Entrevista a Paco Cepero – Publicado en La Voz de Cádiz y La Voz de Jerez

“Los jerezanos de Madrid celebran una zambomba auténticamente jerezana”

Leyenda vivificante de un genio en permanente requiebro de inspiración creativa. Hombre sencillo donde los haya, artista excelso donde habita la deontología de la genuina pureza. La maestría con sones de abolengo reside en la jerezanísima calle Encaramada. Paco Cepero ama a Jerez con la certidumbre del verso que conoce la raigambre de su rima, el bordón de su forja, las raíces de su candela musical. El pasado año fue homenajeado por Jerezanos en la Diáspora, una asociación que, a juicio del propio Cepero, “mantiene viva lo que es Jerez en Madrid, que no es nada fácil. Yo me he llevado treinta y cinco años en Madrid y, la verdad sea dicha, se agradece muchísimo estos encuentros anuales. El reunirnos, podemos ver, todos los jerezanos. Es como sentir Jerez de nuevo. He de decirte que el año pasado, cuando me dieron la noticia, me llegó al alma. Es una fecha muy bonita. Y cuando me comentaron el homenaje no cabía en mí de pura satisfacción”.

No en balde nuestro más laureado guitarrista ha experimentado en carnes propias, en primera persona, in situ, la rítmica mutación emocional que produce la diáspora: “Yo me fui de aquí con la ilusión de algo y, cuando estaba en Madrid, la ilusión se tornó en regresar a Jerez en cuanto me fuera posible. Volver a Jerez ha sido siempre mi divisa. Ha estado en mi mente desde siempre. El poder reunir a toda la familia, tener a mis hijos y a mis nietos cerca. Antes veníamos en las fechas señaladas de la Semana Santa o el verano. Pero no como a mí me gusta vivir en plenitud esta tierra: como un auténtico jerezano”.

Habría que calibrar si el jerezano está capacitado para sostener una diáspora de por vida: “Depende. Nos venimos algunos, pero mucho quedan allí. Depende de cada cual. No obstante aquello también tira mucho. Yo, cada vez que puedo, voy. Sobre todo a este acto de la berza. Es un día en el que te lo pasas muy bien. Este año no puedo asistir porque tengo males en mi familia, dentro de nada operarán a mi mujer. Pero es para no perdérselo. Sobre todo ahora con la eficacia y la rapidez de los medios de transportes. Antes tardabas quince horas en llegar. Pero ahora vas y vienes en el mismo día”.

Cepero reconoce el espaldarazo que, en aras de su carrera profesional, representó Madrid hace casi cuatro décadas: “En algunos aspectos echo de menos Madrid. Ten en cuenta que yo le debo mucho a Madrid. Bueno, mucho no, le debo todo. Al igual que a Jerez. A Jerez le debo mis cimientos. Pero a Madrid mi expansión profesional. Mis hijos son de Madrid. Nosotros hemos vivido en Madrid muy intensamente pero siempre con la vista puesta en Jerez. Y, en el primer momento que pudimos, nos venimos para acá”.

Todo columbrado por un sentimiento de jerezanía: “El sentimiento de jerezanía es saberse jerezano. Yo siempre he llevado por bandera el sentirme jerezano y andaluz. Siempre me he sentido así. Y a la vista está: he vuelto hablando mucho más cerrado que cuando me marché a Madrid. Y eso es también porque en Madrid intentábamos no perder las costumbres nuestras”.

Paco Cepero considera –y lo hace además desde un convencimiento de ley- que los méritos deben reconocerse. Halagar y alabar lo nuestro y a los nuestros. Verbigracia: “Hay que apoyar mucho a la personalidad y a la figura de Manuel Fernández García-Figueras porque él ha apoyado, ha respaldado esto de que nos sintamos más jerezanos. No es tan fácil mantener el poder de convocatoria. No resulta sencillo organizar un acontecimiento de semejantes características. Hacer las llamadas a cada uno de nosotros. Manuel es un jerezano importantísimo dentro de la diáspora. Incluso en la labor de renovación que está realizando. La inclusión de tantos jóvenes a favor de este movimiento es verdaderamente importante. Y te lo dice una persona que ya tiene una edad considerable. Ganar adeptos con savia renovada es fundamental”.

Antaño Madrid no constituía una válvula de escape sino el centro neurálgico imprescindible para el fortalecimiento de la carrera profesional de los artistas en ciernes: “Afortunadamente para el artista, hoy tenemos unos medios al alcance de nuestra mano totalmente diferentes a la precariedad que padecíamos entonces. Este sistema de comunicarnos, por ejemplo, ha cambiado una barbaridad. Hoy te metes en Internet y enseguida estás en permanente contacto con cualquier persona, con cualquier institución, con cualquier rincón del mundo. De hecho puedes montar tu propia oficina en casa sin ningún tipo de carencias. Y no tienes, por tanto, que irte a Madrid para nada. O para casi nada. Pero en aquella época no había aquí ninguna salida para los artistas. Estaban algunas fiestas, pero poca cosa. Sin embargo en Madrid existía multitud de tablaos. Allí se cocía prácticamente todo. Y no tuve más remedio que afincarme en la capital de España. Hablo de mi caso concreto, naturalmente”.

Constatemos un hecho aparentemente paradójico. Los jerezanos en la diáspora desarrollan las zambombas a la antigua usanza. Y cabe preguntarse: ¿se trata de una implícita reivindicación de las formas primigenias de tan populoso modo de cantar villancicos reunidos en torno a la alegría más espontánea? Lanzamos la reflexión al aire de esta distendida charla. La moneda cae sobre el juicio aserto y acierto del mismo Paco Cepero: “Aquí, en Jerez, gracias a Cajasol, por ejemplo, ha sido posible rescatar la práctica de la zambomba. Hablo de la zambomba jerezana, de la genuina, de la auténtica. De la que marca nuestras raíces. Los jerezanos estamos obligados a cantar villancicos de Jerez. Eso es lo que tenemos que hacer. Simple y llanamente eso. Reivindicar lo nuestro desde su práctica, desde su recuperación. Porque es nuestra música por antonomasia, por idiosincrasia. La zambomba, en esta época, es la base musical de Jerez”.

Zambomba, asimismo, como incentivo turístico: “Cuando celebramos zambombas sonadas, atraemos muchísimo público foráneo. Viene mucha gente a ver de cerca nuestras zambombas. Y esto es digno de ser recalcado. Porque de alguna forma estamos haciendo jerezanía. Como igualmente debemos hacer jerezanía con nuestros vinos y nuestro brandy. Esto último está de capa caída porque la juventud se ha encaprichado con los cubatas y con el ron con cola. Pero debemos recuperar el arte de beber –y de saber beber- los vinos de nuestra tierra. Y los jóvenes juegan aquí un papel trascendental”.

Siempre prevalece la estera y la esfera del paso y del peso del tiempo. Paco Cepero, en razón de su autenticidad, demanda el purismo de las zambombas: “Siempre hay que avanzar y que renovarse. Pero nosotros tenemos otra manera de pensar y otra crianza. Antiguamente todas las casas de vecinos celebraban sus zambombas. Eran, además, encuentros que fraguaron muchos noviazgos. En las zambombas actuales falta un poco de respeto a nuestros mayores. Hemos recuperado, en efecto, la música y las letras de la zambomba jerezana tradicional, pero no así su espíritu. Debemos tener en cuenta que la zambomba constituye una costumbre muy respetable y no podemos ensuciarla de vulgaridad. La borrachera por la borrachera no cabe. En la propia de Jerezanos en la Diáspora celebramos una zambomba auténtica, fraternal, respetuosa, genuina. Es una zambomba modelo”.

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