Emitido en el espacio 'La Piquera' - Cadena Cope - Martes 3 de febrero 2009 - La foto que ilustra este post es de Esteban Pérez Abión

El banquete de Pedro Pacheco

No debemos devanarnos la sesera. El quid de la cuestión no incita a la duda. De nuevo se pone de manifiesto la erótica del poder, la semiótica del poder, la robótica del poder. La investigación que iniciará la Fiscalía Anticorrupción en torno a los tejemanejes, presuntos chanchullos y soterradas componendas de Pedro Pacheco humedecen –aún más si cabe- el papel mojado de las sospechas, aprensiones y desconfianzas que sobrevuelan alrededor del antaño alcalde jerezano. Su sombra –así como la del ciprés de Miguel Delibes- sigue siendo alargada.

Pacheco, que generó en sí mismo una primigenia casta de liderazgo unipersonal –capaz además de aglutinar masas de entusiasmos andalucistas y jerezanísimos- derivó a la postre –andando los años por encima de las costrosas catacumbas del más omnímodo absolutismo- en el enconamiento de la soberbia, en la avaricia de la jactancia, en la afrenta de autocracia. Entiéndase por autocracia el sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley. Repasen –sin trapacerías de la voluntad- el DRAE.

Autocracia y dedocracia –la práctica de nombrar, designar o privilegiar a personas a dedo abusando de autoridad- han descrito el denominador común de Pacheco durante su penúltima –o no tan penúltima- etapa de gobierno. La corruptela denunciada por Pilar Sánchez ajusta las cuentas pendientes de la batalla campal que enfrentó a sendos mandatarios allá por las postrimerías de un pacto abocado al fracaso. A la autodestrucción y al amarillismo de portadas de periódicos.

Precisamente la prensa ha destapado de nuevo la caja de los truenos. El cofre de los mil demonios atrincherados debajo de las alfombras de la ilegalidad. Rayos y centellas anidan sobre el cogote de Pacheco. La justicia no tomará a chufla la denuncia porque persiste un afán colectivo de puesta en escena. Los ciudadanos exigen una explicación acrisolada de datos, números, nombres propios y naipes encima de la mesa. Nuestra televisión repuso, además, una película de significativo título este pasado fin de semana: Lo que la mentira esconde.

Pacheco se nos vendió como un idealista al servicio de los intereses de Jerez, un mentor de la clase obrera, un héroe de las libertades. Pero esa catarsis ideológica, al igual que su concepto sobre la justicia, también era un cachondeo. El eximio periodista Carlos Luis Álvarez ‘Cándido’ nos dejó escrito que “en nuestro tiempo, los partidos políticos ya no son otra cosa que los sonajeros que desvían la atención de la criatura popular hacia lo realmente inexistente, mientras el banquete que realmente existe se celebra en otra parte”. Precisamente en eso anda ahora la Fiscalía Anticorrupción: en conocer de cerca el menú y los comensales del banquete de Pedro Pacheco.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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