Necrológica de Maro

La señora de la guadaña siempre asalta a quemarropa sin decir oxte ni moxte. Así nos las gastan la fugacidad de la vida y la transitoriedad de nuestro paso por encima de sus laberintos, sus atolladeros, sus atajos y sus imprevistas marañas. E incluso musarañas. La muerte es un intersticio de abominable indefinición. Cuando es, nosotros no somos; cuando no es, nosotros somos. Hoy blasonamos la bandera negriblanca o blanquinegra del fallecimiento imposible. ¿Imposible o impensable? ¿Impensable o impostado? Porque el humor inteligente persevera allende los témpanos y los tímpanos fronterizos de la muerte. Hace apenas unas semanas dialogaba plácidamente con este hombre transmutado de caballerosidad y agudeza. Manuel Rodríguez, el mirífico Maro, me contaba en las vísperas de Reyes su incorporación al Viva Jerez. Además de otras interioridades laborales que no vienen al caso. Llevaba dieciséis años dibujando los chistes de Jerez Información. Y en ésas andaba a pesar de su ya avanzada edad. Los ignorantes papamoscas –los lectores descreídos- minusvaloran la viñeta periodística como género menor dentro de la gama de secciones estampadas en papel prensa. ¡Menuda desconsideración! El humorista gráfico representa todo un decálogo social en clave de ironía. Apunta la denuncia con perfiles de rotulador. Traza grosso modo, renace lo extinguible y recoloca la actualidad desde el parámetro de la sonrisa inteligente. Los dibujantes agudos reduplican su ingenio cuando la prisa de la rotativa llamea bajo la cuadratura del folio. Un visto y no visto, una ojeada, decenas de titulares, una jerga, dos caricaturas, la genialidad latiendo como un volcán de afición inmarchitable. El dibujo hecho furor, el furor hecho carcajada corta, densa, acotada. Maro desdramatizaba de repente, como una irrupción de frescura siempre permisible con sabor a mantequilla del primer desayuno. Recuerdo cómo llegaban sus viñetas en A4 a través del fax del periódico. Aquel reclamo de muñecotes con la fisonomía de Pedro Pacheco protagonizando algún gag por lo común puntilloso, perspicaz, redondeada de formas. Maro manejaba la destreza de la visión intuitiva, la raigambre hacendosa de la puntada comunicativa. Nos alegraba la mañana con sus faldones de parodias críticas. Dijo que me echaba en falta en las páginas de Información. Que me leía indeclinablemente. Los caminos del Señor son inescrutables, querido Manolo. Coincidimos en la misa de cuerpo presente de su primo Manuel Soto Rodríguez. ¡Qué pronto te has reunido con él, compañero! Maro, cuyo bagaje viene de Hermano Lobo, ha descrito la intrahistoria jerezana según los catálogos de la guasa popular de la calle. Siempre desde el mirador del respeto y del flash cómico. Hoy su bohemia trabajadora, su independencia irrebatible, su don creativo han levantado vuelo hacia los parajes de lo indeclinable. Una mesa llena de rotuladores duerme el sueño de los justos.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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