A boca llena

Puedo airearlo a boca llena. Siempre defendí la valía actoral de Kate Winslet. Incluso cuando ningún crítico cinematográfico la mentaba siquiera de pasada. Hace años ya comandaba los preceptos de mis menciones periodísticas. Sin favoritismos ni privanzas. Esta actriz ha consolidado una carrera nimbada de virtud escénica, narración gestual, vistavisión, subsecuencia, espacialidad y especialidad. Borda cada registro, sintoniza cada plano, acrecienta cada diálogo. Reverbera la interpretación indivisa de la realidad. Su magnitud dramática parte de la propia materia humana: mohines de verosimilitud, belleza sutil, nervio de acero, sentimiento que atraviesa la abarcable anchura de la pantalla. Ayer la disfrutamos de nuevo. Después de Revolutionary Road ha regresado con El lector. Soberbia película. Es la recomendación que esta noche precede a mi duermevela.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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