cine. Entonces, en un cine gaditano, casi por mera casualidad, me topé de bruces y de cruces con un título infernal: Antes que el diablo sepa que has muerto. Sentencia al canto. Historia crudísima donde las haya. Y -¡carape!- menudo argumento el esgrimido entre las borrascas de la maldad y el infortunio. Hoy, esta misma noche, ha vuelto a repetirse el impacto visual de los fotogramas: El intercambio representanta la apología de la maternidad como condición moral, como condicionante sentimental, como lucha de contrarios y como pugna de la contrariedad. Otro día hablaremos de sus aspectos técnicos. De su puesta en escena y de su puesta en serie. De la visión portentosa de su director –el gran Clint Eastwood- y de la mafia latente en la localización. En la intrahistoria de la sinopsis. Excelente preámbulo reflexivo para las Navidades. El apego familiar, el crimen de niños, la alteración mental de cualquier mentecato con apariencia de bonachón discretamente inofensivo. Angelina Jolie consolida su consistencia actoral. Interpreta con la mirada. He ahí la anchura de su dominio. No se la pierdan en El intercambio. Los seres humanos somos, fundamentalmente, naturaleza. Hijos de nuestro tiempo pero no de la Historia. Angelina Jolie, en su doble faceta de mujer y de actriz, así nos lo recalca con sinuosidad de unos ojos penetrantes e inabarcables. Rásquense los bolsillos y sumérjanse en las aguas subterráneas de un filme tan incitante como alentador. En Área Sur cuelga todavía de su cartelera. Y, por favor, no cometan la canallada que pude apreciar una vez abandoné el recinto a las tantas de la noche. Abandonar perros en medio de la carretera me parece una auténtica salvajada. Brutalidad de almas despreciables. Necesito las pistolas antiguas de Clint el justiciero para vaciar las ruedas de los coches de estos asquerosos enemigos del mejor amigo del hombre.