Traslado del Divino Nazareno Franciscano

Las instantáneas que me manda el gran fotógrafo Javier Fernández recalcan la atmósfera de espiritualidad ayer experimentada en el interior del convento franciscano. Los cofrades de las Cinco Llagas, entre los que honrosa y honradamente me cuento, trasladaron a su Amantísimo Titular desde su habitual ubicación de la Capilla del Voto al altar mayor de la Iglesia de San Francisco. Sencillez y elegancia engarzaron un binomio acogedor para la ingente cantidad de público que se congregara alrededor de la prodigiosa talla esculpida a principios de la década de los cuarenta por el escultor valenciano –afincado en Jerez- Ramón Chaveli Carreres. Siempre me encandiló de la Hermandad de las Cinco Llagas la sobriedad con la que organizan sus convocatorias públicas. De pequeño asistía a este traslado de la mano de mi madre. Años ha de aquella estampa de callada muchedumbre en pos de Jesús de la Vía-Crucis. La fe del pueblo no acepta ningún tipo de cortapisas. Y cada lunes previo a la celebración del Solemne Quinario de las Cinco Llagas, Jerez acude de nuevo a la cita. Hubo cofrades de otras corporaciones y un puñado de Hermanos Mayores. Estuvieron presentes, además, todos los ex Hermanos Mayores del Silencio Blanco. Numerosos cofrades veteranos, integrantes de la nueva savia. Las camareras del Señor y de la Esperanza Soberana. Nazarenos de blanco desprovistos de blanca túnica y de blanco capuz. Abrazos, rencuentros, complicidad. El triunfo de la tradición. Per sécula seculórum.

PROGRAMACIÓN CULTURAL

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